Capítulo 2 El otro lado de la barrera

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La vida en la Isla de los Perdidos era difícil, por eso deberías ser alguien fuerte para ganar una pelea, o alguien inteligente para saber cuando dejar un combate, incluso manipulador para que alguien más se lleve la paliza por ti. Uma lo sabía, también Maddy, incluso los duendes eran conscientes de esta regla no escrita, pero incluso si no tenías ninguna de las anteriores aún te quedaba la reputación. No importaba qué hicieras, si tus padres tenían una mala reputación serías respetado, por eso Mal siempre caminaba con la frente en alto, incluso si ella no poseía la misma malicia de su madre nadie se metería en problemas con ella por temor a Maléfica. Ahora las cosas en la isla eran un caos, Mal era una princesa en Auradon, los villanos crueles ya no tenían la fuerza para pelear, nadie quería ser un seguidor pirata de Uma, las brujas eran muy molestas para dejarse mandar por ellas. Todos querían el poder, sin embargo, nadie tenía el apoyo para convertirse en el nuevo gobernante. Maléfica estaba débil, ser convertida en lagartija destrozó su orgullo, ver su hogar destruido la molestó, saber que su hija la había traicionado era lo peor ¿cómo pudo confiarse de que su mocosa podría cargar su legado? Y como dice el dicho: si lo quieres bien hecho tienes que hacerlo tú mismo. Maléfica estaba lista para cumplir su venganza ella misma.

Pese a las burlas iniciales que recibió cuando volvió a su forma normal, nadie continuó con los comentarios cuando uno de los duendes apareció sin lengua. Maléfica no jugaba, ni siquiera daba advertencias, por eso era La emperatriz del Mal, la peor de las peores. Jafar continuó limpiando el estante de su tienda cuando Maléfica arrojó la mesa por la ventana.

—¡Este es el día! —gritó.

—¡Ya cállate, has dicho lo mismo hace veinte años! —Jafar la silenció —. Miento, veintiún años.

—¿Quién te crees que eres para...?

—¿Hablarte así? Soy un hombre que se ha podrido por décadas en un basurero esperando su venganza. Igual que tú, engendraste a una mocosa que juraste sería la llave de nuestra libertad ¿cómo acabaron las cosas?

—Fue un error fiarme de ella. De los cuatro mocosos. Jóvenes y manipulables. Auradon les lavó el cerebro. Años de esfuerzo y sacrificio para nada... Hasta ahora.

—Oh vieja loca ¿de qué hablas ahora?

—Trae a la reina y Cruella. Tengo que enseñarles esto.

Jafar giró los ojos y accedió. Para la mayoría de la Isla de los Perdidos, Maléfica seguía siendo La Emperatriz del Mal, Dueña de las Tinieblas, pero si cualquiera se acercaba lo suficiente para conocerla de verdad se darían cuenta de que esa Maléfica había muerto y todo lo que quedaba de ella era una bruja loca con demasiados delirios de tiempos pasados.

—¿Y qué es...? ¡Ah! —Jafar contuvo un jadeo cuando vio que Maléfica sostenía uno de los controles que desactivaba la barrera mágica.

—Así es, solo tenemos que reparar esta cosa, la barrera caerá y nosotros al fin podremos destruir Auradon. Llama todos en la Isla, brujas marinas, brujas cambiaformas, demonios, guerreros, bestias, todos debemos estar listos.

Jafar asintió y por primera vez en décadas, el fuego de la venganza ardió con furia en los corazones negros y marchitos de los villanos. Era verdad, al fin tenían la oportunidad para vengarse de sus ingratos hijos, esclavizar a los héroes y desquitarse con sus preciosos herederos.

(***)

Cuando amaneció, Mal no quería salir de la cama. Era la primera noche desde su separación que lograba dormir toda la noche sin interrupciones, pero era hora de ir a clases.

Se vistió y peinó. La clase era aburrida, pero al menos las cosas se veían normales. De cierto modo estaba agradecida de no tener que lidiar con cosas más serias que el hecho de pelearse con su novio. Ben estaba del otro lado del salón hablando con Doug, evitando a toda costa verla. Los compañeros de clase comenzaban a sospechar, Ben y Mal no se apartaban del otro bajo ninguna circunstancia, así que verlos distantes disparó más de una alerta.

—Bien muchachos, para la parte final del proyecto necesito que trabajen en parejas para completar el ejercicio. Tranquilos, sé con quienes les gustaría compartir su tiempo. Evie y Doug, Jay con Lonnie, Carlos y Jane, Chad y Audrey, Mal y Ben, Ally con Jordan...

Hubo un par de murmullos al final de las bancas, pero Mal no les prestó mucha atención. Cuando acabó la clase, ella se acercó a Ben en su banca con Doug cuando Evie se lo llevó corriendo.

—Ey —saludó dando su mejor esfuerzo. Ben estaba escribiendo algo en su cuaderno, apenas le regresó el saludo —. Creo que podemos trabajar en mi habitación esta tarde, como amigos... Ya sabes, Evie y Doug también estarán con nosotros así que no tenemos porqué ponernos incómodos ni nada.

Ben se levantó del asiento y arrancó la hoja, se la dió a Mal en la mano mientras él caminaba a la salida.

—Encargate de eso, yo hago lo demás —le dijo antes de irse. Mal miró la hoja de papel y vio cuáles eran los temas a estudiar del Hada Madrina. Mal arrugó la hoja en su mano y maldijo a punto de patear la mesa, pero no tenía motivación para eso. Suspiró y decidió ir a la cafetería por un batido de fresa antes de desquitar su ira contra algo o alguien. Después de comprar su batido, decidió no molestar a Doug e Evie mientras trabajan, así que se dirigió al gimnasio para su nueva actividad favorita, para su sorpresa, Carlos estaba ahí con Chico.

—¿También el pulgoso entrena? Vaya, es un super papá —Mal se agachó y le acarició la cabeza a Chico.

—¿A quién le dices pulgoso? —ladró.

—¿Y cómo está el bebé? —Mal lo molestó hablando con un tono de voz ridículo y acariciando en la cabeza a Carlos.

—Ya soy más alto que tú —mencionó Carlos —¿Vas a boxear ahora?

—Sip —Mal se preparó quitandose la ropa más estorbosa y poniéndose los guantes. Carlos no quería molestarla, pero aún así no quería parecer un mal amigo.

—¿Cómo has estado?

—Ya basta con eso —ordenó Mal.

Carlos no insistió, conocía lo bastante a Mal para saber que aunque la forzara a hablar no conseguiría ayudarla.

—Tengo entradas gratis al cine, podemos ir a ver una película.

—Úsalas con tu novia —le sugirió Mal comenzando su rutina.

—Quiero usarlas contigo ¿cuando fue la última vez que vimos una película juntos como amigos?

—¿Uh... Nunca?

—¡Es la oportunidad perfecta para ser nuestra primera vez!

—No lo creo pequeñín —Mal se detuvo y lo miró suavemente —. En serio, estoy bien. Solo es una mala etapa. En mi bolsa tengo cupones para un combo de palomitas y refresco a mitad de precio, aprovecha esas entradas y gana puntos con tu novia.

—¿En serio?

—Sí

Carlos le dió las gracias y se marchó. Mal continuó con su rutina hasta que la vibración extraña de su celular la sacó de sus pensamientos. Supuso que eran los recordatorios de que debía trabajar en el proyecto del Hada Madrina, pero cuando leyó los mensajes tuvo un mal presentimiento. Letras y números revueltos de un número desconocido, estaba a punto de bloquear el número hasta que recibió un último mensaje.

"Emergencia Antihéroes: Maléfica regresó"

La sangre se le heló al instante. Guardo sus cosas sin cuidado y se fue corriendo a la habitación de los chicos para contarles.

La reina de la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora