Capítulo 18

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Avery

Abrí la puerta de la casa y ambos entramos en silencio. Al parecer Ava y Nathan seguían aquí, tampoco era tarde, apenas iban a dar las ocho y media.

Levi, tomó mi mano y me sonrió, caminamos hasta la sala y todos voltearon.

— ¿Cómo les fue? — preguntó Nathan, con una sonrisa coqueta.

— Tenemos algo que decirles. — dije.

Todos asintieron confundidos y nos prestaron atención.

— Avery yo, somos pareja. — soltó, Levi.

Todos abrieron los ojos en grande y comenzaron a gritar.

— No puede ser, ¡Ya tengo nuera! — gritó, Ava.

— ¡Ya soy cuñada! — dijo, Miley.

— ¡Y yo cuñado!

Miley y Nathan, se abrazaron y comenzaron a lloriquear.

— ¡Si se pudo! — gritaron al unísono.

Levi y yo reímos. Ava, se nos acercó con una gran sonrisa y nos abrazó.

— Felicidades, a ambos. — se separó — Ambos son buenas personas, y sé que tomaron la mejor decisión. — sonrió — Pero también deben tomar en cuenta lo que conlleva una relación. Deben respetarse, quererse, cuidarse, pero sobre todo, deben saber comunicarse. Si en una relación no hay comunicación, todo se irá a la basura. Propónganse metas, cosas que anhelan construir juntos, para que ambos se esfuerzen por lograrlo de la manera más bonita posible. Hijo. — lo vió fijamente — Hiciste lo correcto en elegir a Avery, como pareja. Sin duda es una chica excepcional, cuídala, respétala y no la hagas llorar, en cambio, se tú quien limpie sus lágrimas con palabras y acciones bonitas. — Levi, asintió sonriente.

— Les deseo lo mejor. Ojalá lleguen muy lejos, y quien sabe, talvez ya huela a boda. — sonrió coqueta.

— Mamá. — dijo entre dientes. Yo reí.

— Solo bromeó. — río — Pero me encantaría verlos a ambos casados. — sonrió.

— ¡¿Quién dijo boda!? — gritó, Miley.

— ¡Boda! — le siguió Nathan — ¡Que vivan los novios! No, esperen. — salió corriendo hacia la cocina.

A los minutos regresó con cinco vasos llenos de refresco y nos entregó uno a cada uno.

— Ahora sí, no podía ser un brindis sin refresco. — reímos — ¡Que vivan los novios! — levantó su vaso.

— ¡Que vivan! — gritaron, Miley y Ava.

Levi y yo reímos, y levantamos nuestros vasos.

— ¡Que se besen! — gritó, Nathan.

— ¿Qué? No, no lo haré aquí. Mejor cállate. — un lindo sonrojo apareció en sus mejillas mientras desviaba la mirada.

— Ay, no te preocupes, después se te quitará la vergüenza. — Miley, se acercó y le dió unas palmadas en el hombro — Si lo sabré yo.

— Tú naciste sin vergüenza, Miley. Es diferente.

— ¡Cállate! No ves que estoy dando mis sabios consejos.

“Sabios consejos” Si le hacen caso a Miley, ambos terminarán en la cárcel. — nos dijo.

— ¿Qué? ¡Tú que sabes! — corrió hacia él y Nathan comenzó a huir de ella.

— ¡Pero tomen asiento! — dijo, Ava — Levi, ¿Por qué tienes a la chica, parada? ¡Sé caballeroso!

— ¡Ok! — rechistó — Señorita. — volteó hacia mí — ¿Desea tomar asiento? — preguntó. Reí y asentí.

— Sí, por favor. Es muy caballeroso de su parte, gracias. — me ofreció su mano y yo la tomé.

— ¡Exactamente, de eso hablo!

Levi, volteó sus ojos y ambos tomamos asiento.

— ¡Ya Miley, perdón!

Nathan regresaba de la cocina con Miley, quien lo jalaba del cabello y este se quejaba.

— Ok, ok. Pero pobre de tí y me vuelves a faltar el respeto. — le dijo.

— Ya no quiero ser tu amigo. — dijo él.

— Pues no lo seas. — le sacó la lengua.

— ¡No te voy a invitar a mi fiesta de cumpleaños! — imitó su acción.

— ¡Ava siempre me invita, pero esta vez voy a llegar sin regalo!

— ¡Mamá, dile algo! — se quejó.

— Tiene razón, siempre la invito. — sonrió.

— ¿Qué? ¡No ayudas!

Miley tomó asiento y sonrió victoriosa. Nathan, rodó los ojos y se sentó al lado de Ava.

— Avery, ¿Qué son esas bolsas? — me preguntó, Miley.

Miré las bolsas que había puesto a la par del sofá, eran los regalos que me había obsequiado Levi.

— Oh, son cosas que Levi, me obsequió. — dije.

— ¡Quiero ver! — gritó. Ava y Miley, asintieron.

— Ok. — tomé las bolsas y comencé a sacar todo — Este, ¡Es un peluche de koala! ¿Está lindo, cierto?

— ¡Yo quiero uno. Miley, cómprame uno!

— No. — soltó.

— Ash, por eso no tienes pareja. — rodó los ojos.

— ¡Tú no sabes nada! — respondió. Reí y seguí sacando las cosas.

— Unos libros, ¡Mira Miley, encontré el libro de Coraline! — dije, sonriente.

Ella hizo una mueca y habló.

— ¿No te cansas de esa película?

— Más respeto para mi novia, por favor. — le contestó, Levi.

— ¡¡Uhhhhh!! — dijo, Nathan.

— Vaya, ¿Ahora no puedo decirle nada? Ella es mi hermana, por si lo olvidaste. — le dijo.

— Y ella es mí novia. — respondió.

— Sigues estando por debajo de mí. — sonrió burlona. Rodé los ojos y seguí mostrando mis regalos.

Miley y Levi, seguían discutiendo, así que solo Ava y Nathan, me prestaban atención.

— ¡El principito! — exclamé.

— ¡Yo amo ese libro! — respondió, Nathan.

— ¿Cierto, Avery? — preguntó, Miley.

— ¿Ah? — pregunté, confundida. Pues no les estaba prestando atención.

— ¿Me prefieres a mí en vez de Miley, cierto? — dijo, Levi. Sonreí traviesa y hablé.

— Prefiero a Nathan. — corrí y me senté al lado de él.

Nathan, hizo una expresión orgullosa y me abrazó.

— ¿Qué? — soltaron ambos.

— ¿Ven? Ustedes siempre serán segunda opción. Plebeyos. — dijo, burlón.

— No puede ser. — tocó su pecho dramática — Mi propia hermana me acaba de cambiar por un desempleado con mentalidad de burro.

— ¡¿Qué?! — se quejó — ¿Sabes qué? No me importa. ¿Qué tal si vamos a leer El principito, Avery? — me preguntó — Y de paso me sigues mostrando tus cosas, ya que a tú hermana y a tú novio no les importa. — asentí y reí.

— Vamos. — le dije.

Nathan, tomó mis bolsas y caminamos hacia la cocina.

— ¡Eres una traidora, Avery! — gritó, Levi.

— ¡Exactamente! — le siguió, Miley.

¿Qué demonios se supone que éramos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora