—¿QUÉ ESTAS haciendo aquí? —Preguntó Jin con recelo.
Apenas estaba en la puerta, a una distancia segura de su madre. Janet tenía el pelo corto, marrón oscuro y gris, ojos duros, y sus labios estaban presionados en una constante línea delgada.
Llevaba unos horribles pantalones grises de chándal y unas zapatillas blancas que parecían de plástico. Su suéter era rosa, y también horrible, pero la mirada en su rostro... su desprecio hizo que su falsa sonrisa fuera una mueca.
—Pensé en venir a verte. Rebecca me contó sobre el accidente. —Ella lo miró de arriba a abajo, dándole al bastón de caminar una nueva mirada—. Ahora pareces estar bien.
Me puse furioso, y tal vez gruñí porque tanto Jin como su madre me miraron. Estaba demasiado enojado para hablar.
—Veo que todavía eres... —dijo ella, agitando su mano hacia los dos, su falsa sonrisa apretada e incómoda.
—Todavía gay, todavía juntos —me mordí la lengua—. ¿Nos vamos con el que más odies?
Ella hizo un gesto despectivo, pero Jin puso su mano en mi brazo.
—Yo me encargo de esto.
Ella me sonrió con satisfacción, y yo quería sacarla de esa silla y echarla de mi taller.
Jin entró cojeando y sacó una silla. Suavemente se sentó en ella y mantuvo su bastón entre sus piernas. Me quedé de pie en la puerta con los brazos cruzados, y Seokjin me sonrió antes de palmear la silla a su lado.
—Siéntate conmigo, Kook.
La sonrisa de Janet murió, y al menos eso me hizo sonreír. Jin se volvió hacia su madre.
—Todavía no estoy seguro de lo que estás haciendo aquí —dijo—. El accidente fue hace tres meses.
—Becca dijo que necesitabas tiempo para recuperarte —dijo, como si eso fuera una excusa justificable.
—Casi muero —dijo, girando la cabeza y señalando su cicatriz—.Se llama lesión cerebral traumática. Estuve en el hospital durante semanas y ni siquiera llamaste.
—Sé que no quedamos en muy buenos términos la última vez —comenzó.
—Seokjin no recuerda la última vez que te vimos —le expliqué—. Pero yo sí. Recuerdo los nombres que le llamaste, los nombres que me llamaste. Recuerdo cómo nos dijiste que íbamos a ir al infierno y lo asquerosos que somos. No lo recuerda. —Me metí el dedo en el pecho—. Pero yo lo hago, joder.
Jin me frunció el ceño.
—Dijiste que no dijo cosas bonitas. ¿Es eso lo que dijo?
Negué con la cabeza.
—No quería molestarte. Y lo siento, Jin.
Ella frunció los labios y resopló.
—Yo estaba enojada. Y no lo dije así.
La miré fijamente, aturdido de que lo negara.
—Recuerdo cuando me dijiste esas cosas cuando salí del closet, y otra vez antes de que me mudara a Darwin —dijo Jin—. Así que si Jungkook dice que eso es lo que dijiste en otra ocasión, entonces le creo.
Se aclaró la garganta y habló como si no le importara lo que Seokjin acababa de decir.
—Bueno, esperaba que pudiéramos superar eso.
Entonces me di cuenta de lo que estaba haciendo aquí. O, más concretamente, por qué estaba aquí.
—Jesucristo —dije, asqueado—. Quiero que te vayas.
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"Mi corazón no puede olvidar"- FINAL
RastgeleTercer y ultimo libro de esta serie. "Perdí muchas piezas de mi vida. Todavía faltan años en mi memoria, pero he encontrado mucho más". "Las piezas de nosotros son todo lo que importa".