Tell me if I'll ever know a blessing in disguise.

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Estrés. Fiebre psicógena.

Era la respuesta al episodio de aquella espantosa madrugada.

Ahora que iban de regreso a la lujosa propiedad de los Jeon, el omega no podía mirar a Jungkook a los ojos. Seguro en ese momento pensaba que lo había preocupado por una tontería, que él era una molestia con problemas estúpidos a los que les daba una importancia inmerecida. Que el mundo real tenía verdaderas dificultades por ofrecer, y que debía aprender a controlar sus infantiles emociones.

Pasó frenéticamente su lengua por su labio inferior, en un acto inconsciente por tragarse los remordimientos que se retorcían sin piedad en su interior, tampoco pudo evitar morder sus uñas, y habría continuado así por el resto del camino de no ser porque el alfa detuvo el automóvil y se giró para observarlo.

—Jimin, sabes que si algo te está incomodando puedes decirme. Intentaré ayudarte. Lo haré —pronunció a la vez que su expresión se volvió más suave.

Sorprendido por sus amables palabras negó con la cabeza.

—Todo está bien conmigo, es solo que a veces pienso en cosas inútiles y...

—No me gusta eso de ti, que siempre minimizas tus sentimientos —dijo cortando su explicación de tajo con voz firme—, me importa lo que sucede contigo, quiero que estés bien, y sé mejor que nadie que si algo te preocupa es por una buena razón. Así que no pienses en quedarte callado y fingir, que no funcionará.

Al terminar de hablar apretó sus manos en puños, impotente ante la situación. No podía hacer más si Jimin no se lo permitía.

Permanecieron en silencio los siguientes segundos, en que el ruido de sus respiraciones fue lo único atreviéndose a irrumpir en el vacío que se había formado entre ellos.

Los autos que pasaban al lado, eran prueba de que el tiempo no se había detenido. Al menos no habían quedado atrapados.

—Lo lamento, en verdad no es nada —insistió cerrando los ojos.

Prefería que lo reprendiera a que intentara entenderlo, porque si lo hacía descubriría los sentimientos que albergaba en su corazón por él, y que jamás podrían ser correspondidos. Tenía a Soonyoung, no lo necesitaba ni un poco.

—Sal del auto —dijo con las manos en el volante y mirando al frente. Al escucharlo, Jimin abrió los ojos de golpe, asustado por su repentino cambio de actitud—. Anda —demandó.

Con la cara pálida obedeció, después de todo, ¿qué podía hacer él? Ni siquiera aferrarse era una opción, no tenía nada a lo cual hacerlo. No poseía más que su nombre, el apellido por el que antes respondía ya ni le pertenecía.

Sintiéndose pequeño, como si el mundo lo aplastara con todo su colosal peso, empujó la portezuela y retrocedió.

No tenía a dónde ir, no tenía un celular —mucho menos a quién llamar—, no había traído consigo su cartera, sin embargo, en ningún momento pensó en protestar.

Dio un paso más hacia atrás y el golpe de su espalda contra algo —o alguien—, le hizo encogerse.

—Vamos —escuchó a su espalda la voz del alfa—, daremos un paseo.

Su mano fue presa por la de Jungkook, que entrelazado sus dedos le arrastró consigo.

Sin comprender lo que sucedía se dejó hacer, demasiado perdido para reaccionar. No prestó atención a su alrededor, ni al ruido furioso de la ciudad, tan solo se enfocó en el calor que incrementaba en su palma y que era transmitido por Jeon.

De un instante había pasado de tener nada a tenerlo todo.

Continuaron caminando, Jimin sin saber el destino que le deparaba, pero si era guiado por el adverso, entonces le daba igual si le conducía al infierno.

Se detuvieron frente a una banca de lo que parecía un parque tranquilo. El sonido que producían las aves le resultó reconfortante, ojalá algún día pudiese unirse a la armonía de la naturaleza.

Jungkook le hizo sentar y arrodillándose ante él lo tomó por las mejillas que por el viaje y el viento, su piel se había tornado fría.

