La Fase de la Luna de Miel

1 0 0
                                    

**Capítulo 3**

Cada día comenzaba con la suave luz del amanecer filtrándose por las cortinas entreabiertas, iluminando la habitación donde Marie y Jay se abrazaban con ternura, como si el mundo entero estuviera contenido dentro de sus brazos. Los primeros rayos del sol pintaban patrones de luz y sombra en las sábanas, creando un paisaje efímero de belleza y calidez.

El aroma del café recién hecho llenaba el aire mientras Marie y Jay se preparaban para enfrentar el día juntos. Preparaban el desayuno con una sincronización perfecta, moviéndose al ritmo de una melodía invisible que solo ellos podían escuchar. Cada toque, cada mirada, era una afirmación silenciosa de su amor mutuo.

Después del desayuno, se aventuraban fuera de casa, explorando las calles de la ciudad con la curiosidad de niños en un parque de diversiones. Descubrían nuevos cafés, tiendas pintorescas y parques ocultos donde podían perderse en su propio mundo, lejos del bullicio de la vida cotidiana.

Las conversaciones fluían libremente entre ellos, llenas de risas, confidencias y sueños compartidos. Hablaban de todo y de nada, disfrutando de la compañía del otro tanto como de la belleza del entorno que los rodeaba. Cada palabra compartida fortalecía su conexión, creando un lazo indestructible que los unía en cuerpo y alma.

Las tardes eran momentos de calma y contemplación, cuando se retiraban a un rincón tranquilo para disfrutar del silencio compartido. Se sentaban uno junto al otro, las manos entrelazadas, mientras observaban el mundo pasar a su alrededor. A veces, intercambiaban miradas cargadas de significado, comunicándose sin necesidad de palabras.

Pero era al caer la noche cuando su amor alcanzaba su máximo esplendor. Las cenas a la luz de las velas se convertían en rituales sagrados, momentos sagrados en los que se prometían amor eterno en cada mirada, en cada suspiro compartido. Se perdían en el brillo de los ojos del otro, en la promesa de un futuro juntos que parecía más brillante con cada día que pasaba.

Sin embargo, incluso en medio de la felicidad abrumadora, había momentos de vulnerabilidad. Marie se encontraba luchando contra sus propios demonios internos, las sombras del pasado que amenazaban con empañar su felicidad. A veces se preguntaba si merecía toda la alegría que Jay le estaba brindando, si algún día la realidad los alcanzaría y pondría fin a su idílica burbuja de amor.

Por su parte, Jay también tenía sus propias dudas y miedos. A pesar de la felicidad que sentía junto a Marie, no podía evitar preguntarse si algún día las cosas cambiarían, si la pasión ardiente que los consumía se desvanecería con el tiempo, dejando atrás solo cenizas y recuerdos.

Pero cada vez que esas dudas surgían, Marie y Jay encontraban consuelo en los brazos del otro. Se aferraban a su amor con la fuerza de mil tempestades, decididos a enfrentar cualquier desafío que la vida les pusiera por delante.

En medio de la efervescencia de su amor, Marie y Jay comenzaron a trazar planes para el futuro. Hablaban de viajes por el mundo, de aventuras que aún no habían vivido juntos, de sueños que estaban destinados a hacerse realidad. Se prometieron el uno al otro que nada ni nadie podría separarlos, que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo que pudiera surgir en su camino.

Así, envueltos en la magia de su amor, Marie y Jay se sumergieron en un mundo de infinitas posibilidades. Con el corazón lleno de esperanza y los ojos llenos de estrellas, se prepararon para enfrentar juntos todo lo que el futuro les deparaba, confiando en que su amor los llevaría a través de cualquier tormenta.

Alma en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora