Hostilidad

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Un incesante ruido de autos, bocinas, motores, radios, inundaba el movido camino que cruzaba el pueblo, mucho más rico en vida y flujo social que Openville y, ciertamente, algo más estresante también

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Un incesante ruido de autos, bocinas, motores, radios, inundaba el movido camino que cruzaba el pueblo, mucho más rico en vida y flujo social que Openville y, ciertamente, algo más estresante también. A paso lento, revoloteando su cabeza para contemplar todo a su alrededor, los chicos caminaban en su rectilíneo trayecto mientras se maravillaban con lo alto de los edificios, con lo estético de las casas, con lo limpio de las calles. Unas baldosas de gris oscuro determinaban una vereda tan sencilla como hegemónica, con un pequeño árbol en ella cada una decena de metros, haciendo de la calle principal, un perfecto y armonioso engranaje simétrico entre ciudad y naturaleza. 

Las personas caminaban firmes, a paso acelerado, con vistas en sus celulares, o portafolios y agendas por doquier, dominando sus miradas, impidiendo que valoren lo que en su cabeza ya era un paisaje rutinario. «¿cómo no pueden detenerse a apreciar esto?»  pensaba indignado Messi Jr. Vestidos en su mayoría formalmente, con trajes y camisas, zapatos y tacos, cinturones y carteras, se notaba a leguas el tipo de rubro que destacaba por sobre los otros en Shelbyville, el financiero.

Se miró a sí mismo un instante, hasta ese momento nunca se había sentido inseguro con su vestimenta, pero, cierto es, no le dejaba tranquilo el ser el único con un uniforme escolar desgastado y que había perdido color hace un largo tiempo ya. Una pequeña forzada risa acompañó el disgusto, nunca se hubiese imaginado la diferencia social entre la hermana vecina y ellos, cuando, se supone, son 4 Estados que se manejan en conjunto.

Algo resignado, apartó la mirada de su desteñida chomba escolar, y continuó el andar junto a Maxi, quien también parecía observarlo todo a su alrededor. Por su lado, él estaba sin los auriculares, quería escuchar el sonido del movimiento cultural, ver qué tan diferente era de lo habitual para él. Pese a ser, claramente, más ruidosa la ciudad, no había tintes de reproches y quejas, ni vecinos discutiendo, ni perros ladrando por metro cuadrado, a decir verdad, parecía haber un ambiente más apaciguado en lo que a conflictos se refiere. Asimismo, podía deberse, probablemente, a que la gente estaba más ocupada, y la monotonía de pasos firmes en hombres de saco y corbata, transformaba el clima en uno casi metódico. «Definitivamente no viviría en un lugar así...» pensaba, entendiendo la perfecta máquina incolora en la que se encontraba.  Pese al verde de los árboles, al azul del cielo, y el rojo de las corbatas, todo se sentía grisáceo.

ꟷ¿Cuánto falta? No deberíamos estar lejos... creoꟷ preguntó Maxi, recordando que ya habían caminado unas cuantas cuadras, volteándose y, de alguna manera, confirmando que ya había perdido de vista la parada desde donde comenzaron a caminar.

Messi Jr, con algo de sospecha, vuelve a sacar su celular para confirmar si, efectivamente, estaban cerca. Al ver el GPS, asiente con la cabeza. ꟷSí, estamos a dos cuadrasꟷ le responde con seguridad.

Ahora sí, teniendo entre ceja y ceja el correo, que a cada paso se les acercaba, aceleraron un poco el paso, haciendo que, en su cuerpo, comiencen a sentir el vigor. Dos chicos que no suelen tomar la delantera ni mucho menos dar órdenes, algo tímidos, aunque a diferente escala, tendrían que anteponerse ante una misión que requería de su oratoria y ser, por primera vez, un poco extrovertidos. «creo que hubiese sido mejor que Toto venga con nosotros...» pensaba Messi Jr, quien ahora comenzaba a imaginarse el cómo ingresar, qué preguntar, y cómo llevar a cabo la ejecución del breve interrogatorio.

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