Cap6: El deber de un demonio

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(PovKiyo)

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"El control no radica en la fuerza, sino en la capacidad de moldear la voluntad ajena sin que lo noten."
Autor: Ayanokouji Kiyotaka.
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Después de que Sae aceptara mi propuesta, me levanté y la ayudé a ponerse de pie.

"Felicidades, Sae. Ahora que eres mi muñeca, tus sueños se harán realidad." Le dije, mientras escribía algunas instrucciones para Ichika. Mi tono no dejó espacio para dudas.

"¡Tú! ¡Estás loco!" exclamó con un tono de ira mientras retrocedía, cubriéndose el pecho con los brazos. Me limité a observarla con calma, sentándome en una de las sillas de la sala, como si todo aquello fuera un simple juego.

"No puedo negar ni afirmar eso. Estoy en un proceso de descubrimiento personal... intentando entender quién soy en realidad. Y si fueras un extraño observando esto, probablemente dirías que tú eres la loca por aceptar una propuesta de alguien como yo." Hice una pausa breve, dejando que mis palabras penetraran su mente. "Pero eso no importa. Ven, acércate a mí." Di unas palmadas en mi regazo, indicando que quería que se sentara.

"Acepté porque no sabía qué me ibas a hacer... Y no creas que haré todo lo que quieras," respondió con determinación, aunque noté cómo temblaba ligeramente al hablar.

"Pon toda la distancia que quieras entre tú y la verdad. Al final, solo tú sabes hasta dónde estás dispuesta a renunciar por cumplir tu deseo." Me incliné hacia ella, fijando mi mirada en la suya. "Y Sae, ¿sabes qué es lo que más me gusta de las muñecas?"

"¿Por qué me importaría?" Su voz estaba cargada de resentimiento, pero sabía que detrás de eso había curiosidad.

"Las muñecas tienen una cualidad única que las hace fascinantes para mí. Son objetos inanimados que pueden ser moldeados y manipulados a voluntad, sin emitir quejas ni resistencia. En un mundo lleno de complejidades humanas, las muñecas representan un refugio de control y previsibilidad. Yo proyecto mis propios deseos en ellas, creando un universo a mi medida. En resumen, son mi lienzo, mi refugio y mi compañía silenciosa en un mundo lleno de ruido y caos. A través de ellas, encuentro calma y control, algo que difícilmente se encuentra en la vida real." Mis palabras flotaron en el aire como una sentencia.

"Y tú, Sae... aún no eres una muñeca." Dejé que esa verdad se asentara en su mente.

"Tú... eres un monstruo. Esas palabras tuyas no tienen nada de gracia." Su voz se quebró ligeramente, y justo cuando iba a continuar, Ichika apareció.

"¡Ya llegué, Kiyo-sempai! Aquí tienes lo que me pediste." Dijo, entregándome una de mis camisas con un entusiasmo palpable.

"No es para mí, dásela a Sae," le indiqué, señalando a la temblorosa Sae.

"Jeje, llevamos un mes en la escuela y ya tienes a una mujer. ¿Qué pasa, Kiyo-sempai? ¿Ya no soy suficiente para complacerte que tienes que buscar a otra?" Ichika soltó con una sonrisa traviesa, disfrutando la situación más de lo que debería.

"No es eso." Negué con la cabeza, intentado calmar el ambiente tenso. "Me refiero a que no es una mujer, es mi muñeca."

"¡Oh! Ya veo, ¿me conseguiste una compañera?" Exclamó con emoción, corriendo hacia Sae para entregarle la camisa, mientras sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y deseo.

"Bien, Sae, ahora cámbiate y luego te daré tu primer trabajo."

"¿Eh? ¿Aquí? ¿No se irán?" preguntó, claramente incómoda con la situación.

"No tengo tiempo para eso. Apúrate," respondí con un toque de impaciencia en la voz, para que entendiera que no estaba jugando.

Sin más objeciones, Sae comenzó a cambiarse de camisa, y no pude evitar notar cómo Ichika disfrutaba la escena mucho más que yo.

"Antes que nada... Ichika dijo que soy su compañera. Entonces, ¿eres  su muñeca también?" Sae preguntó, probablemente buscando algo de validación o consuelo.

"¡Por supuesto que lo soy!" replicó Ichika con una sonrisa orgullosa.

"¿Y estás de acuerdo con eso?" insistió Sae, buscando debilidades.

"No importa lo que ella quiera. Lo único que importa es lo que yo diga." Intervine antes de que la conversación tomara un rumbo innecesario.

"Tú no puedes obligarla a ser algo que no quiere," dijo Sae, ahora más firme, intentando confrontar la situación.

"Ichika, ¿te importa ser mi muñeca?" pregunté, volviendo mi atención hacia la chica a mi lado.

Ichika bajó la mirada, y pude ver cómo un rubor ascendía por sus mejillas, probablemente sintiéndose un poco avergonzada, pero también emocionada.

"Bueno, Kiyo-sempai... yo... me gusta sentirme cerca de ti. Y si eso significa ser tu muñeca, entonces no, no me importa," respondió, aunque su voz temblaba ligeramente.

Asentí, aceptando su respuesta, mientras mis dedos se deslizaban por su mejilla. "¿Te importa realmente ser tratada así?"

Ichika levantó la vista, con una expresión determinada, a pesar del sonrojo que cubría su rostro. "No, Kiyo-sempai. Si eso es lo que deseas, haré todo lo posible para obedecerte."

"¿Y estás dispuesta a seguir mis órdenes sin cuestionarlas?" insistí, disfrutando el control que ejercía sobre ella.

"Sí, Kiyo-sempai. Haré todo lo que me pidas sin objeciones," dijo, su voz tenue, pero llena de convicción.

"Bien, dime, ¿para qué eres útil?" Mis ojos seguían clavados en los suyos, buscando el más mínimo atisbo de duda.

"Para lo que tú me digas," contestó sin vacilar.

Sintiéndome satisfecho con sus respuestas, acerqué mi mano a su rostro, tocando su mejilla suavemente. La acerqué a mí y le di un beso en los labios antes de sentarla en mi regazo.

"Ya lo viste, Sae. Ahora, sobre tu primera tarea... mencionaste que nos quedaban tres semanas para los exámenes, ¿cierto?" pregunté, volviendo mi atención a la maestra, quien aún estaba aturdida por la escena que acababa de presenciar.

"Ah, sí. Mañana voy a dar los temas del examen," respondió, recuperándose lentamente de su estupor.

"Entonces quiero que des temas falsos mañana y, dentro de una semana, los reales."

"¿Qué? ¿Por qué? Eso no beneficiará a la clase," dijo, ahora claramente confundida.

"Lo sé, pero será beneficioso para posicionarme como líder de la clase." Mi tono fue firme y sin lugar para objeciones.

"Bien," respondió en un tono resignado, comprendiendo que no tenía otra opción.

"Y una cosa más... no me gusta que expongas lo que es mío." Me acerqué y abroché los botones de su camisa para que dejara de mostrar más de lo necesario.

Con eso resuelto, Ichika y yo salimos de la sala, pero al salir, nos encontramos con alguien más. Nuestros ojos se cruzaron, y ella me sonrió antes de entrar a la sala de profesores. No pude evitar mirarla un poco más de lo necesario.

"Jeje, acabas de conseguir una muñeca y ya le echaste el ojo a otra mujer," dijo Ichika, divertida por la situación.

"Simplemente no puedo evitarlo," respondí, sin apartar la vista. "Honami Ichinose... el ángel que todos adoran y respetan, mientras yo, Kiyotaka Ayanokouji, soy temido y reverenciado. El deber de un demonio."

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Fin de el capítulo.
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Pregunta: Si pudieras convertir a alguien en una muñeca, ¿quién sería?
Respuesta: "A mi jefe, así al menos lo tendría callado todo el día."

Classroom Of The Elite: Kiyotaka the toymakerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora