Your eyes, they say 'Nein'.

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Las primeras semanas no percibió ningún cambio destacable en su cuerpo o salud, fue a inicios del primer mes que comenzó a sentirse fatigado cuando acompañaba a Soonyoung —y quizá era paranoia suya, pero estaba seguro que su abdomen se veía más abultado de lo normal—.

Fue entonces que decidió permanecer en casa y comenzar con ejercicios de yoga, ya que era una actividad nueva para él, empezó con una rutina sencilla, de meditación y relajación. Le habían dicho que hacer yoga ayudaría a aumentar su función inmunológica, que también reduciría su estrés, y que le serviría para prepararlo para el parto. No necesitó escuchar más para convencerse de los beneficios que obtendría, por ello a su rutina diaria agregó aquellos ejercicios.

Todo marchaba relativamente bien, la mayoría del tiempo estaba con Soonyoung, que había comprobado, su presencia no le molestaba en absoluto. Por esa misma razón, cuando le vio salir apresuradamente de la propiedad con un par de maletas, sintió que la sangre se le bajó hasta los pies.

Al parecer, su abuela estaba en el hospital muy grave y ya que residía en Namyangju, Soonyoung pasaría una temporada en un hotel cerca del centro médico para estar al pendiente de su salud.

Jungkook lo acompañó hasta el automóvil, lo despidió con un beso y con palabras de ánimo. Jimin permaneció en el salón pensando en el omega, definitivamente se sentiría muy solitario sin él, aunque entendía que en ese momento Soonyoung tenía prioridades y no debía ser egoísta.

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La biblioteca de los Jeon se podía describir a la perfección con una palabra, impresionante.

Desde que ya no podía colarse a la oficina de Soonyoung y mantener una plática casual con él, pasaba todas las tardes en aquel sitio.

Era triste desayunar y comer solo. Jungkook normalmente salía muy temprano por la mañana y llegaba ya que el sol se había ocultado, entonces estar en su habitación encerrado mirando televisión le deprimía más que estar rodeado de estanterías y del olor de los libros.

Jimin tenía preferencia por las novelas, sin embargo, igual no descartaba libros históricos, pero prefería relatos fantasiosos antes que sucesos pasados. Más si en alguno hacían mención de un personaje con hijos, cerraba el libro al instante. No quería relacionarse con nada que le transmitiera un sentimiento de cariño similar al que debería profesar a la criatura que llevaba en el vientre. Aunque para el cuarto día sin Soonyoung, sucedió.

Estaba tirado en un puff cómodamente, con "El principito" en manos cuando soltó:

—¿Te está gustando la historia? A mí sí, la leí cuando tenía diez años y a esa edad no le tomé tanto interés como ahora —dijo dirigiéndose claramente al bebé.

Al percatarse de lo que había hecho soltó el libro dejándolo caer en su regazo.

El peor error que podía cometer era comenzar a hablarle. Sin embargo, la sensación cálida en su pecho, de que aquella frágil criatura realmente se estaba formando en él, le hizo sentir más fuerte. Como si su vida comenzara a tener sentido.

Un deseo egoísta se constituyó en su interior; en verdad desearía poder tomarlo en brazos algún día.

—Traje algo para cenar, ¿quieres acompañarme?

La voz del alfa le hizo dar un respingo. Llevó su diestra al centro de su pecho para tranquilizarse.

—Gracias, sí... —respondió poniéndose de pie.

Seguro se había dado cuenta que lo había asustado cuando lo llamó, y le alivió que no lo mencionara.

En la mesa ya le esperaba un plato enorme de ensalada. Sin ser consciente una mueca se coló en su rostro.

éramos indestructibles › kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora