Éramos tan felices.

5.9K 813 36
                                    

—Es Jimin, perdió al bebé —expulsó en un hilo de voz apenas inteligible.

Parpadeó un par de veces, a la vez que la expresión de su rostro se tiñó de oscuridad. La sensación opresiva cobró sentido y ganó peso en sus entrañas. Su hijo había muerto.

Liberó a Soonyoung como ausente, como si de pronto le hubiesen arrancado el alma. No había razón para no creerle, lo sabía desde antes, lo había sentido todo el tiempo.

¿Pero qué había pasado? ¿Había tenido un accidente? Necesitaba verlo.

Poniéndose de pie retrocedió con la mirada perdida en un punto incierto del colchón en el que antes había estado, las sábanas ahí arrugadas donde se sentó.

—Jungkook —lo llamó angustiado al sentirlo cada vez más lejano y al verle tan roto—, Jungkook, escúchame —pidió comenzando a llorar, porque le dolía la situación y porque no podía hacer más postrado en aquella cama.

Desearía tener la fuerza para levantarse y abrazar al alfa.

—¿Dónde está? —emitió aturdido, sin saber exactamente dónde se encontraba él, perdiendo el sentido por completo.

—Se ha ido —respondió apartando las cobijas de sus piernas, listo para intentar incorporarse en cualquier momento—, no sabemos su paradero, dejó todas sus pertenencias aquí —explicó con la esperanza de que Jungkook reaccionara.

La brecha entre ellos parecía ir en aumento, como un abismo que les separaba, saltar del otro lado era similar a caer en tinieblas.

—Lo traeré de vuelta —formuló siendo la única certeza que en ese instante poseía.

Giró en dirección a la puerta, apenas avanzó dos pasos cuando los brazos de Soonyoung lo rodearon por la espalda.

—Tienes que dejarlo ir, fue su elección y él sabe que aquí estaremos si necesita algo —dijo gastando hasta la última gota de energía que conservaba en aprisionarlo para que no escapara, para que no volara lejos de su alcance, donde ni siquiera fuese capaz de verlo.

Jungkook lo tomó por las muñecas, sus largos dedos rodeando la delicada piel del omega.

—Soy yo quien lo necesita, y sé que él también lo hace.

Era consciente de lo que había perdido, de lo que estaba por renunciar y de que quizá, el riesgo a tomar, no le traería más que dolor.

—Yo también te necesito, nuestro bebé te necesita —suplicó negándose a soltarlo.

Era su esposo, el alfa con el que había compartido cinco años de su vida, tendrían una familia, eran felices, el destino los había unido, debían permanecer juntos. Si el Soonyoung de diecinueve años lo viera ahora se sentiría muy avergonzado, aferrándose a un lobo que no lo quería, pero es que aquel que fue, había cambiado, había experimentado tanto al lado de Jungkook que no podía simplemente quedarse de brazos cruzados y dejarlo partir. Su orgullo no era más grande que el amor que le profesaba.

—Sabes que no lo haces, lo sabes —pronunció con suavidad, con temor a herirlo más de lo que seguro ya lo había hecho.

—¡¿Cómo puedes decirlo tan convencido?! ¡¿Acaso no sientes cómo me estoy destruyendo?! —replicó furioso, por su tono amable, porque no necesitaba su compasión, lo necesitaba a él.

—Nunca me necesitaste, ni yo a ti. Estábamos cómodos, nos sentíamos bien así, con la presencia del otro, con el cariño que nos tenemos. Y podría vivir así hasta morir, contigo, porque eres maravilloso... Pero no puedo hacerlo después de conocer a Jimin... —decidió callar, qué más daría por tener todo en claro.

Por poder leer sus sentimientos como si se tratase de un libro, pero no era tan sencillo. Por primera vez estaba dejando todo el trabajo a su instinto. No le había mentido a Soonyoung, mas debían ser honestos, no era amor lo que en ese momento les unía.

Era la culpa, quizá la obsesión, tal vez se debía a los viejos tiempos. A los buenos momentos compartidos, las lágrimas y los sueños.

—Si rompes el vínculo nos destruirás —le advirtió como último recurso. No se rendiría.

—El vínculo ya está roto —respondió ejerciendo una ligera presión en sus muñecas para poder liberarse—, ya no puedo sentirte como antes, y sé que tú tampoco lo haces...

—¡¿Cómo puedes tirar todo lo que formamos a la basura?! ¿Cómo puedes olvidarte de mí? ¿Del amor que un día juraste sentir? —insistió herido, porque su futuro era brillante, aún en la adversidad, ellos creían eran indestructibles.

—No te olvidaré, ni a nuestro hijo, él merece crecer en un ambiente sano, sin que uno de sus padres dude —respondió consiguiendo desprenderse de su agarre, y sin soltarlo, lo encaró. Las manos de Soonyoung en el aire, apretadas en puños dispuestos a golpearle.

—¡No hables de nuestro hijo, que no lo mereces! Nos estás abandonando en el momento justo en que estamos más vulnerables —reclamó perdiendo el control de sus emociones.

De seguir así podría sufrir un aborto, solo aquel pensamiento consiguió que se frenara y pusiera distancia con Jungkook.

El alfa hizo amago de ayudarlo a regresar a la cama, sin embargo Soonyoung lo empujó y lo logró por su cuenta.

Estaba irritado, herido y con el corazón hecho añicos.

—Algún día encontrarás a alguien que te haga sentir...

—¿Amor? —lo interrumpió con frialdad—. Yo no sé si lo nuestro era amor, pero estaba bien con ello.

—Cuando llegue el indicado no opinarás lo mismo —se atrevió a contestar ganándose una mirada de odio.

—Vete —expulsó formando con sus labios una fina línea, su mandíbula temblando—. Vete antes de me sea imposible soltarte y no me importe perder al bebé por detenerte —escupió aquellas palabras con esfuerzo.

El abismo volviéndose cada vez más real y el silencio que les envolvió el cruel presagio de que no había vuelta atrás.

Jungkook contempló el vientre de Soonyoung unos segundos antes de salir, dejando atrás al omega con el que se había casado por deber, el que había resultado ser mucho más increíble de lo que un día imaginó, y el que le enseñó una forma invaluable de ser feliz. Él también creyó que nada ni nadie se podía interponer entre ellos. Que estaban destinados.

✧✦✧

Sin dinero encima, no tuvo más opción que dirigirse al banco. Ahí reportó su tarjeta como extraviada y tras esperar una hora logró que le dieran una nueva. Sacó la cantidad justa para pagar el transporte y hospedaje una vez estuviese lejos de Seúl y tuviese que parar a descansar.

En aquella cuidad a la que había decidido escapar sabía encontraría la paz tanto anhelada, la región era boscosa y ya hallaría la forma de sobrevivir, por el momento lo único que le importaba era poner distancia, entre el dolor y la pérdida, entre Jungkook y él.

La mayor parte del tiempo se la pasó durmiendo, apenas comía y ni siquiera se molestó en comprar el medicamento que sabía necesitaba. Lo único que deseaba era dejar de pensar, dejar de sentir y dejar de añorar lo imposible.

Demacrado llegó a su destino, encontró un pequeño hotel donde decidió quedarse. Los primeros dos días no salió ni por comida, al tercero pidió servicio a la habitación y tras los primeros bocados, corrió al baño para vaciar su estómago.

Los siguientes fueron más o menos lo mismo. Jimin no tenía ganas ni de ocuparse de sí mismo, cada vez se sumía más en la miseria.

Cuando se quedó sin dinero para pagar el hotel tuvo que buscar un cajero, y también algún lugar donde pudiese conseguir ropa nueva, ya que lo único que compró al llegar fue ropa interior.

Las personas que pasaban por su lado lo observaban asombrados por su palidez y mal estado. Sin embargo, Jimin ni siquiera se percató de ello. En su cabeza solo ocupaba espacio el hecho de que necesitaba sacar dinero.

En una pequeña plaza vislumbró lo que tanto buscaba, se dirigió sin prestar atención a su alrededor, hasta que sentado en una banca cerca del cajero, descubrió por el rabillo del ojo una figura familiar.

Aquella persona le sonrió.

éramos indestructibles › kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora