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Apenas fue un contacto de sus labios, uno suave, y se separó sin alejarse demasiado. Sukuna seguía sorprendido por la inesperada acción del pelinegro, pero al salir de su embobamiento, llevó una de sus manos a la nuca del chico, y lo acercó a él, juntando sus labios en un beso cargado de necesidad.

Megumi abrazó el cuello de Sukuna, soltando un suspiro ahogado en la boca del otro, y enredado sus dedos en su cabello, jalándolo hacia él para profundizar el beso. Sea lo que fuese esto entre ellos, necesitaba más de él.

Ambas lenguas jugueteaban con suavidad, pero sin perder intensidad. Sukuna deslizó su mano desde la nuca del pelinegro, hasta su mejilla, en donde daba pequeñas caricias.

El beso, cada vez más lento, terminó convirtiéndose en pequeños y múltiples besos, donde solo contactaban a penas sus labios, hasta que terminaron juntando sus frentes con sus agitadas respiraciones chocando, y mirándose fijamente.

- Creo... que ya debería entrar. - murmuró, sin moverse un centímetro.

- S-si, eso creo...

Sukuna se separó lentamente de él, como si no quisiera hacerlo. Pero sabía que, de estar otro segundo más así, volvería a besarlo. Así que por el bien de ambos, tomó su bolso y volvió a mirar al pelinegro. Megumi mordía su labio inferior con notoria ansiedad, con la mirada perdida en algún lugar del tablero del automóvil.

- Gumi. - le llamo.

El chico dejó lo que hacía, mirándolo. Sukuna volvió a tomar su cara para acercarlo a él, y depositó un beso en su sien.

- Nos vemos mañana. - se despidió sonriendo.

Megumi sonrió levemente, con la vergüenza subiendo por su rostro, mientras Sukuna abría la puerta para bajar del auto y entrar rápidamente a su casa, en donde pudo soltar el aire que retenía, sin borrar la gran sonrisa en su rostro.

El pelinegro, al verlo entrar a casa, se permitió entrar en pánico unos segundos, ocultando su cara en el volante del vehículo con la cara ardiendo, e intentando calmar a su acelerado corazón.

...

Una semana pasó, era lunes otra vez. Los Itadori, junto a Megumi y Nobara, estuvieron centrados en exámenes e informes que debían presentar, por lo que se limitaban a verse y hablar en los almuerzos. Así que, las interacciones entre Sukuna y Megumi eran cortas, y con ambos avergonzados la mayoría del tiempo, hablando temas triviales y con poco tiempo a solas.

Además, la reunión que había propuesto Akiko para que la familia Gojo-Geto fuera a su casa, tuvo que ser pospuesta, ya que Satoru tuvo un viaje de trabajo fuera de Tokio, de último minuto. Sin embargo, hoy por fin se reunirían.

Akiko, Geto y Gojo se conocen desde la preparatoria. Son muy unidos, e incluso fueron a la misma universidad. La acompañaron siempre, más aún cuando el padre de los gemelos la abandonó. La ayudaron a levantarse de nuevo, maldijeron una y mil veces al idiota, y le dieron todo el apoyo que necesitó, fuese monetario o en la crianza.

A pesar de que ella se negara a la ayuda, fueron insistentes hasta que aceptó, los chicos se mudaron con ella para ayudarla en todo, y vaya que agradece haberlos dejado hacerlo. No era nada fácil lidiar con dos bebés. Fue difícil, agotador, noches sin dormir, a veces no querían a nadie más cerca que no fuera ella, pero lo lograron, sin ellos no podría haberlo logrado y les estará eternamente agradecida.

Luego, cuatro años después, cuando ya todo estaba más estable, llegó Megumi a sus vidas. Fue un golpe duro a la moral, Gojo tuvo un especial apego hacia él, ya que el encontrarlo en esas circunstancias fue devastador.

Brother's best friend. - SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora