First Meet

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El día que conoció a Charlie era un recuerdo con el que Vaggie había creado un doble vínculo. Odiaba que ese día llegara, odiaba cumplir con su trabajo como exterminadora, odiaba ver cómo todos le dieron la espalda por sus dudas, odiaba los dolores fantasma que aún la acechaban dónde una vez estuvo su ojo izquierdo y alas, odiaba recordar cómo el miedo la inundó al verse sola e indefensa, odiaba recordarse tan débil, odiaba lo que pasó.

Pero, al mismo tiempo, agradecía las decisiones que había tomado ese día, se alegraba de la reacción sanguinaria de su superior al dejarla a su suerte. De no ser por eso, no habría estado vagando sin rumbo, no habría caído presa del cansancio y el dolor, no habría despertado la compasión de un demonio, no habría conocido a Charlie. No podía odiar un recuerdo si este contenía el momento en el que conoció a la persona que cambiaría su vida.

Aunque aún no quedaba claro si sería para mejor, o peor.

Recuerda que al inicio el pánico la inundaba, no tenía a donde ir, no conocía el lugar, nunca puso atención a su alrededor cuando cumplía su labor. Estaba expuesta, débil, había intentado deshacerse de su sangre y la ropa que la delataba, esperando pasar desapercibida como una pecadora más, pero no tenía fuerzas para alejarse de la evidencia. No tenía fuerzas para seguir, no tenía nada con qué defenderse si lo necesitara. Sin nada que perder, ni una razón para seguir, simplemente se dejó caer contra un bote de basura, a la espera de cualquiera que quisiera sacarla de su miseria.

Aunque eso fue lo que pensó, todo su cuerpo se paralizó cuando vió una sombra negra con brillantes ojos rojos acercándose. El miedo se apoderó de su cuerpo, pero no tenía fuerzas para levantarse, lo que fuera que ese demonio quisiera hacer, ella no sería capaz de impedirlo.

Pero contrario a todo pensamiento, aquella sombra no le hizo nada. Al acercarse más, notó a una hermosa chica, con piel tan blanca como la porcelana, mejillas rojas y un largo cabello rubio. Tenía una expresión de preocupación, acercándose rápidamente a su cuerpo. No pudo evitar el sobresalto cuando vió que acercó algo a su rostro, relajándose un poco al notar que se trataba de una venda, cubriendo ahora su cuenca izquierda. Conmovida por el acto, le dió una pequeña sonrisa apenada. La chica pareció ponerse un poco nerviosa ante esto.

- ¿Crees poder caminar? - Dijo la misteriosa rubia con una voz muy dulce.

- ¿Disculpa? - Vaggie quedó algo desconcertada por la pregunta.

- ¿Crees poder caminar? - Repitió sin problema, pero también añadió: - Puedo acompañarte a tu hogar para que descanses, tienes que curar tus heridas para que puedan sanar, es más delicado cuando hablamos de armas celestiales. - Su sonrisa se notaba nerviosa, desviaba la mirada y tenía sujeto su cuello con una de sus manos.

- Yo no... No tengo... - A Vaggie le costaba hablar, todo su esfuerzo estaba puesto en no dejar que el cansancio y el dolor ganaran. Pero la rubia no pareció entender a lo que se refería. - Un... Hogar.

- Oh... ¡Oh, no me digas! ¿Recién llegas al infierno? - Su expresión preocupada ahora se mezclaba con una profunda tristeza. Vaggie solo se limitó a asentir. - Eso es terrible, caer justo en un día de exterminio, pobrecita, ¡Has pasado por mucho! - Decidida, tomo a la pequeña chica herida en sus brazos, Vaggie se asustó por la acción repentina, haciéndola aferrarse al cuello de la más alta al sentirse lejos del suelo. - No te preocupes, te prometo que no quiero hacerte daño.

- ¿A dónde.... Piensas... Llevarme...? - Vaggie iba resignada, no le parecía alguien mala, pero aún si lo fuera, no es que pudiera hacer mucho al respecto. Podría estarla llevando a una sala de tortura y ella no tenía ni la fuerza ni las herramientas para evitarlo, que pasara lo que tuviera que pasar.

Fading [Chaggie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora