Capítulo 10 La escama del Dragón

100 9 28
                                    

Maléfica miró el caos desde su balcón. Villanos desorientados en la plaza mientras los miserables mocosos huían entre la espesa niebla.

—Es increíble —dijo Maléfica regresando la vista al interior de su hogar. Jafar, La Reina Malvada y Cruella reunidos en su sala como en los viejos tiempos, pero también estaba el capitán Garfio, Hades, Lady Tremaine, Yzma, Shan Yu y Gastón. Harriet estaba al lado de su padre, mientras Anthony, Uma y Maddy subían las escaleras aún tosiendo. Hades se rió en silencio.

—En el nombre de Lucifer ¿qué sucedió allí abajo? Los mejores guerreros de esta inmunda isla fueron burlados por un montón de niños.

—Pueden correr, pero no esconderse. No de mí —dijo Shan Yu acercándose a la ventana. Hayabusa, su halcón que sobrevolaba la isla y observaba desde el cielo a donde se dirigían los antihéroes, pero nadie le prestó atención.

—No es la primera vez que esos niños escapan de nosotros... —murmuró —. Quiero que me los traigan.

—Claro, podemos hacerlo —Gastón dio un pasó al frente —. Ya me cansé de ellos.

—Los quiero vivos. A todos.

—Ya estoy muy viejo para castigar niños, Maléfica —le respondió la Reina Malvada —. Déjalos huir, ya no deberían ser nuestro problema.

La Reina Malvada sabía de lo que Maléfica era capaz y no quería que Evie se enfrentará a ella.

—No les haré daño —confesó —. Cualquiera que me traiga a mi hija y sus amiguitos se puede quedar con este pedazo de roca flotante.

—¿Cualquiera? —preguntó Harriet. Garfio la calló, pero Maléfica se acercó y le sonrió.

—Sí, serán las reinas de la Isla de los Perdidos. Solo los necesito con vida. Ahora larguense mocosos, necesito hablar con los adultos.

—Esto es una pérdida de tiempo —Hades suspiró y se fue.

Los villanos se quedaron ahí en silencio. Shan Yu saltó de la ventana cuando su halcón le gritó desde el cielo y lo conducía a algún lugar.

—Tenemos que abrir la barrera ahora —se giró a Yzma —. ¿Ya funciona?

—Ehm, no. Hubo algo extraño en el laboratorio —Jafar se levantó de la silla y dejó de lado su pan con mermelada vieja —. Cuando reparamos el control intentamos abrir la barrera, pero algo falló y ya no funciona.

—Lo sabía, oh, esa vieja Hada Madrina, ella definitivamente lo planeó —Maléfica dió vueltas por la habitación y se puso a buscar algo en sus cajones.

—¿Lo sabías? ¿Qué quieres decir?

—La única manera de derribar la barrera mágica es igualando o superando su energía mágica. Si la estrella de los deseos se hubiera quedado en la Isla de los Malditos sería muchísimo más sencillo, pero esto debería servir —Maléfica encontró lo que buscaba. Una esmeralda de corte cuadrado que parecía negra, apenas con un punto brillante en el centro —. Esta es La Escama del Dragón. Roba y almacena la esencia vital de lo que la toca. Cuando este completamente cargada la usaremos para derribar la barrera.

—¿Y cómo se carga exactamente? —preguntó Lady Tremaine.

—Sostenla —Maléfica se la lanzó y ella la atrapó entre sus manos. Un jadeó ahogado salió de su garganta y su piel palideció por completo. Lady Tremaine cayó al suelo inconsciente apenas capaz de respirar. Maléfica recuperó la gema y el centro se iluminó un poco más, revelando un color verde hoja que se expandía por el corte —. Llamaré a algunos duendes, espero tenerla lista antes del mediodía.

(***)

—¡Maldición, lo olvidé! —se quejó Mal —. Mi mamá guarda una cosa mágica entre sus pertenencias. Dijo que robaba y acumulaba energía mágica, ella la guardaba para cuando hubiera una oportunidad de salir, pero siempre creí que estaba loca.

