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- Porfavor, no pares mi orgasmo - Rogó Duff mientras conducía a gran velocidad en su motocicleta tratando de llegar lo más rápido a su casa.
- No, no, no - Dijiste con tono dominante y burlon al ver al chico rogar; había estado pidiendo algo de sexo en los últimos días así que ese día decidiste aceptar. Llegaron muy rápido a su departamento, te paso y guió a su cuarto. Una vez dentro te tomó por la mandíbula acorralandote contra la pared.
- ¿En serio pensaste que iba a dejar que me dominarás? - Te dijo con un tono dominante. Te soltó y se sentó en medio de su cama teniéndote enfrente de él.
- Quítate la ropa - Ordenó el chico mientras se retrancaba en la cama. Tu naturaleza sumisa lo obedecía. Tu estómago se tenso por el efecto que causaban sus palabras, el mundo se volvió ajeno mientras Duff apreciaba tu desnudez.
- Ahora quita la mía - Dijo él; inmediatamente le retiraste su camisa negra y luego seguiste con su pantalón, dejaste a un lado su cinturón y después por órdenes de él bajaste su bóxer. Estabas de rodillas enfrente de él, completamente desnudos los dos, mientras un calor infernal quemaba sus cuerpos. Tomo tu pelo en una coleta, mientras con su otra mano abría tu boca para guiar su pene dentro de tu boca. Sabías lo que él quería, así que empezaste a chupar la punta de su pene; tus manos poco a poco enrollaron su torso mientras metías más profundo su pene. Te undiste en él. Chupando cada parte de su mástil mientras tus piernas rogaban por su toque. Por su parte él sólo te acariciaba la cabeza. En un movimiento volátil, él tomó tu cabello y te alejó de su pene; levantó tu cabeza y se inclino para estar más cerca de ti, con una mana apretó tus cachetes haciendo que abrieras tu boca para escupir en ella.
- Quiero que lo hagas con tus tetas - Demando mientras se alejaba de ti. Colocaste tu pecho en su entrepierna, poniendo su pene en medio de ellas y con tus dos manos las subias y bajabas. La punta rosada del miembro de Duff había aumentado su tamaño. Intentabas mantener todo su pene dentro de tu boca, pero a los pocos segundos tus arcadas te lo impedían. Alejaste tu pecho de su virilidad. Tomaste su erección y bajaste un poco más para acercarte a sus testículos, los llenaste de saliva y lamiste. Todo tu mentón estaba mojado por la saliva que usabas para lubricar su pene. Su eyaculación estaba cerca, acercaste tu boca y sacaste tu lengua con el propósito de que lo hiciera en tu boca. Tomó tu pelo y guió tu cabeza a su pene, con su mano libre se masturbo para correrse en toda tu cara. Con sus caderas volvió a guiar su pene dentro de tu boca. Tu mirada estaba pérdida de tanto placer que te daba ser forzada a ser obediente.
- El mejor sexo oral de la vida. Eres toda una sumisa ¿No es así? - Aprovechando su agarre en tu pelo, hizo un "sí" con tu cabeza.
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