La tarde en el parque del campo de los Señores Schell.

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Los señores Schell, eran la pareja amiga de toda la vida de los padres de Simone. Cuando los padres de Simone murieron a causa del choque automovilístico a sus viente años, la relación con los amigos de sus padres, se volvió intima. Ellos, los señores Schell, Serena Schell y Oliver Schell, se habían vuelto cómo sus padres, cómo su propia familia. Habían estado de viaje por dos meses, y por lo tanto, hacia dos meses que no los veía, y los extrañaba muchísimo. Estaba feliz de ir a pasar el domingo a su casa de campo porque tenía mil cosas que contarle y además, lo gemelos nunca habían ido ahí, por lo que sería un día super lindo y divertido.

-No entiendo porqué tenemos que ir a la casa de esos viejos aburridos. – Se quejó Bill. Tenía ganas de morirse ahí mismo antes que dejar la consola de vídeos juegos.

-No seas así Bill, tu madre tiene muchas ganas de ir. –Simone subió al auto, sonriente, feliz, y ansiosa.

-¿Trajiste protector solar? –Preguntó Simone, revisando su mochila por última vez. Gordon asintió. Arrancaron el viaje para la casa de campo que quedaba a las afuera de la ciudad.

-Quería llegar al nivel diez hoy... –Dijo Bill, Tom lo miró.

-Yo también, pero mejor, cállate, mamá se va a poner mal si te escucha ser tan insensible con esto. –El menor desvió la mirada a los asientos delanteros, Gordon y su madre hablaban, reían, ajenos a todo.

-No me importa. No quiero ir.

-Estás yendo bobo, no puedes dejar de ir, estamos en el auto. Y el auto ya esta yendo hacia el lugar, daaaa –Bill empujó a Tom, y Tom le sacó la lengua, comenzaron a pelearse juguetonamente.

-¡Chicos no peleen en el auto! – Gritó Simone desde el asiento del copiloto. Ambos dejaron de tocarse, y se miraron divertidos.

-Tonto.

-Inútil.

-Estúpido.

-Pajero.

-¡Chicos! – Simoné se volteó, indignada. –¡¿Se puede saber de donde sacaron esas palabrotas?! ¡¿Cómo pueden decir esos insultos?! – Tom y Bill sonrieron, cómplices, por las noches miraban canales de adultos y Mtv. Pero su madre no lo sabía y era mejor que siguiera pensando qué sólo miraban dibujitos.

-Dejalos Simone... van a hacer lo que quieran por más que los fuerces a ser señoritos ingleses.

Tom y Bill se echaron a reír.

El viaje transcurrió. Bill y Tom jugaban al veo veo, juego aburrido y viejo que Gordon les había enseñado sólo para acallar sus quejas de que el viaje era demasiado largo, de que no llegaban más etc.

-Veo.... veo... algo color.... ¡WOU! – Emoción, mucha emoción, se deslumbró al ver esa casona.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué?! – Tom se zafó del cinturón de seguridad y se movió hasta la ventanilla de Bill. -¡Wooou! ¡Qué casa!

-¡Mira ese parque!

-¡Tiene muchas flores! ¡Mira ese árbol! ¡¡Es enormeeee!!! – Simone sonrió viendo a los niños felices, y emocionados por ver lo que era el campo de los Schell. El auto se detuvo. Ambos gemelos voltearon a ver a su madre.

-Llegamos chicos. – Se miraron entre ellos, y abrieron la puerta del auto casi tirandose al suelo y comenzado a corretear por todos lados y empujarse mutuamente. La pareja de ancianos llegó, saludaron a Gordon y a Simone con unos fuertes abrazos, pero Bill y Tom no dejaban de empujarse mutuamente hacia el pasto y rodar a través de las plantas. Se disculpó por no poder calmarlos y todos rieron.

-Fear-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora