Amenazar.

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Después de casi cuatro años, la mayoria de estos con malos tratos, Miguel finalmente había abierto los ojos, su relación con Luis estaba estancada y por más que lo amara o intentara arreglar las cosas para salvar aquel "bonito" noviazgo, simplemente ya no tenía solución, por lo que luego de 3 días pensando en esto, pudo tener el valor necesario para hablar con Luis y terminar con él.

Para esto, Miguel había preparado una deliciosa cena para cuando Luis llegara a casa, así tendría un bonito recuerdo de como terminaron, a comparación de la mayoría de parejas que siempre terminan en mala condiciones y con una pelea.
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Pasaron las horas y Luis no llegaba, Miguel ya se imaginaba lo que estaba haciendo, follando con alguna de sus compañeras de trabajo o algo así... Esperó y esperó un poco más, la cena ya se había enfriado y Miguel empezaba tener sueño, pensó en simplemente dejarlo para mañana e irse a dormir pero escuchó el sonido de la puerta principal abriéndose.

-¡Ah! Luis, finalmente llegas.

Musitó en un tono cansado mientras se dirigía a su amado para abrazarlo, deseaba darle una última y cálida bienvenida. Por otro lado, Luis llegaba con la ropa medio desordenada y algunas marcas en el cuello, no era necesario ser muy inteligente para saber de que eran.

-Hpmh, ¿Ahora por qué tan cariñoso?

-Bueno, te preparé la cena, también quería hablarte sobre algo importante.

-Lo siento, amor, pero ya cene en la calle, pero está bien, hablemos, espero que sea rápido porque vengo muy cansado...

Un sentimiento de ligera decepción y tristeza nace dentro de Miguel al escuchar esto, pero no lo expresa.

-Bueno... está bien, no hay problema, por favor, siéntate.

-A ver, ¿Por qué tanto misterio?

-No es misterio, solo es algo importante y quiero que lo hablemos seriamente.

-Pues ya, suéltalo que ya me quiero ir a dormir.

-Quiero terminar contigo, te dejo... he notado perfectamente como ya no me miras con los mismo ojos, ya no siento amor por tu parte y no quiero obligarte a estar conmi-

Sus palabras fueron interrumpidas al sentir un fuerte agarre en su mandíbula, Luis lo agarró con zaña y lo acercó a él, tenía una expresión que denotaba su furia, casi parecía que había un brillo carmín en sus ojos.

-¿Tú?, ¿Tú me vas a terminar a mí?, oh no, claro que no, estás bien pendejo si crees que te voy a dejar ir tan fácil, yo a ti te amo, no importa si no lo sientes así.

-¡Luis, suéltame! Me estás lastimando, ¡Duele!

-Escucha esto porque solo lo voy a decir una vez, si tú me dejas, ¡Yo me mato! ¡Te juro que me mato!

Luis lo soltó aventandolo al sofá con fuerza, se dirigió a la cocina a paso rápido para tomar un cuchillo. Miguel solo lo siguió, preocupado por lo que fuera a hacer. Cuando lo vio con el cuchillo su ritmo cardíaco aceleró de golpe, sus ojos se empezaron a humedecer y su respiración se volvió errática, Luis puso el cuchillo en su propia garganta, yendo directamente por la yugular, pero aún sin cortarse.

-¡No, Luis, no lo hagas! ¡Por favor, te lo ruego, no te lastimes!

-Entonces dime que no me vas a dejar, dímelo ¡Ahora!, sabes que soy capaz de hacerlo así que dilo, dime que me amas, dime que no me vas a dejar nunca.

En un atisbo de desesperación, Miguel pierde la fuerza en las piernas y cae ante Luis de rodillas, mientras empieza a llorar en el frío suelo, no puede evitar sentirse culpable por lo que está a punto de hacer Luis.

-¡Está bien, está bien!, ¡No te voy a dejar! ¡Nunca lo haré, yo te amo! ¡Te amo mucho, por favor no hagas eso!

Abrazó la pierna de Luis, rogando a Dios por que su amado no le dé fin a su vida, sabiendo que si eso pasa probablemente él mismo moriría en vida.

-¡Juramelo, Miguel, juramelo!

Lágrimas falsas empiezan a resbalarce por la mejillas del mentiroso, dándose a sí mismo un aspecto más "vulnerable" y "débil", poniéndose en el papel de víctima, mismo que claramente no le corresponde.

-¡Te lo juro, te lo juro por mida, mi amor! Por favor perdóname por decir eso, ya suelta ese cuchillo, ¿Sí?

La voz rota de Miguel sonaba llena de desespero y preocupación mientras llora e intenta quitar el cuchillo de las manos ajenas con suavidad, teniendo éxito al recibir el cuchillo.

-Eso, dame a mí el cuchillo, cálmate...

Intentaba mantener un tono tranquilo y suave para calamar a su novio, pero le era imposible ante tal situación. Rodeó al mayor con sus brazos para consolarlo, acarició sus mejillas suavemente para secar sus lágrimas, pegó sus frentes con cariño.

Poco a poco Luis se iba calmando con las caricias y abrazos de Miguel, que buen actor era.

Violentometro (Papufresco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora