Capítulo 8

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El día de la cena llegó demasiado rápido, parecía que había parpadeado y ya estaban los preparativos para aquella cena que parecía un protocolo de realeza.

La casa borboteaba en movimiento, todo mundo estaba de acá a allá haciendo cosas y él trataba de esconderse en el cuarto, de no darse a notar y de no estorbar, sobre todo. Enzo le había dicho que algunos de los que asistirían a aquella fiesta se hospedarían en la casa, en el ala izquierda donde había varias habitaciones dispuestas para invitados de esa clase. Matías suponía que la casa era tan grande que no habría problema, así que solo tenía que mantenerse en aquella habitación y tratar de calmar su ansiedad.

Estaba mortificado. El traje elegante que Fran le había elegido ya no le quedaba de la misma forma, había bajado de peso rápidamente porque comía a duras penas y ahora el traje le iba un tanto flojo, ya no se le veía entallado y tampoco pensaba que lo luciera bien y Fran ya le había dicho que esa cena era todo acerca de apariencias, de la manera en la que el alfa iba a presumirlo frente a todos sus socios. Lo cual le hizo batallar con la pregunta interna sobre qué clase de cosas podría presumir Enzo de él al verse de esa manera.

Tenía la cara un poco picada porque le había dado un ataque de acné debido a todo el estrés que sentía, así que Fran había tratado de bajarle la hinchazón y deshacerse de lo rojizo de sus mejillas con diferentes productos de cuidado de la cara, pero fue imposible. A ese punto sentía que todo estaba jugando en su contra y se sentía cada vez peor.

Enzo seguía insistiendo que no importaba, que se veía bien, que le agradaba su aspecto, pero también notaba que insistía en que comiera, que siempre había nuevos platillos que le llevaban para ver si de esa manera lograba comer. Incluso comenzaron a hacerle platillos que conocía bien, de su país, pero que de todos modos era incapaz de comer del todo por la angustia que aun sentía.

El alfa pensaba que era un problema con la comida, quería creerlo seguramente, antes de creer que Matías simplemente no comía porque odiaba lo que le estaba sucediendo.

Unos toques en la puerta le sacaron de sus pensamientos, así que le puso mute a la pantalla y poco después Fran entró, parecía contento, pese a todo.

—¿Cómo te sientes, gordis? —Le preguntó animado y cerró la puerta tras de él para tener privacidad.

—No te puedo mentir, siento que voy a desmayarme cuando baje. —Fue sincero y Fran chasqueó la lengua, preocupado.

—Tal vez algo de alcohol te relaje, ¿qué dices? Deberías de tomar algo de vino para relajarte.

—Puede que ayude. —Asintió, porque si algo le ayudaría a relajar los nervios, en definitiva era el alcohol. No le gustaba beber, en realidad, muy pocas veces tenía el dinero como para salir a beber, así que nunca fue un hábito que tomara porque era algo costoso y porque tampoco le llamaba la atención, pero ahí parecían ofrecer alcohol a diestra y siniestra, así que tal vez no sería tan malo si tomaba una copa y se relajaba.

—Iré por una botella y traeré algo que pienso que te gustará, ya vengo. —Fran se regresó de inmediato, parecía emocionado, como de esas veces cuando salían y tenía algo nuevo que enseñarle a Matías. Al menos de esa forma pasaba el tiempo.

El rubio regresó no mucho después, traía una botella de vino y dos copas y una bolsa que tomaba del gancho, ropa seguramente.

—Listo, servicio de vino para relajar. —Dejó la bolsa de ropa sobre el sofá y fue a servir las dos copas hasta el tope con vino rojo probablemente costoso.

—Solo tomaré una copa, no te emociones tanto. —Matías se acercó a tomar su copa, Fran sonreía y después le ofreció la copa para hacer un brindis.

Sangre en tus manos [Enzo x Matías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora