¿Soy buena persona?

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-¿¡Por qué!?-Aquella voz resonó por toda la casa, era tan fuerte que podía aturdir a quien sea estando cerca.-¿¡Por qué eres tan inútil? ¿¡Qué no ves que quiero descansar!? ¿¡Acaso no puedo llorar? No, porque tengo que tragarme las ganas porque tengo que estar bien para ustedes y sin unos putos malagradecidos.

-Pero mamita, tengo hambre.-Tal vez llorar no arreglará nada, pero era natural que un niño llorará, y no estaba mal, pero a ella solo la hacia enojar más, como si al fuego le pusieran más carbón.

-¡Yo quería estar sola, pero por tus mierdas tengo que cocinar.-Mientras más gritos daba ella, él pequeño lloraba aún más por él miedo que sentía de verla así.-¡Yo enferma o no, estresada y con mis problemas tengo que levantarme para ustedes, pero ustedes son egoístas, solo piensan en ustedes! ¿¡Por qué no te aborte!?

Nadie sabía porque estaba así de enojada, menos alguien inocente como un niño, un niño que apenas había salido del kinder y que solo quería estar con su mamá, pero ella no quería estar con él.

Mientras más crecía más se daba cuenta de qué su mamá lo odiaba bastante, ella siempre tenía que levantarse de la cama para hacer de comer, los deberes de la casa y criar a dos hijos que lo único que habían cometido era nacer.

Cuántas veces vió a su madre enojada, cuántos reclamos le había hecho, cuántos golpes no recibió por ser solo un pequeño niño. No sabía porque ella actuaba así, el lo único que quería era que estuviera orgullosa de ella.

Esos recuerdos empezaron a ser confusos, casi inexistentes de un momento a otro, escuchaba como alguien lo llamaba a lo lejos, pero cada vez que escuchaba su nombre se hacía más fuerte esa voz.

-Víctor, estás ardiendo en fiebre-Sentia como una mano le tocaba la frente y también de un jalón le quitaron las cobijas que lo tapaban.

-¿Qué?-Cuando empezó a despertar se sentía agotado, como si no hubiera dormido nada, al igual que la cabeza se le hacía pesada y en cualquier momento creía que estallaría.

-Y por eso estás así, duermes en boxers. Tampoco irás a la escuela hoy.-Su hermana le acarició el pelo pero Victor se hizo a un lado para que dejara de hacerlo.-Te llevaré al doctor después de ir a dejar a Benjamín a la escuela.

-Estoy bien, duermo asi ¿Y que?, puedo ir a la escuela.-Intento sentarse en el borde de su cama pero él se sentía muy cansado y débil para poder quedarse así.-Tengo que...

-No, no lo estás, quédate acostado, ahora Víctor.-Su hermana ayudó a que Víctor se acostara y aunque al principio él intento resistirse pero la debilidad corporal le ganó.-Te voy a traer algo, por favor no te levantes.

Ella sabía a la perfección que Víctor le llevaría la contraria, dejara de conocer a su propio hermano, desde que sus padres dejaron de estar en casa, él cambio poco a poco.

-Yo puedo solo, déjame en paz.-Y sin importarle la indicación de su hermana y su fatiga y se levantó para irse a preparar el desayuno.-¿Lo ves? Estoy bien.

Carla detuvo el intento de su hermano por caminar con su mano y lo miró, pero no estaba enojada, menos fastidiada, tenía los ojos vidriosos al punto de querer llorar, las cejas levantadas y una pequeña sonrisa a medias.

-Te quiero Víctor, y esa es la razón principal por la que te cuido.-Volvió a recostar a su hermano sobre la cama mientras su hermano de notaba enojado.

Al fin y al cabo ella era la hermana mayor y tenía la responsabilidad más grande, cuidar a sus hermanos y en especial a Víctor ya que era quien más necesita de alguien que lo cuidara.

Salió de la habitación de su hermano mientras él se quedaba mirando el techo mientras el escurrimiento nasal lo molestaba cada cierto tiempo.

Cuando intento cerrar los ojos y conciliar el sueño su pequeño hermano entro a la habitación sin permiso y sin tocar antes, cosa que le molestaba de su hermano menor.

Mi Corazón Llevá Tu NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora