6-Cumpleaños

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Me encuentro de pie en medio del frondoso bosque, sintiendo la frescura del aire y el suave murmullo de las hojas movidas por la brisa

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Me encuentro de pie en medio del frondoso bosque, sintiendo la frescura del aire y el suave murmullo de las hojas movidas por la brisa. A mi lado, mi madre Kate, observa con orgullo mientras nos preparamos para nuestro entrenamiento cuerpo a cuerpo. Ha pasado un mes desde la última vez que nos vimos, y estoy ansiosa por demostrarle cómo he progresado.

—¿Lista, Nia? —pregunta Kate con una sonrisa alentadora, su voz resonando con confianza.

Asiento con determinación, sintiendo la emoción correr por mis venas —Sí, mamá. Estoy lista.

Nos preparamos en posición de combate, nuestras miradas fijas una en la otra, listas para el desafío que se avecina. Cuando comenzamos a movernos, puedo sentir la energía palpable entre nosotras, una conexión que solo madre e hija pueden tener.

Kate lanzó un golpe rápido hacia mí, sus movimientos tan fluidos como el agua que fluye en un arroyo. Con reflejos agudos, esquivé su golpe con un movimiento ágil hacia atrás, sintiendo la brisa del golpe a mi lado.

Nuestros ojos se encontraron brevemente en medio del combate, chispas de respeto y competitividad brillando en ellos. Sin perder un segundo, contraataqué con un movimiento propio, lanzando un golpe hacia su costado con rapidez y precisión. Sin embargo, Kate anticipó mi ataque y se movió con gracia para bloquearlo, demostrando una vez más su habilidad y experiencia en el arte del combate.

A pesar del esfuerzo y la tensión del combate, no podía evitar sentir una chispa de emoción y alegría en mi interior. Pelear contra mi madre era más que solo un desafío físico; era una oportunidad para demostrar mi valía y fortaleza, y para aprender de alguien que admiraba profundamente. En ese momento, en medio del bosque, éramos dos guerreras unidas por el lazo más fuerte de todos: el amor de madre e hija.

Después de unos minutos de intenso combate, nos detenemos para recuperar el aliento. Kate me mira con una sonrisa de satisfacción—Has mejorado mucho, Nia. Tus movimientos son más rápidos y precisos desde la última vez que nos vimos.

La elogio me llena de alegría y gratitud —Gracias, mamá. Tu entrenamiento y tus consejos realmente están dando sus frutos.

Nos tomamos un momento para descansar, aprovechando la tranquilidad del bosque que nos rodea. Aunque sé que aún tengo mucho por aprender, este momento con mi madre, compartiendo nuestra pasión por el combate, es invaluable. Juntas, somos más fuertes de lo que jamás podríamos ser por separado.

 Juntas, somos más fuertes de lo que jamás podríamos ser por separado

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