𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 4 (II)

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A la mañana siguiente me levanté con más energía que nunca, me sentía vivo por primera vez en mi vida.

Fui a la cocina de la enorme mansión y mientras me sacudía el ganso viendo anime, me hice unas tortitas con sirope de chocolate. Eso si que era vida, pensé.
Al acabar mi desayuno, subí a la habitación, rebusqué en los armarios de la chica a la que había asesinado alguna que otra prenda de hombre. Y boom! Vi ese traje negro de Prada colección primavera - verano 1997. Un elegantísimo traje con su corbata granate. No dudé más y me lo puse, así seguro que me haría de respetar en la calle. Estaba muy cansado de toda la gente escupiéndome, vomitandome a la cara y poniéndome la zancadilla para después tirarme huevos a la cabeza. Me cagaba en los muertos de todos ellos cuarenta veces al día, deseaba poder darles una buena venganza, vengarme tanto que no quedara ni una ceniza de esa gente en este mundo, vengarme tanto que no quedase nadie en este mundo, solo yo, Taylor, Harry y todos esos vídeos de furros dándose por el culo. Ahhh - suspiré de satisfacción cuando me mire al espejo. Era hora de destrozarles la vida a todos esos putos hijos de puta zorra de mierda que alguna vez se habían metido conmigo.

Era...

Era mi momento.

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Me monte en el Bugatti rojo que había en el garaje y fui directo a uno de esos barrios donde vivían todos esos putos niños de mami, los pijos que me habían destrozado la vida, los que me habían arrebatado todo.

Iba conduciendo a 250 por hora así que llegue en un abrir y cerrar de ojos.

Me bajé del coche con mis gafas de sol de Rayban puestas, todos se quedaron mirando al pedazo de pivon que se acababa de bajar. Las putitas con la baba caída, ofreciéndome precios para la noche. Los pobres arrodillados ante mi, pidiendo limosna. Patético, pensé. Y los putos pijos que me jodieron la vida acercándose hacia mi. Era la hora.

En un movimiento rápido saqué el bate con pinchos, clavos y sierras incrustadas en él. Les empecé a pegar con toda mi fuerza, hasta que casi se les veía el cerebro por culpa de las heridas. Les terminé matando con mi navaja, mi más fiel compañera. Un corte en la yugular bastó para dejarles tiesos en el suelo. Me subí al coche y esta vez me dirigí a ese restaurante donde una vez me echaron a patadas, me raparon al cero y me llamaron puto guarro asqueroso lame pollas.

Llegué.

Me bajé del coche y esta vez tenía una sorpresita muy agradable para todos estos hijos de puta.

Entré al local y todos se quedaron mirándome con admiración, ese traje de Prada, esas Rayban y esa sonrisita pillina que llevaba les hacía enloquecer a todos. Los encargados de raparme al cero obviamente no me reconocieron pero yo a ellos si.

Me acerqué con una sonrisa y les dije que fuéramos a la parte de atrás del local para hacer negocios y trámites. Ellos se lo creyeron por mi aspecto tan refinado.

Y bueno... ¿de cuanto estamos hablando? Preguntaron ellos.

Unos 700.000 les parece bien señores?

Un poco caro, ¿no cree? Este local en su día a penas valía 30.000...

¿Quien les ha dicho que estoy hablando del local?

Se quedaron paralizados, habían entendido a la perfección mi referencia.

Saqué la navaja de mi bolsillo, les até a las sillas y les puse a los tres la navaja en el cuello.

¿Os acordáis de mi, cerditos?

N-no dijeron ellos.

¿Ah no? ¿Quizás os suena aquella vez a la que le rapasteis a un chaval al cero, cuando le hinchasteis a patadas o igual cuando os cagasteis en sus putos muertos?

no dijeron nada, diría que se quedaron morados de miedo. Uno hasta se meó encima.

Ohh ¿Tienes pis?

Metí todo el pis en una botella y le obligué a bebérsela, a los otros dos les corte cinco dedos y al otro le corté un brazo y le prendí fuego.

En eso...

Alguien entró.

Solo recuerdo el gran golpe en la cabeza que recibí, tan fuerte que me caí al suelo inconsciente con humo a mi alrededor.

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⏰ Última actualización: Apr 11 ⏰

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