ALEX
—Estoy muerto, me arden las manos —Takeshi se mira los nudillos—, y anoche no pude dormir.
Resoplo, viendo el tronco de las dos manzanas al hilo que me comí.
—Nadie pudo dormir —le suelto entre mordiscos—. Si ves alrededor no hay uno solo de nosotros que no tenga una cara espantosa y ojeras deplorables.
—La verdad, es que no es normal dejar la vida por veinte horas a diario y dormir dos. Porque... Es mentira que duermes cuatro. ¡Yo ni pegué el maldito ojo!
—Y no lo harás durante toda la semana, fracasado —Mackenzie acompaña con su humor sarcástico y negro, revolviéndole el pelo a Takeshi con arrogancia y disfrute—. Es lo más hermoso de la prueba —balancea su coleta tirante y una trenza perfecta que realza el dorado de su cabello—, ver cómo dejan hasta el alma por dos minutos de sueño.
—¿Dos minutos? —ruedo los ojos, ignorando que el oído fino de Dern todo lo escucha—. Por dos minutos prefiero quedarme despierta.
La expresión macabra que da, hace que inmediatamente me arrepienta de mis propias palabras.
—La falta de sueño enloquece, esperanza. Se te podría reventar el corazón o el cerebro si tu cuerpo no descansa como debe.
Lo que dice no deja de ser lógico y coherente. Yo ya siento el peso del cansancio y eso que la semana del infierno apenas inicia.
—No sé si loco —Yoshi bufa—, pero que estoy desahuciado... Estoy desahuciado —suspira con aprehensión, evidenciándose en él, el brutal reflejo del agotamiento.
Un fuerte pitazo estalla de pronto y en ello, la orden de abandonar los comedores y agruparnos en el centro de la plazoleta donde los Sargentos con Jagger a la cabeza se asoman.
Camino donde el resto haciendo sonar mi nuca y temblando irracionalmente ante el escalofrío que recorre mi cuerpo entero.
—¿Todo bien? —Chuck me intercepta, viéndome con el ceño fruncido.
No soy para nada discreta y la verdad, me vale. La mayoría ya me vio incluso bajándome los pantalones así que no me molesta ser pillada masajeándome el pecho, cuando el dolor que siento me está quemando por dentro.
—No te preocupes, es incomodidad.
Le miento con descaro porque obviamente no se trata de eso. El dolor irradiando no es incomodidad y tampoco escozor muscular. No es por desgaste o sobre esfuerzo.
Es algo más.
Es pesadez y presión.
Es ardor ascendiendo hacia mi garganta.—¿Porqué no pides permiso y vas a la enfermería?
Niego una y otra vez.
—Ya se me va a pasar.
—Pero si es una lesión tienes que...
ESTÁS LEYENDO
Dancing in Hell © +21
General FictionLIBRO 2 DE LA SAGA DEVIL'S DANCE La vida en Mónaco no volvió a ser la misma y el cierre de ciclos acabó por sumirlos en la más siniestra oscuridad. Emergiendo del pozo más hambrientos que nunca, y como alguna vez pudieron demostrar que a la sombra d...