Capítulo IV

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Unos golpes en la puerta llamaron su atención, por lo que tomó el control de la televisión y bajó el volumen; hacía algún rato ya que se había aburrido de estar en la cama sin poder dormirse, por lo cual, harto de estar echado, se levantó y se pasó a la sala, para mirar algo de televisión, aunque tenían muchos canales y casi todos estaban en inglés, el otro tanto en esloveno, así que no entendía mucho de casi nada.

Abrieron la puerta sin esperar respuesta y el omega de la noche pasada apareció en la puerta, saludando con entusiasmo, detrás de él aparecieron dos mujeres, que entraron, saludaron y se dirigieron a la habitación a comenzar a levantar todo.

—¡Buenos días, Matías! —Saludó enérgico el rubio y Matías se alivió de que al menos era este chico omega, quien suponía que se llamaba Fran, y que ahora estaba usando ropa de chico. Unos pantalones deportivos negros y una sudadera blanca. Demasiado casual, nada del despampanante maquillaje o vestido que usaba la noche anterior cuando lo conoció.

—Buenos días. —Saludó de vuelta, aún estaba algo incómodo y cohibido como para darle la misma clase de energía, sobre todo por la mañana, pero el rubio no parecía preocupado por esto.

—Ayer no nos pudimos presentar bien, yo soy Francisco, todos me dicen Fran, así que puedes decirme así también. —El rubio se sentó a su lado en el sofá, pero no se le acercó en caso de que quisiera mantener su espacio privado.

—Es un gusto.

—Yo sé que no lo es, pero descuida, te entiendo, debes tener demasiadas preguntas. —Fran fue sincero y Matías miró sus manos, no estaba preparado para contar toda su historia y mucho menos a un desconocido. —Enzo me contó. —Dijo él, mirándolo fijamente, como si estuviera analizándolo. —Y quiero decir que entiendo cómo te debes de estar sintiendo, sé que es difícil. Será difícil al principio.

—No, dudo mucho que sepas lo que estoy sintiendo. —Respondió Matías, sintiendo rencor y dolor, aunque sabía que aquel no tenía la culpa, pero ojalá no estuviera tratándolo como si todo eso fuera normal.

—Sí que te entiendo. —Repuso el rubio.

—¿Cómo? ¿Cómo serías capaz de entender lo que me pasó? —Matías miró a Fran, sintiéndose exasperado y este le devolvió una mirada fría y seria, no parecía enojado, pero Matías comprendió de inmediato de lo que hablaba el rubio. Aquella misma mirada la había tenido Santiago, por algunos momentos, cuando le hablaba de aquella manera resignada, de aceptación o abnegación, no sabía, pero con Fran era claro, podía verlo, aunque este sonrió y aquella mirada se desvaneció en su cálida sonrisa.

—Tú y yo somos iguales, gordis. Solo tienes que relajarte. —Dijo con su tono animado nuevamente. No lo dijo en esos momentos, porque no era necesario, pero probablemente Fran estaba ahí por la misma razón por la que Matías estaba ahí. En algún punto había sido mercancía también, alguien había pagado por él y ahora estaba ahí, tratando de hacerlo su amigo y que se sintiera menos miserable.

—Lo siento. —Matías se disculpó, en voz baja, no estaba en posición de ponerse grosero ni pesado.

—Descuida. No tienes nada por qué disculparte. Estás molesto y confundido, seguramente todo esto te abruma, pero primero debemos desayunar y te prometo que contestaré todas tus preguntas y luego: compras. Enzo me pidió que te llevara a comprar, y estoy tan contento, hace mucho que no iba de compras, al menos no con alguien, por fin hay alguien con quien conversar, de cualquier otra cosa, del mundo externo, de no sé, de todo. —Fran parecía fascinado, hablaba como si se acabara de topar un nuevo juguete que podía disfrutar, aunque Matías estaba seguro que no lo hacía con mala intención ni nada parecido.

Hubo otros golpes en la puerta y Fran les permitió pasar, había otras dos chicas que saludaron con cordialidad en el idioma que hablaba Enzo, traían un carrito de servicio con varias cosas y comenzaron a moverse para colocar el desayuno en la mesa de la habitación. El jarrón con flores lo retiraron, limpiaron y ordenaron en cuestión de minutos.

Sangre en tus manos [Enzo x Matías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora