Tercera persona omnisciente
Agosto de 1999
━━━━━━━━※━━━━━━━━
Hoy el pequeño Lucían está cumpliendo 8 años, y hace 3 que es un integrante más de la familia Ditorres.
Marlenne después del medio día pasa al edificio de escolaridad de la IDF a recoger a sus dos pequeños soldaditos para ir a comprar todo lo necesario para la celebración de su pequeño Lucían, aunque él insiste en que su nombre es Lucifer, tal vez más adelante se acostumbre, al fin de cuentas es poco el tiempo que tiene con su nueva familia.
Sale Lorian corriendo para abrazar a su madre con una sonrisa genuina que se abre camino en sus labios, y detrás viene su hermano 3 años más pequeño con sus típicos pequeños lentes negros, puesto que no le gusta que los demás miren sus ojos, ya que nunca falta el infante que se pone a llorar porque tiene los ojos del diablo, o los inadaptados que se burlan de el por ser un poco distinto a los demás, o los curiosos y metiches que nomás están preguntando tonterías.
Excepto ella, la niña pelinegra que le dice que le gusta mirar sus ojos y soñar con ellos, misma niña que no se le despega en el comedor, Emma es una pequeña muy persistente y un tanto molesta, según el criterio de Lucifer.
Después de pasar al súper y abastecer el auto para la celebración, se van hacia su mansión para prepararlo todo antes de que lleguen los invitados.
Ya en casa el pequeño Lucían se encuentra vagando por los jardines de la mansión que ahora ya es un hermoso castillo contemporáneo de 30 habitaciones en total, sin contar los cuartos de servicios y despachos.
Abecés se siente un poco extraño, como si lo estuviera descubriendo por primera vez, cosa extraña pues se supone que siempre ha vivido ahí.
Odia a los niños y jugar con ellos, apenas unos días se agarró a golpes con un cadete 2 años mayor que el por burlarse de sus ojos, el cadete le abrió la ceja a Lucifer y sabe que le quedara una cicatriz de por vida en la misma, pero el mocoso no se fue limpio, la nariz y una costilla le terminaron rostas por la paliza del más pequeño de los Ditorres.
De vez en cuando le gusta platicar con Lorian, su hermano mayor, pero él es muy sociable así que simplemente lo evita fuera de casa, y con la pelinegra que no lo deja tranquilo en el desayuno, cuando están en el comando.
Le gusta escabullirse en ese sitio tan peculiar que es como un templo cilíndrico muy grande, con solo una puerta y varias ventanas pero en lo alto de esta, es estilo contemporánea al igual que el castillo, con una tonalidad en beige que la hace ver muy elegante.
Está escondido en una enorme cueva de piedra al final de los jardines de la mansión y eso hace que le llame más la atención.
Tiene prohibida la entrada ha dicho lugar, dice su abuelo que en unos cuantos años el mismo lo llevara para que conozca lo que hay dentro y más específicamente quien se encuentra ahí, puesto que solo su padre y su abuelo pueden entrar.
Nana Fiona comienza a gritarle que entre, después de ubicar la negra cabellera del pequeño entre los jardines, le dice que ya es hora de soplar las velas, y el chico fastidiado, girando los ojos y arrugando las cejas anchas que tiene obedece sin más, entra a la casa, recorre los grandes salones de la primera planta, pasando los dedos por el papel tapiz de la pared antes de entrar a donde se está llevando la fiesta innecesaria en su honor.
Le toman varias fotografías con sus padres. Su hermano, con sus abuelos, el tío benjamín que vino desde México con la tía Ana y su primo rene, un chiquillo igual de difícil que lucifer.
ESTÁS LEYENDO
Corazones Rotos
RandomQuien diría, que abecés el amor llega a nosotras desde el mismo infierno para acerté arder en él, y quien diría, que abecés somos tan masoquistas, que lo único que queremos es vernos envueltas en esas llamas con los brazos de un demonio acunándonos...