Hace muchos siglos, en el esplendor del Olimpo, reinaba la hermosa y seductora diosa Afrodita, la divinidad del amor y la belleza. Pero a pesar de su inmenso poder y encanto, su corazón anhelaba algo más: el amor y la atención del apuesto dios del sol, Apolo.
Apolo, con su radiante luz dorada y su belleza celestial, era admirado por todos los dioses y mortales. Sin embargo, su corazón estaba cerrado a los encantos de Afrodita, quien no podía soportar ser ignorada por el dios del sol.
Decidida a conquistar el corazón de Apolo, Afrodita urdió un astuto plan. Utilizando sus habilidades mágicas, la diosa del amor tejió un hechizo irresistible, envolviendo a Apolo en una red de deseo y pasión incontrolable. Bajo la influencia del hechizo, Apolo se rindió a los encantos de Afrodita, y juntos compartieron una noche de amor apasionado.
Sin embargo, lo que Afrodita no sabía era que su unión con Apolo daría fruto a un niño, Cupido, concebido en el resplandor de la luna y el calor del sol. Cupido nació con una maldición, heredando el poder de su madre y la luz de su padre, pero también una oscuridad que amenazaba con consumirlo.
Cuando las emociones de Cupido se desbordaban, su luz se volvía negra y descontrolada, lanzando sombras sobre todo a su paso. Esta oscuridad era tan poderosa que los dioses mayores temían enfrentarla, encerrándose en sus templos para protegerse de la influencia de Cupido, quien inadvertidamente les robaba su energía.
Apolo, aunque toleraba la presencia de su hijo, nunca llegó a amarlo verdaderamente. Su relación con Cupido era fría y distante, marcada por la indiferencia y el desinterés. Para Apolo, Cupido era más una carga que un regalo, una prueba de su debilidad momentánea frente a los encantos de Afrodita.
Mientras tanto, Afrodita observaba con dolor la lucha de su hijo contra su propia oscuridad, lamentando las consecuencias de su hechizo y su amor prohibido.
Pero, a pesar de todo, su amor por Cupido era inquebrantable, y estaba determinada a encontrar una manera de liberarlo de su maldición y ganarse el perdón de los demás dioses.
Con el tiempo, Afrodita descubrió la verdad detrás de la maldición de Cupido: la única forma de salvarlo era entregándole a alguien a quien pudiera quitarle toda su luz y energía. Esta revelación la llevó a buscar entre los mortales a una persona que pudiera cumplir con ese destino.
En el templo de Afrodita, encontró a una joven profretisa llamada Melisa, cuya luz era tan brillante como el sol y cuya energía parecía inagotable. Convencida de que Melisa era la clave para salvar a su hijo, Afrodita maquinó un plan para unir a Cupido y Melisa en matrimonio, trajo a la joven al olimpo convirtiéndola en una semidiosa dispuesta a todo por Afrodita.
Con astucia y determinación, Afrodita trabajó para asegurar que Cupido y Melisa se encontraran y se enamoraran. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de su madre, Cupido no sentía absolutamente nada por la chica. Se sentía ahogado por el peso de las expectativas de Afrodita y el destino que ella había trazado para él.
Melisa, por su parte, estaba encantada con la idea de casarse con el dios del amor, sin darse cuenta de la carga que Cupido llevaba sobre sus hombros. A medida que el eran obligados a convivir, Cupido se sentía más atrapado que nunca, luchando contra sus propios sentimientos y deseos en un intento desesperado por escapar del destino que su madre había elegido para él.
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Afrodita, la encantadora diosa del amor y la belleza, se encontraba en su palacio en el Olimpo, tramando un plan para asegurar el futuro de su hijo, Cupido. Con la esperanza de liberarlo de su maldición, Afrodita había concebido un plan que requería la cooperación de su esposo, Apolo, el radiante dios del sol.Sin embargo, a pesar de sus encantos y persuasión, Apolo apenas toleraba la presencia de su esposa y mostraba poco interés en los asuntos relacionados con su hijo.
El dios del sol, conocido por su indiferencia y desapego, se negó rotundamente a formar parte de los planes de Afrodita, rechazando cualquier responsabilidad sobre el destino de Cupido.
Así que ese día estaba decidida en convencerlo, haría cualquier cosa por hacer lo que tiene planeado
Afrodita se acercó a Apolo con una mirada determinada, decidida a convencerlo de participar en su plan.
- Apolo, querido esposo, necesito tu ayuda en un asunto urgente que concierne a nuestro hijo, Cupido.
Apolo levantó una ceja con indiferencia, sin mostrar ningún signo de interés en la conversación.
- ¿Qué quieres ahora, Afrodita? Ya te he dicho que no tengo tiempo para tus juegos.
- Es más que un juego, Yagi. Nuestro hijo está en peligro, y necesito tu cooperación para salvarlo de su maldición.
Apolo suspiró con exasperación, claramente molesto por la insistencia de Afrodita.
- ¿Y por qué debería preocuparme por eso? Cupido es un problema tuyo, no mío, fue tu culpa quedarte embarazada, yo jamas quiero a ese niño ni a ti y muchas veces te lo dije, por algo me negué a darle mi luz... ese niño es tu responsabilidad
Afrodita apretó los puños con frustración, sintiendo la creciente tensión entre ellos.
- ¡Es tu hijo, Yagi! Deberías preocuparte por su bienestar."
Apolo se encogió de hombros con indiferencia, sin mostrar signos de empatía hacia su hijo.
- un hijo que se concevio sin mi aprobación. No me importa lo que le pase a ese niño. Si quieres salvarlo, hazlo tú misma.
La ira brilló en los ojos de Afrodita mientras luchaba por contener sus emociones.
- Muy bien, Apolo. Si no estás dispuesto a ayudar, lo haré por mi cuenta. Pero no esperes que olvide tu falta de compasión hacia tu propio hijo.
Con esas palabras, Afrodita se dio la vuelta y salió de la sala, dejando a Apolo solo con sus pensamientos. Aunque no mostraba ningún signo de remordimiento, una pequeña chispa de preocupación se encendió en el corazón de Apolo mientras reflexionaba sobre las palabras de su esposa.
Aunque Apolo no sentía amor por su esposa, y apenas mostraba interés por su hijo, no podía permitir que las ambiciones de Afrodita controlaran el destino de su familia, haría algo, claro que si, pero a su manera no a la de Afrodita y menos dejaría que ambos peliverdes descubrieran que tuvo algo que ver.
Furiosa por el rechazo de Apolo y consciente de su falta de afecto hacia ella y su hijo, Afrodita se vio obligada a buscar otras maneras de cumplir su objetivo.
Con determinación y astucia, la diosa del amor continuaría su búsqueda de redención para su hijo, enfrentándose a cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
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Diosos
Fanfictionun dios joven avaro y engreido, pensado que esta por encima de todos, se la pasa bebiendo con los otros dioses más viejos y divirtiéndose en el mundo humano, piensa que lo tiene todo hasta que otro dios llega al olimpo, un dios viejo que vivió gran...