Capitulo 11

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Lucifer

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Estoy sobrevolando la zona de la explosión.

Abajo están los rescatistas, fue en medio de la selva tropical del suroeste de Asia, y yo traigo el avión que llevara los restos del almirante, y su esposa, la otra nave se llevara los demás restos, yo solo vengo por lo que me pertenece.

No puedo aterrizar así que mi tropa bajara y amarrara las cajas.

Las subirán por medio de las cadenas, voy a llevarlos al comando de Dublín, lugar del que no debieron salir esta mañana.

Pasan de las 11 pm y apenas me los podre llevar conmigo.

—Todo está listo capitán.

—Bien, vete con la tropa no te quiero aquí —Espero a que baje y por el control de mando cierro las compuertas.

—Si señor —Baja por la cuerda que cuelga de la nave y cierro las compuertas para largarme de aquí.

Siento un maldito nudo en la garganta desde que me aviso Hugo lo que había detectado el radar, sin pensarlo Hernán comenzó a desplegar unidades de rescate con la esperanza de encontrar a sus padres vivos, estúpida idea, es obvio que en estos casos no hay nada que rescatar.

Derribados por un maldito misil, y se perfectamente quien fue, no le basto con lo que hizo en México al bastardo, pero ya basta, con o sin Hernán voy a atrapar a ese maldito y juro que va a conocer al diablo en persona.

Llego al comando y ordeno que alisten los féretros para mañana a las 8. Mis soldados bajan las cajas con los restos y se los llevan al área de la ICFM (Institución de Ciencias Forenses de la Marina)

Hernán y Lorian están en la pista, vinieron a recibirnos, ambos tienen los ojos rojos del llanto, se ven mal y muy devastados, y como no si ese maldito nos tumbó a los dos pilares más importantes de esta familia.

Llego a ellos y les doy la información que quieren saber, le pido a una de mis capitanes que se encargue de que todo esté listo para mañana, el trio que dice ser mis amigos y Emma se intentan acercar a mí a darme el maldito pésame.

—Estoy bien— Es lo único que digo pasando junto a ellos ignorando a todo el maldito mundo que no dejan de mirarnos con pesar y lastima.

Me doy un baño y me acuesto en bóxer con un brazo tapando mi cara, solo evoco momentos estúpidos aunque yo no quiera.

Momentos con la abuela, palabras del abuelo, imagen tras imagen invaden mi cabeza, siento ese dolor en el pecho tan profundo, que tengo que tomar grandes becadas de aire para poder respirar.

Siento a alguien dentro de mi dormitorio y me destapo para observar, está a oscuras, pero la luz de la luna se filtra por el enorme ventanal y se puede ver dentro sin problemas.

Veo una sombra caminar lento por la sala y me siento en la cama para verlo mejor, mi dormitorio consiste en dos habitaciones, la estancia y la habitación, no hay puerta para dividir los dos cuartos pero si un muro el cual tienen un arco grande y da la forma de la puerta, es lo que las divide.

Tengo dos sillones negros de cuero en la estancia y una mesa con una pantalla y otra con una enorme pecera.

Y la sombra negra está cruzando justo por en medio de la sala, desde la pecera hasta el sofá.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora