Latte

37 4 0
                                    

Changbin sintió caerse de espaldas al ver el latte de cortesía con el dibujo de una rosa. Miró a ambos lados en busca de la cámara oculta. La noche pasada no era algo que desearía invocar en esos momentos. La impotencia ya era su desayuno apenas abrió los ojos. No podía siquiera recordar algún momento de la cena sin sentir vergüenza ajena. Creyó haberlo hecho todo bien. Ofreció rosas, pidió lo más caro del menú (ahorró un mes antes), comieron un postre y la conversación fue más que agradable.

Jia le resultó una mujer encantadora. Su rutina consistía en despertarse y, a la par que realizaba su desayuno, ordenaba los temarios de sus clases, los cuales ya los había desarrollado con un año de antelación, tanto para el colegio como para el instituto privado. Ya en el colegio preparaba la pizarra y corregía alguna que otra tarea que no pudo terminar la noche anterior. Comenzaba con sus alumnos de primer año, cuatro horas cátedra de matemáticas a diario. Descansaba alrededor de las 09:00 a. m. Mencionó que su café favorito era el negro. Se servía unas tres tazas al día. Por la noche daba clases en el instituto privado. Changbin le cuestionó si poseía alumnos particulares, a lo que ella respondió que no. Explicó que había una regla que prohibía a los profesores ofrecer ventajas adicionales entre los alumnos de un mismo colegio o institución. Jia apreciaba a sus alumnos, al igual que Changbin. El plan de un matrimonio no sonaba cerca. Jia sintió su carisma; sin embargo, la magia desapareció al ver su baja estatura.

Ella no resultaba ser prejuiciosa; al contrario, siempre se encontraba dispuesta a salir con todo tipo de hombre. Aun así, no pudo negar su incomodidad. Sus estándares en términos estéticos no se reflejaban en Changbin. Lo decidió cuando salieron del restaurante. Lamentablemente, debía decirle a su querido compañero Han que Changbin era apuesto, amable y atento, pero sus gustos personales sobresalían cada vez que pensaba en él. Sintió una gran pena al aventar el ramo de rosas ya lejos de él.

Felix observó al cliente que, de nuevo, optó por sentarse al fondo y en la esquina. No lo conocía personalmente, pero pensó que un latte con una rosa lo animaría. Ayer él entregó un ramo que fue desechado en la basura; hoy recibiría algo similar porque se lo merecía. El joven mesero se acercó al barista.

-Creo que no le agradó el latte.

-Dile adiós a la boda en Australia y los viajes alrededor del mundo –respondió Felix totalmente desesperanzado.

La hora pico de la cafetería ya había pasado. Estaban rozando las 11 de la mañana. El clima era diferente al de ayer; la temperatura se elevó y continuaría hasta que chocara con la noche para descender nuevamente. A pesar del mal recuerdo, Changbin decidió darle un sorbo a la bebida. No era algo que usualmente pediría. Era suave y cremoso, tanto que resultaba reconfortante. Rodeó ambas manos sobre la caliente taza y dejó que lo cálido se extendiera por su cuerpo. Estaba tan solo que podía jurar que casi se sintió como un abrazo. Changbin llamó al joven mesero, el cual lo atendió con una amable sonrisa. Felix miró en su dirección, con mucha intriga. Jeongin caminó con pasos acelerados, tratando de ocultar su inminente emoción.

Felix fingió estar ocupado, mirando inquietamente a Jeongin, quien fue detenido por un cliente en el camino. Desvió su mirada por décima vez en el día hacia Changbin y lo vio con una amplia sonrisa. La cafetería cerró en su horario habitual. Jeongin lucía alterado. Se estaba aguantando la emoción desde unas largas horas. Felix se despidió del personal restante y corrió hasta Jeongin, quien comenzó a dar saltitos.

-Dime ¿Qué te dijo? –demandó el rubio, sentía que en cualquier momento se comería todas las uñas por la emoción.

-Me dijo que me agradece por el café, se sintió como un cálido abrazo.

La sonrisa de Felix se desvaneció.

-¿Y qué hay de mí? ¿No era que no te gustaban los hombres?

-Siempre hay una primera vez.

Un latte con expresso. || changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora