JIN NO BAJÓ las escaleras los dos días siguientes. Todavía estaba agotado, pero mayormente feliz, y pasó su tiempo durmiendo en el sofá o en la cama. En el tercer día, bajó por un rato en la mañana para ver a los chicos. Arregló algunas cosas aquí y allá, pero fue más que nada para socializar, para reírse y para sentir el calor del sol en su piel. Esa noche hizo la cena y lavó la ropa, así que definitivamente se sentía mejor.
Aunque todavía estaba mimoso, no es que me importara esa parte. Pero tan pronto como me veía, necesitaba que lo tocaran: un abrazo, un beso, abrazarse en el sofá. Había admitido que su contratiempo lo había asustado, y yo le creí.
No se quejaba de estar aburrido, de estar encerrado dentro, de no poder trabajar. Creo que lo que más le asustaba era lo cerca que había estado de dar ese paso atrás, estar a un paso de no poder volver.
Estaba realmente escuchando a su cuerpo, no presionando para volver a su nueva normalidad, sino dejando que su mente y su cuerpo le dijeran cuándo estaba listo.
El viernes, Jin se quedó abajo con nosotros por un poco más de tiempo, aunque probablemente fue sólo por curiosidad. Esperaba que tres personas vinieran a una entrevista de trabajo antes del almuerzo. La agencia de empleo había hecho el trabajo duro y lo redujo a un posible empleado, pero yo me reuniría y decidiría quién pensaba que sería el más adecuado.
La primera chica era joven y probablemente tenía potencial, pero no podía pasar la entrevista sin revisar su teléfono. El segundo era un tipo al que Davo y yo habíamos pillado mirando a Seokjin, y cuando se dio cuenta de que le habían pillado, sonrió y murmuró algo sobre un bocadillo.
Obviamente fue un duro y jodido no.
Seguí adelante con la entrevista con él, aunque ya había tomado una decisión. No ayudó el hecho de que Davo se quedara de pie donde pudiera verlo a través de la puerta de mi oficina, riéndose a carcajadas.
Cuando se fue, Davo, aún sonriendo, dijo:
—Tu cara. Toda la entrevista. Dios mío, qué gracioso.
—¿Qué fue lo gracioso? —Preguntó Jin.
—Ese tipo pensó que eras un bocadillo —dijo Davo, riéndose de nuevo—. Pensé que Jungkook iba a matarlo.
Seokjin parecía confundido y horrorizado.
—¿Un bocadillo?
—Algo para comer —explicó Sparra—. Es algo nuevo que los chicos dicen hoy en día.
Le llevó un segundo, pero asintió.
—Oh.
Refunfuñé.
—Ni siquiera trató de ocultarlo. —Apunté a mi pecho—. Seokjin es mi bocadillo. Y de todos modos, él no sabía una mierda sobre motos o nada...
Dejé de hablar porque Davo se reía tanto que iba a reventarle algo. Se agarró a su costado.
—Ay, carajo. Una punzada.
Le estuvo merecido.
Jin me sonreía.
—Soy tu bocadillo, ¿verdad?
Estaba haciendo pucheros y no me importaba.
—Sí.
Eso, por supuesto, hizo que Davo se riera de nuevo, aunque todavía tenía que sostener su costado. Eso no lo detuvo.
—Oh Dios, el Jungkook celoso es mi favorito.
Cabrón.
Seokjin vino a mi oficina, a mi silla, y apoyó su culo en mi escritorio. Fue bueno verlo sonreír.
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"Mi corazón no puede olvidar"- FINAL
DiversosTercer y ultimo libro de esta serie. "Perdí muchas piezas de mi vida. Todavía faltan años en mi memoria, pero he encontrado mucho más". "Las piezas de nosotros son todo lo que importa".