𝐈𝐗. 𝐀gustín 𝐏ardella

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la correcta ; nabález & morat

𝐀𝐆𝐔𝐒𝐓𝐈́𝐍 𝐏𝐀𝐑𝐃𝐄𝐋𝐋𝐀

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𝐀𝐆𝐔𝐒𝐓𝐈́𝐍 𝐏𝐀𝐑𝐃𝐄𝐋𝐋𝐀

«Creo que es la chica correcta... No vayas a decírselo, que yo jamás tuve el valor...»

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EL MOMENTO, la hora y el lugar adecuado. Para Agustín, esas palabras no eran otra cosa sino estupideces.
Todos dicen que cuando algo te debe llegar, en algún momento iba a llegar, pero él no estaba seguro de que eso fuera cierto, ¿Cómo sabría esa persona cuando aparecerse en tu vida? ¿Cómo sabría ese accidente que debe suceder en ese momento precioso? ¿Cómo sabría aquella decisión cuando llegar?

Tal vez era lógica, o tal vez el constante mal humor que sufría últimamente.
Las cosas no habían salido muy bien esos días, así que no sabía qué hacer con las "palabras de aliento" que sus amigos y familiares le daban.

—Dale, Gus, vamos al cine —pidió Andy sacudiendo el hombro de su amigo.

—No tengo ganas de ir —respondió por cuarta vez en esos diez minutos.

—Sos un aburrido —reprochó Fran, dándose media vuelta para irse con sus amigos y dejar a Agustín solo en aquella cafetería.

No solían salir a lugares tan tranquilos y últimamente Agustín no salía a los planes de sus amigos, pero aquella tarde fue básicamente secuestrado por uno de ellos para ir. Fran lo había acompañado a una cita médica y después lo había arrastrado hasta aquella cafetería.
Ahora estaba ahí solo sin saber muy bien como regresar a su casa, pues de cualquier manera no tenía ni la más mínima idea de  hacia donde lo habían llevado sus amigos.

Sentado en la mesa, con los vasos vacíos del café, evaluó su situación.
Estaba solo, y no únicamente en aquel café... Su vida estaba vacía como los vasos abandonados en la mesa. Había terminado con su novia, las cosas no iban bien con su salud según el doctor y tal vez todo era su culpa.

Soltó un suspiro y escondió su rostro entre sus manos, no quería estar ahí, no quería estar en ningún lado, quería desaparecerse, quería que nadie notara que su vida estaba mal y que a raíz de aquellos dos problemas todo lo demás se había derrumbado. Estaba harto de todo.

—Perdón, ¿Puedo recoger los vasos? —preguntó una voz femenina, sacándolo de sus pensamientos.

Levantó la vista y se encontró con un par de ojos que lo miraban con compasión. ¿Es que la gente no veía lo harto que estaba de que le dieran esa mirada? Le recordaban constantemente que no estaba bien y que ya no sabía qué más hacer.
Asintió intentando no parecer grosero, pues a pesar de todo, sus padres le habían enseñado a ser amable aún si su vida se estaba yendo por un caño.

𝐎ne 𝐒hots 𝐋𝐒𝐃𝐋𝐍 𝐂ast ; ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora