EL TERCER SALVATORE

EL DIABLO Y EL HÍBRIDO.

—Repite de nuevo la razón del por que la rubia original está instalada en mi casa —dice Damon mientras toma un vaso vino de la cantina.

—Nuestra casa —le aclaro —. No olvides que soy un Salvatore Damon.

—Ese no es el punto —me dice —. El punto es Rebekah.

—Nuestra vida esta ligada a los originales —digo —. Si mueren nosotros también.

—No la quiero en la casa.

—Lastima Damon, ella se queda. Rebekah está bajo mi protección hasta que Mikael deje de ser un problema.

—Eres un tonto.

—Aún que no lo creas te estoy cuidando idiota —me le acerco —. Deberías de agradecerme.

—Yo no le agradezco a nadie —me dice retador.

—Ya basta —dice Stefan —. No es el momento de pelear.

—A mi tampoco me gusta el que Rebekah esté aquí, pero Ezra tiene la razón. Si los originales mueren ustedes también —comenta Elena mientras se encuentra sentada en el sofá.

—Todos están pensando tonterías —dice Damon para luego irse molesto.

Definitivamente él no lo entenderá, no ve más allá de él.

—Gracias por apoyarme —miro a los dos —. De verdad.

—Habrá que darnos prisa en acabar con Mikael —dice mi hermano.

—Si —asiento con la cabeza —. La única forma de matarlo sería usando esa arma misteriosa que dijo. Hay que usarla en su contra.

—¿Cómo? —pregunta Elena —. Mikael es un original, será complicado hacerlo sin peligrar.

—Necesitamos ayuda —comento —. Necesitamos a Klaus.

—Él no ayudará —responde ella.

—Lo convenceré, pero Mikael tiene que morir.

Entro a la mansión del híbrido original, dentro se encuentran los humanos aún trabajando en la casa, dentro de poco la tendrán lista por lo que puedo ver.

—¡Klaus!

¿Dónde demonios se metió?

—¡Klaus!

—Se te está haciendo costumbre el no tocar el timbre —escucho su voz a mis espaldas.

—Tenemos problemas —doy vuelta y me encuentro con él.

—Si, ya sé —dice —. Mikael.

—Oí que le gusta perseguirte.

—Le gusta perder el tiempo —él avanza hacia una de las habitaciones.

Lo sigo.

—Ese anciano me ha perseguido por más tiempo del que crees —comenta mientras entramos en un estudio.

—Te odia.

—Me tiene sin cuidado.

—¿Sabes? Ahora que lo pienso... tenemos cosas en común.

El híbrido voltea.

—¿Así?

—Si, ambos tenemos padres desgraciados. La historia con mi padre no fue un cuento de hadas, me golpeó salvajemente en muchas ocasiones —le digo al original —. Me odiaba.

—Ser un hijo bastardo...

—No es nada fácil —interrumpo —. Lo sé, Mikael te crío pero te odiaba, mi padre de sangre hizo lo mismo. Muy en el fondo había momentos en los que solo tenía que ser mi padre... Aún así...

—Te odiaba.

—Si.

—¿Qué tratas de ganar con contarme tu trágica historia familiar?

—El que reconozcas que no somos enemigos, ya no Klaus —digo —. Ahora tenemos un enemigo en común, Mikael. Mi vida depende de ti, y si es así entonces no tengo ningún interés en que nos matemos entre nosotros. Lo único que me importaba era Stefan, ahora ya lo he recuperado. Hay que ser aliados Klaus, hay que matar a tu padre.

—Yo puedo solo.

—¿Y por qué no lo has hecho? Por que sabes que no puedes hacerlo sin ayuda —le digo al rubio —. Necesitas ayuda, mi ayuda. El Diablo y el gran híbrido original... ¿Suena bien? ¿No? —me le acerco un poco más —Es tiempo de que vean el equipo que tú y yo podemos hacer.

Me mira.

—El plan es usar esa arma misteriosa en contra de Mikael, pero necesitamos toda la ayuda posible. 

—No me convences.

—Si Mikael los destruye entonces Caroline muere.

La mirada del híbrido cambia, he dado en el blanco.

—Ella te gusta, no trates de negarlo. Si el gran Klaus tiene sentimientos hacia alguien entonces creo que es tiempo de que demuestres que no eres un monstruo —comento —. Demuestra que no eres nada de lo que Mikael piensa que eres. Ayúdame a cuidar de mis amigos... cuida de Caroline.

Él da la vuelta y se acerca a una pequeña cantina.

Klaus toma un vaso y se sirve un poco de vino.

—Necesitamos ayuda Klaus.

Él da la vuelta y me extiende el vaso de vino.

—¿Qué?

—Tómalo.

—Pero...

—No tiene nada raro.

Tomo el vaso, él híbrido toma otro y nuevamente sirve el vino.

Él camina hacia un pequeño sillón negro y toma asiento tranquilamente.

—¿Cuál es el plan?

—¿Ayudarás?

—¿Cuál?

—Atraer a Mikael a una trampa.

—Inteligente, pero no para Mikael.

—Es que no he dicho lo mejor de todo.

—¿Y qué es?

—Vamos a usarte a ti cómo carnada.

—¿Qué?

—Eres lo que más quiere matar.

—Buen punto.

—No te preocupes, no te pasará nada.

—No me preocupo por mi, ustedes son los que más corren peligro —dice el híbrido —. Bien... entonces que así sea. Por la destrucción de Mikael, salud.

—Salud.