Ángel.

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—¿Cómo pudiste traerlo? —Tom se levantó y le sacó a su amigo su bebida y comenzó a tomarla.

—Yo quería venir. Idiota.

Tom se había quedado la semana entera escondido en casa de Gema. El domingo volvían sus padres, por lo que tenia que irse ya que sus papas andaban buscándolo por toda la ciudad y no iba a poder evitarlos por siempre. Lo medicaron en el hospital pero cuando insistieron en hacer el reporte a la policía ya que él era un menor, huyo corriendo, arrancándose los sueros y los cables conectados a él.

Gema terminó por convencer a Andreas de que no dijera nada, pero incluso los padres de Andreas estaban al tanto de la huida de Tom de su casa, y estaban alerta. No tenia dinero ni ningún lugar a donde huir. No le importaba, se había decidido que le domingo era su ultimátum, tenía que afrontar su vida.

Comía más de lo que lo hacia en lo de su mejor amigo y se sentía más vivo, ya que antes de arrancarse las intravenosas, los doctores habían logrado pasarle bastante nutrientes a su débil cuerpo para estabilizarlo un poco. No paraba de fumar, ni un segundo dudaba en ponerse a fumar. Pero es que Gema era una fumadora compulsiva y al tener ciento de cajas escondidas en su habitación, Tom no dudo en robar un par para él.

La gente hacia barullo, le molestaba que le chocaran pero tampoco iba a realizar un escandalo por ello. En cierta forma sentía paz de no estar solo él con su mente. Tom se dio media vuelta observando a sus amigos. Parecían estar discutiendo sobre alguna boludez, y sonrió. Los quería. Eran lo mejor que le había pasado en la vida. Volvió su vista al frente, era un recital en las afueras de la ciudad en un complejo deportivo, una banda que no le gustaba pero dios, como disfrutaba de escuchar la música en vivo.  Debian de haber unas 3000 personas allí, era un complejo enorme y la banda era conocida, aunque él dudaba de si tenían buen sonido.

—¿Vas a dejarme algo de cerveza? —Tom sonrió. —¡Ah, te la tomaste toda! —Dijo Andreas parándose frente a él y viendo la botella vacía de Corona.

Tom comenzó a reírse y a rogarle que compre más para ambos, ya que no tenia ni un centavo encima. Andreas acepto y Gema decidió acompañarlo. Tom insistió en que estaría bien solo y lo dejaron, la barra estaba a unos metros y Tom estaba sonriente mirando la banda, parecía realmente tranquilo.

—Seis cervezas por favor. — El chico de la barra asintió. Ambos se dieron vuelta a ver a Tom, apoyado en un canterito de una planta moviendo su cabeza de forma tranquila.

—Se ve bien. ¿No?

—Incluso me hizo chistes para que le compre cerveza. Extrañaba este Tom.

—Demasiado bien para todo lo que vivió. —Ambos se miraron con una sonrisa pero con una mirada amarga, no importaba si Tom de la nada volvía a ser un ser de luz y a comer normal, siempre se preocuparían por él.

—Tal vez ya volvió a ser el de antes... —Dijo Gema feliz. —Y vuelve a Basquetbol, y se arregla con sus padres y todo esto va a ser como un mal recuerdo del que nadie hablara jamás y ya. —Sujetó las cervezas con gracia y sonrió. Andreas negó con una sonrisa boba y le dio un beso en la frente.

—Ojala mi reina, ojala dios te escuche.

Los tres escucharon música y bailaron, tomaron cerveza y rieron. Como en los viejos tiempos.

Nadie estaba borracho pero todos admitían estar algo alegres. Gema escucho que luego del recital pondrían luces y música para continuar y los tres pensaron que seria divertido pero Andreas dijo que era mejor irse. Ya hacia tres horas estaban parados sin sentarse.

—Buuuuuuu abuelo. —Dijo Tom. La verdad era, que era su ultimo sábado de libertad, ya el domingo tenia que afrontar su vida y no quería, la verdad era que divertirse así, lo hacia feliz. No sabia si esto iba a volver a pasar porque a la hora en que pise su casa, su madre lo internaría en un psiquiátrico por anoréxico y desobediente y tampoco iba al colegio, otro problema que no quería asumir. 

-Fear-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora