Saluda Chip.

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Bill se encontraba sentado en su silla, estaba un poco eufórico. Bastante más de lo que podía controlar, por lo que la energía que tenia y los ruidos de aquellas voces no se calmaron con la primera dosis de tranquilizantes. El doctor al ver que no se dormía, decidió administrarle otra dosis para que cayera dormido. Iban a ser 24 horas que no dormía.

Bill estaba teniendo un episodio maniaco, donde no tenia un segundo de silencio en su cabeza, y para el colmo, la abstinencia de las drogas era cada vez más fuerte.

Sus ojos fijaron la vista en el bolsillo donde el enfermero tenía la inyección.

—¿Entiendes que no podemos darte más nada? — El doctor miró las pastillas. —Metadona es lo único que podemos darte, porque claramente estás teniendo una crisis de abstinencia. Tienes que pasar por esto, pero después de esta etapa vas a sentirte mejor. No puedes volver a llamarnos después de esto porque ya no puedo adminístrate más nada.

Bill, asfixiado con el calor, saturado, y algo confundido con lo que debía o no hacer, espero a que el doctor bajara la guardia para golpearlo y robarle todas las drogas que llevaba encima.

Tomo y se inyecto lo primero que encontró en sus bolsillos. No fue lo que necesitaba pero era algo. Sus piernas se debilitaron y se dejó caer al suelo de rodillas y perdiendo el control de su cabeza. Cabizbajo, ido, con la aguja aun en su brazo, sintió por primera vez en horas paz.

No estaban hablando ni molestando. Era la primera vez en día y medio que lograba tener un momento a solas. Ellos ya no le molestaban, nadie le gritaba cosas feas, ni le taladraba la cabeza con insultos y acusaciones.

Sin notarlo, el enfermero había tocado el botón de emergencia. Al cabo de un rato llegaron otros enfermeros que acudieron para trasladarlo a una sala de emergencia y realizarle un lavado de estomago. Bill no opuso resistencia ya que no tenia fuerza alguna. Se desmayó.


Bill... — No podía mover sus parpados. Le costaba mucho abrirlos.—...Hijo...eu...— Movió sus ojos hacia la izquierda. La luz le encandilaba a tal punto de no ver absolutamente nada. Inhaló de forma profunda, buscando con ello recuperar algo de lucidez.

—No creo.... queee... sea algo... bue....no... ¿no me escu...cha?

Seguimos administrándole metadona pero luego del lavado de estomago de ayer, va a tardar en recuperar fuerzas.

Abrió sus ojos. Las luces rectangulares le confundían. ¿Era eso un panel? ¿Su cuarto había cambiado? Cuando sintió el peculiar olor a hospital entendió que estaba en un cuarto de alguna clínica o algo. Sin mover su cabeza vio a su derecha unos guantes azules ponerle algo en un cable transparente. ¿Esa cosa llegaba hasta su cuerpo? Una maquina sonó a lo lejos. Hacia como un tip tip tip. ¿Bip? Luego de unos eternos segundos de procesar su entorno se percató de una calidez anormal en su mano derecha. Alguien le estaba sosteniendo y acariciando su mano derecha.

Inclinándose cómo le era posible logró ver a su padre sosteniendo su mano y hablando con lo que parecía ser un doctor. Ambos se percataron de que estaba despierto y pusieron los ojos en él.

Bill entró en pánico. Se soltó de su padre y a pesar de no tener fuerzas intentó arrancarse las intravenosas y todos los cables pegados a él usando su mano derecha, pero cuando los demás amagaron a detenerlo el cayó en la cuenta de que tenia su mano izquierda amarrada a la cama donde se encontraba.

—¡¿Qué es esto?! —Si su mente no estuviera tan dopada sentiría ansiedad por estar amarrado contra su voluntad a un palo de una cama hospitalaria. —¡Ayuda! ¡Ayuda!

Los enfermaron entraron a la velocidad de la luz pero Jorg se paró frente a él, y le tomo del rostro. El doctor a cargo levantó su mano haciendo una señala de stop para los camilleros.

-Fear-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora