Capitulo 4

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Dogday y Catnap volvieron a la habitacion, siendo el can quien se recostó primero en su cama, siendo seguido por el gato que se había acurrucado a su lado, pegándose al cuerpo del mayor y dejando su cabeza reposar en su pecho, comenzando a ronrone...

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Dogday y Catnap volvieron a la habitacion, siendo el can quien se recostó primero en su cama, siendo seguido por el gato que se había acurrucado a su lado, pegándose al cuerpo del mayor y dejando su cabeza reposar en su pecho, comenzando a ronronear apenas sentir como el guardián del sol lo acariciaba entre las orejas.

—¿Qué vamos a hacer?—Dogday hizo esa pregunta mas para él que para Catnap, aunque de igual manera fue respondida por él.

—Solo... ¿Seguir? No lo sé, ya es bastante con lo que tenemos que hacer nosotros... Ya no deseo seguir viviendo de esta manera Doggy—Respondio de forma cansada.

—Lo se, yo también Nap... Pero hay que seguir, por los niños... Hay que continuar, se que llegara el momento donde todo esto se acabe, y te ayudare si aceptas mi mano— Respondio, alzando su otra mano en dirección del gato.

—Lo hare... Estare contigo Doggy—Dijo Catnap, aceptando su mano, y soltando ligeramente su humo rojo—¿Juntos por siempre?—Pregunto, alzando su mirada. Dogday sonrio de forma cariñosa y apretando como acercándolo mas a él, le dandole un pequeño beso en la frente.

—Lo prometo— Respondio. Removiéndose un poco mas en la cama, se acostó de lado, manteniendo sus manos unidas, ambos estaban por dormirse.

—Bobby, Bubba, Kickin, Crafty, Hoppy, Picky, necesito que vengan a mi casa una vez que todos los niños hayan dormido, tenemos una reunión importante—Hablo Dogday, antes de dormir, activando su collar de Sol.

—Y traigan comida—Dijo Catnap, escondiendo su cara y cayendo dormido en nada de tiempo.

—Debieron haber venido para acá chicos, les he guardado sus porciones de comida—Hablo Picky desde el collar.

—¡Si! Nos dejaron con los niños y ya estamos algo agotados—Exclamo Kickin en forma de reproche, aun escuchándose bullicio por los gritos y risas de los niños.

—Se los pagare despues, pero es mejor que hablemos de esto en la noche— Dijo el can y cortando la comunicación, se acomodo para poder pegar su rostro a la cabeza de Catnap, aspirando su suave y dulce olor a lavanda, se durmió.

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