Capítulo 7

142 21 7
                                    

Matías estaba preocupado por Fran, después de la comida con Enzo, no había visto para nada al otro omega, y Enzo se había vuelto al trabajo y él se había quedado en la habitación. Trataba de no pensar mucho en ello, pero la expresión y el llanto de Fran cuando le había alcanzado lo martirizaban por dentro, quería saber qué había pasado por su cabeza cuando él intentó muy estúpidamente escapar cuando probablemente no tenía ninguna oportunidad.

Abrió la libreta que había escogido en una tienda de libros, era de pasta gruesa, de acabado aterciopelado, color negro y con una luna menguante en la portada como única decoración. La había elegido porque esperaba escribir cosas para no perder su sanidad y no aburrirse, también había escogido libros, sorprendentemente aquella librería tenía, aunque muy pocos, algunos libros en español, por lo que los tomó, prefería eso a nada, así que por ahora trataría de no aburrirse con eso, después tendría que preguntarle a Fran qué demonios hacía él para no aburrirse ahí, estaba seguro que el miedo, la incertidumbre y el aburrimiento lo matarían antes que cualquier otra cosa peligrosa que existiera en esa casa.

Escribió la fecha en una esquina de una hoja y comenzó a escribir su primera entrada en lo que desde ese momento se convertiría en su diario. Quería escribir las cosas que sentía y veía, de alguna manera esperando que eso le ayudara a encontrar consuelo o respuestas si es que lo plasmaba de manera diferente, intentó también no poner nada incriminatorio, en caso de que no se le permitiera la privacidad, pero fue lo más sincero que pudo. Por el momento, veía esa libreta como una compañía más. Así que cuando terminó de escribir su primera entrada, estuvo satisfecho de poder hacerlo y de, por un rato, perderse en algo más que sus pensamientos negativos.

(...)

—Enzo me dijo que saldrán a comprar un anillo. —Fue lo primero que escuchó de Fran cuando este entró a su habitación a medio día, Matías fue hacia él de inmediato y descubrió que el bonito rostro de su único amigo estaba rojo en una de sus mejillas.

—¿Qué te pasó? ¿Te pegó? Fran... ¿Por qué? —Matías se acercó al otro omega, no quería invadir su espacio, pero necesitaba saber qué había sucedido, si había sido por su culpa.

—Tranquilo, no pasa nada, solo ignóralo. —Fran se sentó en el sofá de la habitación y el otro omega se dejó caer a su lado, con el rostro fruncido de preocupación.

—No puedo simplemente ignorarlo, ¿qué sucedió?

Fran negó con la cabeza y trató de sonreír, pero esta vez su sonrisa no tocaba sus ojos y Matías lo notó de inmediato, pues aquel omega tenía una distintiva mirada que expresaba demasiadas cosas.

—No quiero hablar de eso, quiero hablar en realidad de lo que vas a hacer hoy. Por favor. —Pidió con algo de desespero en la voz, porque recordar aquello solo le hacía sentir más vulnerable. El daño era irreparable, cada vez que sucedía se llevaba un pedazo de él y hablarlo en voz alta provocaba que se derrumbara la fachada que había construido y con la que se protegía.

Matías se sentó a su lado y tomó las manos de Fran en las suyas y aunque el silencio los increpó por algunos momentos, no iba a dejar que las cosas se quedaran así.

—Yo solo puedo confiar en ti, y de esa forma quiero que confíes en mí. Apenas nos conocemos de días, pero te veo como la boya en el mar en el que estaba a la deriva, naufragando... Si te alejas y te cierras, no tengo más nada. Lo único que me queda es la incertidumbre.

(...)

Para cuando Enzo volvió por la tarde, Fran y Matías estaban sentados en el jardín trasero de la casa, estaban tomando té y bocadillos mientras que el rubio leía una revista y Matías se aburría con uno de los libros que había adquirido de aquella tienda. Los tomos eran viejos y estaban en malas condiciones, las páginas se caían de la pasta, pero era lo que había, así que intentaba leerlos, aunque a duras penas podía concentrase porque le preocupaba la hora de llegada del alfa.

Sangre en tus manos [Enzo x Matías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora