Capítulo III

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El viaje no había sido de pocas horas como el alfa le había dicho, para cuando les anunciaron que iban a aterrizar, Matías estaba a punto de tener un ataque de pánico nuevamente. Honestamente le sorprendía que Enzo en ese punto siguiera tan paciente y calmado, lo cual le hacía sentirse extraño y le daba miedo también, ya que no se esperaba que un alfa mafioso que compra omegas por capricho fuese tan tranquilo como para aguantarle el ataque de pánico y los lloriqueos en un vuelo de quince horas.

Estaba mareado y cansado, a pesar de que había dormido algunas horas en el avión, todo lo que tenía eran pesadillas y al despertar todo volvía a ser lo mismo, un mal chiste con un final pésimo.

En algún punto le había tenido que preguntar a Enzo qué hora era, pero el mayor le dijo que Eslovenia estaba a seis horas adelantadas de Argentina, lo cual hacía que el horario fuese diferente y que no tenía mucho caso que se preocupara por esas cosas. Eso solo abrumó a Matías un poco más, encima de todas las cosas que ya estaba sintiendo.

Así que fue un verdadero alivio el por fin escuchar que aterrizarían, o más bien escucharlo de Enzo, porque él seguía sin entender nada.

Los hicieron descender en un hangar privado, supuso que con dinero cualquier cosa era posible y se movió con presura cuando bajaron, Enzo iba sujetándolo de la cintura y lo mantenía muy pegado a sí, quizá porque podría escapar o tal vez porque lo veía tan pálido que pensaba que iba a caerse tan pronto lo soltara. Los hombres de Enzo les rodeaban y los recogieron en camionetas negras que lucían costosas.

Caminar fue un poco extraño, sus piernas se sentían débiles, aunque el clima era muy fresco. Enzo llevaba un abrigo también y él trato de conservar calor en la manta que se había traído del avión, pese a que usaba la sudadera deportiva enorme que era del alfa. En ese punto había perdido ya las ganas de llorar, estaba más sosegado, pero todavía le ocasionaba incertidumbre lo que sucedería con él. Si hubiera estado menos asustado, habría apreciado la belleza de los caminos que tomaron.

No tenía caso que prestara atención al lugar donde estaba, de cualquier manera, no conocía nada, estaba en un lugar extranjero, donde el extraño era él, que no hablaba el idioma ni entendía qué hacía ahí, pegado a un alfa que parecía tan tranquilo con comprar personas.

Probablemente volvió a dormirse en el camino ya que tardaron horas en llegar a su destino, cuando Enzo le despertó, ya estaba oscuro y se asustó de repente, pero Enzo le sujetó de los hombros.

—Calma. Llegamos ya. —Le hizo saber y Matías tragó en seco, el susto inicial se le fue bajando y asintió con la cabeza.

Al bajar de la camioneta se dio cuenta que el clima era peor, probablemente tenían encendida la calefacción en el auto porque afuera la cara se le congeló de inmediato, al igual que los pies. Estaba usando unas pantuflas que le dieron en el avión, no cubrían demasiado, pero era lo que había estado bien entonces. Además, la gravilla lastimó sus pies y se apretó en la cobija que a duras penas le cubría del frío que estaba haciendo.

—Te llevo dentro. —Enzo le dijo y Matías estuvo a punto de preguntar a qué se refería cuando este se le adelantó y lo cargó, lo que le hizo pegar un grito asustado y sujetarse de los hombros de Enzo con fuerza. Pudo escuchar que el alfa se reía de su vergüenza, pero lo acomodó, cargándolo como si se tratara de un marido recién casado que lleva a su esposa a la casa donde vivirán.

Los hombres de Enzo se desplegaron y algunos le siguieron hasta la puerta y después de eso el alfa dio algunas indicaciones y los hombres se movieron después de decir algo que sonaba a un agradecimiento. Enzo sonaba amable con sus hombres y estos le obedecían al toque. Aquello lo impresionaba solo un poco.

Lo bajó en la entrada de la casa, donde el piso ya no era una amenaza para sus pies y al estar de vuelta en sus propios pies, se abrazó nuevamente con la manta y miró todo a su alrededor. La casa estaba iluminada, pero por lo oscuro de la noche, no le prestó atención a la estructura, aunque por dentro era elegante, como se esperaba.

Sangre en tus manos [Enzo x Matías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora