Diosos

《8》

Apolo se escondia detras de uno de los pilares en el templo de Afrodita, queria hablar von ella pero decicio escuchar esa conversación que la diosa tenia con otra chica.

No podia creer lo que esuchaba estaba enojado y asquedado de esa mujer, salio de su escondite con el propósito de enfrentar a Afrodita

Con una mirada cargada de resentimiento y desprecio se acercó a la mujer

Su mandíbula apretada reflejaba la rabia que ardía dentro de él, mientras luchaba por contener la furia que lo consumía.

- Afrodita, ¿cómo puedes querer hacer eso ? -  estalló Apolo, su voz temblorosa de ira contenida.- que acaso no te importa la felicidad de nuestro hijo?

Afrodita lo miró con desdén, su expresión indiferente ante el torrente de emociones que Apolo desataba.

- Apolo, no me vengas con reproches -  respondió con frialdad. -Tú nunca has demostrado interés en "nuestro" hijo, así que no tienes derecho a criticar mis acciones.

Las palabras de Afrodita cortaron a Apolo como un cuchillo afilado, dejándolo aturdido y lleno de impotencia.

Sabía que su relación con su hijo había sido distante en el pasado, pero nunca había imaginado que Afrodita lo usaría como un peón en su juego de manipulación.

- Afrodita, eso no justifica lo que hiciste -  dijo Apolo con voz firme, aunque temblorosa de emoción. -Nuestro hijo merece algo mejor que ser un peón en tus maquinaciones. No puedo permitir que sufra por tus errores y deseos

Afrodita lo miró con indiferencia, como si las palabras de Apolo fueran simplemente una molestia pasajera.

- No me importa lo que pienses, Apolo -  respondió con frialdad. - "Nuestro" hijo está bien y eso es todo lo que importa, yo le estoy ofreciendo algo mejor que verse a escondidas para cojer con Ares

Apolo sintió un nudo de frustración y desesperación apretándole el pecho mientras luchaba por encontrar una manera de proteger a su hijo de los caprichos y manipulaciones de Afrodita.

Sabía que no podía dejar que su hijo sufriera el mismo destino que él, atrapado en un matrimonio sin amor por culpa de los caprichos de una diosa caprichosa.

Con determinación en su corazón, Apolo se enfrentó a Afrodita con valentía y determinación, decidido a proteger a su hijo de cualquier daño que pudiera sufrir.

Sabía que no sería fácil, pero estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio necesario para garantizar el bienestar y la felicidad de su hijo.

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Apolo se encontraba en el bullicioso evento de caza en el Olimpo, observando desde la distancia mientras los dioses y diosas participaban en la competición organizada por la diosa de la caza.

Entre la multitud, sus ojos captaron una figura familiar: Cupido, riendo y charlando animadamente en compañía de Ares y Zeus.

El resplandor especial en los ojos verdes esmeralda de Cupido parecía iluminar el lugar, como si su presencia irradiara una energía única y fascinante.

Cada risa, cada gesto, cada palabra pronunciada por él resonaba en el alma de Apolo, llenándolo de una sensación de alegría y maravilla.

Observar a Cupido era como sumergirse en un remolino de emociones.

Su aura parecía purificarse y brillar con un resplandor especial cada vez que lo veía o escuchaba su voz.

Era como si la mera presencia de Cupido tuviera el poder de elevarlo a un estado de éxtasis celestial, haciéndolo sentir más vivo que nunca.