3-Herida

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El motor ruge con intensidad mientras avanzamos por las calles

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El motor ruge con intensidad mientras avanzamos por las calles. Estoy sentada en el asiento del copiloto, mi vestido de fiesta rozando mis piernas, una mezcla extraña de elegancia y adrenalina recorriendo mi cuerpo. A mi lado, está él, su mirada es firme, concentrada en la carretera que se despliega frente a nosotros.

Miro por la ventana y veo las luces de la ciudad desvaneciéndose a medida que nos adentramos en la oscuridad de la noche. Estaba un poco nerviosa ante su presencia a mi lado, sentía el peso de su mirada sobre mí de vez en cuando.

Me preparé recogiéndome el pelo y asegurándome de que las armas seguían sujetas a mis muslos gracias a una tira negra. Ajusté mi vestido, asegurándome de que no me impidiera moverme con libertad cuando llegara el momento de la acción.

El coche se desliza por el camino mientras nos adentramos en el espeso bosque. Las ramas de los árboles se entrelazan sobre nosotros, creando un dosel oscuro que parece absorber la luz de la luna. El aire fresco del bosque se cuela por la ventana abierta, trayendo consigo el aroma terroso de la naturaleza.

Bajamos del coche y gracias a la chaqueta que se había dejado mi prima en la parte de atrás, la colgué en un árbol para así atraer a Scott y evitar que deambule por Beacon Hills en su primera luna llena.

—Está aquí, prepárate —advirtió Derek, alerta.

—Ya estoy lista —respondí, poniéndome en posición de ataque con mis cuchillos, lista para enfrentar al hombre lobo.

Sentí los pasos agresivos acercándose a nosotros, Derek estaba a mi lado, su presencia era un ancla de seguridad en medio del caos. No noté cuando unos brazos fuertes me arrebataron del suelo, lanzándome con fuerza contra la dura superficie. De repente, me encontré con Scott encima de mí, sus ojos destellaban con una ferocidad que no reconocía. Actué por instinto, utilizando el cuchillo para defenderme, rasguñando su rostro en el proceso. Antes de que pudiera contraatacar, Derek intervino, separándonos y haciéndose rodar por el suelo en una lucha desesperada.

Me incorporé con dificultad, observando cómo Derek forcejeaba con Scott cerca de un árbol cercano.

—¿Qué le hiciste? —exclamó Scott con angustia.

—Silencio —ordenó Derek con firmeza.

—Derek, ¿qué ocurre? —pregunté confundida, intentando entender la situación.

—Ya es tarde, están aquí, corre —respondió Derek, su tono cargado de urgencia.

Entendí de inmediato.

Eran cazadores, pero no cualquiera, sino mi tío entre ellos. El lobo gruñón que me protegía, me ocultó hábilmente entre las sombras para evitar ser descubierta.

En ese momento, me debatí entre ayudar a mi familia o socorrer a Scott, un recién convertido Beta que luchaba por controlarse. Sabía que si mi padre lo encontraba, sería su fin.

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