—Maléfica siempre guardó un arsenal mágico bajo la manga —reflexionó Jay pensando en todas las ocasiones que Maléfica reveló tener más poder del que podía aparentar —. ¿Qué sigue ahora? Maléfica abrirá la barrera en cualquier momento.

—Trataremos de recuperar fuerza —dijo Harriet —. Mi papá no sospecha nada de mí, puedo ir y ver lo que planean y cual es la estrategia de Maléfica. Volveré tan pronto pueda. Ustedes deberían quedarse aquí y tratar de planear un escape de ser necesario.

Mal estaba de acuerdo con eso, agradecía que Harriet pudiera pensar con claridad cuando ella no podía, pero ahora tenía a Ben delante y le debía explicaciones. Todo el mes estuvo pensando en su discurso de disculpa, en cada palabra para recordarle que lo amaba, todo lo que iba decir para aceptar la separación, todo lo que haría para demostrarle su gratitud por haberla perdonado, había pensado en cada escenario de mil maneras diferentes con cada final posible, pero ahora que el momento había llegado estaba en blanco. Harriet se marchó y prometió buscar a Diego y los niños antihéroes para asegurarse que estuvieran a salvo. Mal escuchó que a alguien le rugían las tripas y se percató de que era ella. Tal vez haberse saltado el desayuno y la comida el día anterior no había sido buena idea.

—Muy bien, traten de descansar hasta que Harriet regrese —mencionó Mal y se puso a excavar una esquina de la cueva, algunos centímetros debajo de la tierra había unas bolsas de papas fritas —. Tenemos que compartir papas rancias pero será suficiente para no tener el estómago vacío —Mal le dio las tres bolsas a Evie, creyó que sería la más justa durante la repartición.

—Yo traje unas galletas —dijo Lonnie sacándolas de su mochila.

Mal le ordenó que las repartiera entre los más fuertes, eran los que más necesitaban energía si la batalla final contra Maléfica se llevaba a cabo. Ben observó la escena en silencio y luego se acercó a Mal.

—Aún tenemos que hablar —le susurro. Ella estaba de acuerdo, pero no estaba segura de que fuera un buen momento, pero ¿cuándo sería un buen momento?

—Bien —Mal lo sacó de la cueva y lo llevó a otro túnel apartado del escándalo. Permanecieron en silencio un tiempo hasta que Mal inició en voz baja —. De todas las maneras en que imaginé esta conversación, La Isla de los Perdidos no estaba en el medio.

—No es tiempo para bromas.

—Lo sé, lo sé, lo siento —Mal se mordió el labio e interrumpió a Ben —. No lo hagas, no ahora.

—¿Qué dices?

—Por favor, Ben. Sé que lo nuestro se terminó, pero no lo digas. He sido un desastre todo este tiempo y todo es por mi culpa, pero trato de hacer lo mejor que puedo en esta situación y no sé si pueda seguir adelante con el corazón roto. Solo te pido que esperes a que este caos termine, por favor.

—Yo... Sigo enojado, pero creo que después de todo lo que hemos vivido no vale la pena estar molesto. Mal, tú me dijiste que no querías estar conmigo porque crees que serías una tirana como lo fuiste antes, pero todo lo que has hecho no es propio de alguien así. Ningún tirano se sacrificaría así por su pueblo. No quiero que lo nuestro se terminé.

—¿No estás...? ¿Aún me quieres?

—Te amo.

Su voz se desvaneció, sus ojos se cristalizaron, pero su primer instinto fue abrazarlo. Ben la sostuvo con fuerza.

—En serio lo lamento —dijo ella —. Sí quiero tener una vida contigo, pase lo que pase, sea del modo que sea y todas las consecuencias que conlleve.

—Yo lamento haber sido tan cruel contigo —le dijo y la tomó del rostro —. Extrañaba tocarte.

Mal no dejó de abrazarlo hasta que vio a Harriet aproximarse. Corría y respiraba agitada.

—¡Lo van a hacer, van a abrir la barrera! 

La reina de la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora