De todos los días que tenía la semana, el viernes era el día menos favorito que pudiera tener. Pero en sí no era el día, era lo que tenía que hacer hoy.
La clase de historia no eran aburridas pero el tener cuatro horas seguidas de clase era algo tedioso y llegaba un punto en el que no podía más, aún con descansos de la clase de vez en cuando.
-Oscar, es la tercera vez que lo repito y no me logras entender aún.-Noto que su alumno movía sus pupilas de un lado a otro tratando de encontrar una respuesta.
-Perdon, profesor, solo que no logró entender muy bien.-Agacho su cabeza mirando los apuntes que había anotado, pero tampoco lograba entenderlos porque estaban revueltos.-Una vez más, por favor.
-No, Oscar, hace más de media hora que acabó la clase y tengo que irme.-Guardo en su mochila las hojas y dos libros de la clase de hoy.-Voy a esperaré a que tú mamá baje, le quiero comentar unas cuantas cosas.
-Esta bien, lo veo la siguiente semana.-Dijo con un tono muy apagado mientras se levantaba de la mesa.
Camino a un paso lento hasta el patio trasero de su casa para poder relajarse y tratar de que sus lágrimas no empezarán a caer
-Hola, Joaquín.-Una mujer habló llamando la atención del profesor. Bajaba las escaleras mostrando una elegancia digna de alguien como ella. -¿Y Mateo?
-Esta en el patio. Pero quería hablarle en privado.-Don Roberto miró a la mamá de su alumno un tanto confundida.-Tranquila, no es nada malo
-Ah.-Se tocó el pecho suspirando aliviada, ella sabía que Mateo nunca había tenido problemas con las escuelas ni menos con sus tutores.-Claro.
Caminaron hasta la sala de aquella gran casa, la mujer se sentó en el sofá de enmedio mientras él profesor se sentó en la esquina del sofá que estaba a un lado.
-Ahora sí, dígame Joaquín, ¿De qué quería hablarme?-La señora tomo asiento en uno de los sillones de la sal solo después de que don Roberto haya tomado lugar también.
-Señora, su hijo es muy distraído en mi clase, le hace falta apoyo que yo ni usted pueden darle.-Ella sabía a qué se refería el chico, pero ella sabía que su hijo no estaba preparado para eso.-Necesita que chicos de su misma edad puedan ayudarle, no puede siempre estar aquí y menos cuando ya va a cumplir los quince años.
-Yo... no lo sé, el no está preparado para ese tipo de situaciones ¿Que hará si vuelve a tener otro problema como en de hace unos años?-Ella empezó a soltar varias lágrimas empapando su rostro, no quería ver mal a su hijo, ella quería meterlo en una burbuja hasta que el estuviera listo para enfrentar el mundo.
-Yo entiendo su preocupación señora, pero Mateo necesita dar ese paso en su vida, en algún punto nos pasan esas cosas. Unas buenas, otras malas y mejores, así funciona nuestro mundo.-Él con una sonrisa un tanto apagada pero aún así una mirada llena de admiración.-Si mi hijo todavía estuviera conmigo lo protegería tanto como lo hace usted con Mateo.
La señora se limpió sus lágrimas y volteo a ver a su hijo leyendo feliz mientras la señorita de la cocina le daba su comida y Mateo le agradeció por el gesto.
-Mateo es muy diferente a ellos, él no tiene las mismas condiciones que los demás, mi Mati está bien así.-Cuando dijo eso ella sonrió orgullosa de su hijo.-Yo se que mi hijo es diferente a los demás, le gustan otras cosas, quiero protegerlo de aquellas que puedan dañarlo... Pero tiene razón.
-Yo se lo que se siente, si hubiera tenido la posibilidad hubiera encerrado a mi hijo en una cajita donde no lo sacaría nunca.-Derramó unas cuantas lágrimas que después se seco con su brazo.-Mire, es normal que sienta miedo, pero Mateo necesita conocer el mundo que lo rodea ¿No creé?
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Mi Corazón Llevá Tu Nombre
Novela JuvenilUn chico tan dulce, lindo y cariñoso que tiene mucho para dar y el mundo no lo ha dejado hacerlo. Un chico destrozado, lleno de tristeza que necesita un poco de amor y el mundo no se lo dió.