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Un año pasó más rápido de lo que Vaggie esperaba, y muchas cosas pasaron junto con él.
La relación con Charlie había avanzado enormemente, ahora ambas eran muy cercanas, aunque al principio no fue fácil para ella.
Sus heridas habían tardado meses en sanar, mismo tiempo que le costó acostumbrarse a su nueva realidad. El cambio de percepción hacía que constantemente perdiera el equilibrio, o chocara con las paredes y muebles. Charlie se aseguraba de estar a su lado para evitar que terminara más lastimada de lo que ya estaba, pero también dejaba que se moviera por su cuenta, lo que menos quería era hacerla sentir que perdió su independencia.
Esos momentos eran acompañados por charlas casuales, aunque quien mayormente hablaba era Charlie, Vaggie solo se dedicaba a escuchar, estando más concentrada en evitar todos los obstáculos dispuestos en el edificio. Pero aún si, prestaba atención a lo que la rubia le contaba, muchas eran anécdotas de su infancia, muchos pensamientos del momento, planes a futuro, cosas que le gustaban y las que no. Realmente aprendió mucho de ella en sus ligeras caminatas, que fuera un libro abierto hizo que se ganara su confianza más rápido de lo normal, eso y los innumerables cuidados que había tenido con ella desde que la encontró.
Aunque hubo un tiempo en el que tomó cierta distancia con la rubia, no por temor a encariñarse cuando ella le pidiera que encontrara otro lugar, Charlie le había asegurado que podía quedarse allí si así lo deseaba, lo que activó su paranoia fue descubrir quién era. La mismísima princesa de todo el infierno, la hija del ángel caído más poderoso creado por Dios, Lucifer, y la primera humana habitante en la tierra, Lilith. Como si la locación no fuera lo suficientemente mala, resulta que terminó bajo el mismo techo que el fruto del pecado en sí mismo.
Eso definitivamente la hizo subir los muros que día a día habían ido bajando, ya no dejaba tanto la habitación, procuraba hablar lo menos posible y no podía evitar sobresaltarse cuando la demonio se acercaba para ayudarla a subir las escaleras. Podía ver en su rostro que esas acciones la lastimaban, pero eran involuntarias. Volvía a temer por lo que fuera a pasarle, hasta ahora Charlie había sido extremadamente amable, pero eso podía cambiar si descubriera quién era en realidad, más aún sabiendo lo mucho que odiaba los exterminios y a quienes los perpetraban. Esa expresión amable desaparecería, ese trato suave y delicado se volvería tosco, si tiene suerte, probablemente la eche a la calle de inmediato en lugar de matarla. Ya le había tomado cierto cariño, y esos pensamientos la lastimaban, pero debía ser realista, lo mejor era ir acostumbrándose a estar sola y vulnerable de nuevo.
Por su parte, Charlie entendía a qué se debía su repentino cambio de actitud, pero entenderlo no hacía que doliera menos. Habían dos formas en que los demonios reaccionaban al conocer su estatus, la mayoría se burlaba o intentaba aprovecharse de ella, pero había una pequeña parte que se sentían aterrados por su ascendencia y salían corriendo o la evitaban a toda costa. Sinceramente no había pensado en cómo reaccionaría la más baja al enterarse, pero una pequeña parte de ella esperaba que no se guiara por lo que solían decir de su familia. Se había acostumbrado tanto a su presencia que no soportaría que decidiera irse, aunque tampoco podría obligarla si así fuera.
Charlie había decidido darle su espacio, estando atenta a lo lejos por si en algún momento necesitaba ayuda o veía riesgo de que cayera de nuevo. Vaggie analizaba la situación y los comportamientos de la otra, aún sin atreverse a acercarse, debatía si confiar en lo que había visto hasta el momento y quedarse allí, o creer en lo que siempre le habían dicho y alejarse de ahí. Su mente la impulsaba a hacer lo segundo, pero algo siempre lo evitaba, no sentía correcto irse así nomás, y una extraña presión en su pecho la atormentaba con cada rechazo a la rubia.
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Fading [Chaggie]
FanfictionEnamorarte de tu mejor amiga es un arma de doble filo. De ser correspondido, tendrías a tu alma gemela a tu lado, no solo de forma platónica. Pero de no serlo, no solo perderás a esa persona, también puede llevarte a la muerte.