—Eres transparente, ¿lo sabías? Puedo saber que algo va mal con solo mirar tus ojos —pronunció sin la dureza de antes.

Acorralado, y sin más protección que su determinación, sonrió sin ganas.

—He estado pensando que una vez te entregue al bebé, regresaré con mi familia, y me casaré con ese alfa que mi padre eligió —mintió, no sabía si funcionaría, pero debía intentarlo. Era mejor que confesar la verdad que no traería más que problemas al matrimonio Jeon.

Jungkook frunció el ceño, desconcertado.

—Pero ese tipo te lastimará, no tiene ningún respeto por los omegas, eso es bien sabido por todos —respondió sintiendo que perdía el control de su lobo, que furioso le exigía que lo detuviera de cometer aquel error a toda costa.

—Quizá me suceda lo que a Soonyoung y a ti, tal vez el destino me quiera junto a él, por eso alejarme no me ha traído más que problemas, con suerte lo pueda llegar a amar como lo haces con Soonyoung, y pueda ser feliz a su lado, llevar su marca y darle los hijos que desee —explicó con tristeza, sin creer en sus propias palabras.

Un compañero que él no había elegido, no era lo que realmente quería. Lo que deseaba, estaba fuera de su alcance.

—¿Estás loco?, no puedes hacerlo —rebatió acercándose a su rostro para que no perdiera detalle de su amenazante expresión y de esa forma le obedeciera.

Sin embargo, Jimin no le temía. Aunque sacara garras y colmillos, sabía no le haría daño.

—Por supuesto que sí, nada me lo impedirá una vez que esto termine —enunció con suavidad, tomando las manos del alfa para apartarlas de sus mejillas.

Solo consiguió que resbalaran hasta su cuello, y una vez allí, de un violento impulso, Jungkook selló sus labios en un beso.

✧✦✧

Se había negado a ver a un médico, cuando su esposo le propuso llevarlo con Jimin a consulta, le respondió que no se preocupara por él, que solo era cansancio acumulado.

Sin embargo, después de dormir por horas no se sentía mejor, ni siquiera podría explicar su problema, no tenía la temperatura alta, ni tosía constantemente, tampoco alguna parte específica del cuerpo le dolía. No entendía qué le estaba sucediendo, era como si alguien le hubiese drenado cada gramo de energía, como si alguna fuerza externa le mantuviese en la cama postrado.

Cuando intentó alcanzar su teléfono, que estaba sobre la mesa de noche, para llamar a Jungkook, su cuerpo no resistió y cayó de bruces en el suelo.

De su nariz brotó un hilillo de sangre que pronto llegó a sus labios, el sabor metálico le erizó la piel. Intentó ponerse de pie, pero aquella fuerza extraña ahora le anclaba al suelo. Sus extremidades estaban demasiado pesadas para facilitarle la tarea de levantarse.

—¡Jungkook! —lo llamó temeroso, porque era la primera vez que se ponía así, aunque solía ser enfermizo, el reposo le funcionaba y ahora parecía que ni eso era suficiente—. ¡Jungkook! —gritó llevándose toda la fuerza que poseía.

Aunque fue inútil. Por más que observó la puerta esperanzado de que apareciera su alfa, nunca lo hizo.

La marca, su unión, debía percibir que Soonyoung estaba en peligro. No recordaba ni una sola vez que no lo hiciera.

Seguramente estaba haciendo todo lo posible por llegar a su lado, en cualquier momento su celular timbraría, Jungkook intentaría comunicarse con él, porque debía sentirlo.

Esperó por segundos, su piel enfriándose, su sangre ensuciando la alfombra, su vista comenzando a nublarse. Pero nada.

Jungkook parecía ignorarlo, parecía que lo había olvidado por completo.

Quiso negarse a creerlo, tal vez en ese instante estaba poniendo el mundo de cabeza por él, para salvarlo, debía aferrarse a esa idea para no perder la cordura. Él era el omega de Jungkook.

Dejó que sus párpados cedieran, la oscuridad le invadió y entonces perdió la conciencia.

éramos indestructibles › kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora