8. Moviendo las caderas

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V: Chiara, por fin te encuentro, por Dios. Necesito tu teléfono, esto no puede volver a pasar. Venga, móntate, que te llevo.

C: No. Me voy en el bus -dijo sin mover ni un centímetro de su cuerpo.

V: Chiara es tarde.

C: No pasa nada. El bus tiene que venir. Pasa a en punto.

V: ¿Y si no viene?

A Chiara se le cortó levemente la respiración: Pues esperaré al siguiente -respondió tratando de aparentar normalidad.

V: Está bien.

Violeta cerró la ventanilla y avanzó. Parecía irse sin Chiara, pero un par de metros después estacionó su vehículo, se bajó de él y se sentó al lado de Chiara.   

La morena la miró extrañada, no entendía muy bien las intenciones de la contraria:

V: No puedo obligarte a venir conmigo, pero tú no puedes obligarme a irme de tu lado.

Chiara asintió. Le pareció un gesto muy bonito por parte de Violeta.

El tiempo pasaba y la hora a la que debía llegar el autobús quedó atrás, pero el orgullo de Chiara no la dejaba montarse en ese coche. Ya había dicho que se iba en autobús, reconocer que no pasaría sería una victoria para la pelirroja.

Violeta bostezaba, no porque tuviera sueño, sino porque quería hacérselo creer a la morena.

En un gesto de desesperación, inició una conversación:

V: La noche es peligrosa, Chiara.

C: ¿Crees que tu presencia me protege?

V: Puede parecer que la mía no, pero la de esos dos fornidos -señaló a un coche que estaba a una distancia prudencial, eran Alex y Lucas- te aseguro que sí.

C: ¿Sabes que soy experta en artes marciales y que me los comería a los dos contra mí en menos de un minuto?

V: Bueno, yo también soy experta. Así que si quieres, cuando acabes con ellos, vemos si puedes contra mí -vaciló Violeta, en un intento de ayudar a Chiara a enfocarse en algo distinto.

Chiara se rió fuertemente, queriendo hacer notar a la pelirroja la burla de la risa: No te lo crees ni tú, guapa.

V: Pues ya veremos.

C: Pues ya veremos.

Chiara se olvidó durante esa conversación de todo aquello que le estaba abatiendo. Además, Violeta parecía haberle demostrado que no era tan estúpida como ella creía, y le iba a conceder la oportunidad más sincera de redención, no una llena de un breve paripé como la que sucedía en la mesa del restaurante, no; esta vez era distinto. Violeta se había preocupado por ella, había ido a buscarla y se estaba asegurando de que estuviera bien. Si así era Violeta y así era Juanjo, podía aceptar que empezaran a formar parte del entorno de Martin:

C: Está bien. Llévame a casa.

Violeta le sonrió victoriosa.

C: Pero con una condición -la pelirroja la miró alertada-. Que te quites las gafas de sol.

V: Antes me quedo aquí toda la noche.

C: ¿Pero qué más te da?

V: No me gusta. Forma parte de mí.

C: Bueno. Pues te dejo que me lleves a casa.

Ambas se montaron en el coche de la pelirroja, que arrancó y empezó a moverlo hacia una ruta que parecía conocer. Chiara la miró extrañada:

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⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

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