2. sonreír.

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ㅤㅤㅤㅤSu mirada estaba completamente apagada.

Sin mover algun músculo, tensa y con mucho que pensar divisaba como las copias de sus carteles se sacaban una por una. El pitido en sus orejas le causó un dolor de cabeza que se aguantó por sentir el de su corazón mucho más doloroso.

5:30 am.

Ella portaba unas ojeras muy notables, y tenía el rostro hinchado porque aún era muy temprano. Hace unos minutos se había levantado, pero ella ya transitaba el exterior.

Tuvo un pequeño tick en lo que escuchaba a la campanilla de la tienda sonar, ello debido a que su cuerpo se habia acostumbrado a el repetitivo sonido del reloj lejano a ella colgado en una columna.

La campanilla indicó de que alguien más había entrado, volteó un tanto desorientada y se encontró con un hombre mayor.

Vaya.

ㅤㅤㅤㅤ—Jihyo, pero que sorpresa verte por aquí —su voz le causó un pequeño temor, mas saludó por mostrar modales con una corta reverencia. El hombre parecía un poco preocupado por su aspecto pero lo ocultó con una amable sonrisa —. Toda una semana no fuiste al colegio y veo que está no será la excepción. ¿Sucedió algo? ¿Puedo ayudarte?

Silencio.

Incómodo, era muy incómodo como es que el ambiente cambió y se sentía muy pesado, incluso respirar resultaba ser una tarea muy difícil para la adolescente que se sintió atravesada por miles de flechas a la vez. Sus ojos picaron.

En lo que el hombre esperaba, la fotocopiadora terminaba su labor. Hasta que, el rostro de el se iluminó para luego mostrar una rápida pena.

ㅤㅤㅤㅤJihyo desvío la mirada al no escuchar más a la máquina a su costado, eso significaba que había acabado.

Se apresuró.

Reconocía esa mirada y no la quería sentir por mucho más tiempo, no de muevo. Así que empezó a tomar sus cosas para irse sin mirar atrás con celeridad. Descuidada golpeó un estante, mas, no le interesó.

Por lo menos no hasta que...

ㅤㅤㅤㅤ—Es por tu amiguita Sana, ¿No es así? Por eso estás tan mal —demostró pésame —. Conozco como puedes estar sintiéndote ahora mismo, eran muy pegadas a la otra, casi como hermanas de la misma sangre —empleó un tono reconfortante —, te aconsejo que no te agobies mucho con eso, sabes que a Sana no le hubiera gustado verte así de apagada y descuidada.

Las típicas palabras de todo adulto mayor para hacer que te recuperes de lo que sientes, tragó grueso en lo que titubeaba alguna respuesta que queria darle. Mas, en ese instante su labio inferior tembló de impotencia, su cabeza comenzó a doler una vez más.

Y antes de pensar en dirigirse a el, decidió solo irse sin mirar atrás.

No supo que estaba conteniendo el aire hasta que lo soltó de golpe en el exterior de clima helado. La presión en su pecho se dispersó pero aún no dejaba de dolerle.

Se alentó y recogió su bicicleta con torpeza para empezar con su labor de todos los días después de.

ㅤㅤㅤㅤLlegaba el calor del sol, más personas transitaban las calles, un punto por el cual dejó su bicicleta y se dispuso ha hacerlo todo manualmente.

El momento exacto en el que empezó a seguir buscando una respuesta antes de que las autoridades se la den.

Sus pies se movían de un lado a otro, corría, trotaba o se detenía abruptamente. Todo por ella.

Por más de que sus esperanzas se iban acabando cada que recibía una negación al entregar los carteles y dar explicaciones. Por más que les daba lo exacto, pareciese que la tierra se la había tragado.

Jihyo se cansaba, así que tomaba cortos descansos sentada en la acera, con el pensamiento de que si en verdad pudo cambiar algo o porqué le estaba sucediendo todo esto.

¿Qué pagaba?

¿Qué pagaba ella?

Antes de debilitarse por completo, se paró para seguir. Ya que si nadie más movía las montañas por Sana, ella sola lo haría incluso si lo único que tiene es una cuerda vieja y su fé.

Escupió a un costado.

ㅤㅤㅤㅤㅤ—¡Oigan!, ¿Alguien a visto a esta niña? —exclamó obteniendo la atención de los transeúntes —. Tiene la piel blanquita, flaquita... El cabello castaño, casi siempre despeinado —su voz comenzaba a agrietarse —. Mide uno sesenta y tres, es extranjera. Vivió por aquí una temporada y siempre, siempre s-saludaba a quien se encuentre. De personalidad extrovertida. Por favor... ¿Alguien? ¿Alguien la recuerda, alguien la vio de nuevo por aquí?

Nadie respondió.

Sentía que cada vez se alejaba más de ella. Tomó aire para no romper a llorar frente a toda esa gente que murmuraba sobre ella y lo que pareciese haber sucedido con la muchacha de la cual pedía algún dato, incluso si este fuera mínimo.

Jihyo decidió seguir caminando, por más que sus esperanzas estén siendo pisoteadas. Ella no quería dar su brazo a torcer aunque le esté doliendo como el infierno.

ㅤㅤㅤㅤ—¿Dónde estás?

Sin pensarlo, o sentirlo, ya se encontraba llorando en medio de la calle. Con un brazo tapando sus ojos, mientras que el otro mantenía firme a los pocos carteles que le sobraron.

Hipaba como una pequeña niña pérdida en el gran mundo.
Qué se sentía abandonada, asustada.
Las gentes solo la miraban de reojo, de todos modos, así es el humano. Ajeno al dolor de otros.

Jihyo se derrumbó, aunque físicamente seguía caminando. Dejo caer su brazo que tapaba sus ojos y siguió arrastrando los pies por el cemento, apretando más los carteles en su estómago.
Ni siquiera el sol que bronceaba su piel podía imitar su calor cuando la abrazaba.

Todo era muy confuso.

—¿Por qué? ¿Por qué a tí? Tan de repente.... ¿Por qué te alejaron de mí de esa manera? No hiciste nada malo, solo eras mi amiga, mi mejor amiga —su voz, gruesa por las lágrimas retenidas inconscientemente, tenía altos y bajos en su caminata desganada.

Sorbio su nariz. No sé dió cuenta que algunos carteles se le escaparon al salir débil de su propia habla.

ㅤㅤㅤㅤ—Les rezaré a todos los Santos que quieran pero regresenme a mi Sana, por favor. Se los ruego, no puedo seguir huyendo  —sollozó en lo que miraba al cielo —. Yo solo quiero verle, abrazarle, todo por una vez más. Una segunda oportunidad a su lado. No me importa si me molesta con sobrenombres, apodos o chistes, no me importa si me pide que le explique lo mismo una y otra vez. Lo juro, está vez no me importaría en lo mas mínimo. Le tengo esperanza... Porque aún la quiero aquí.

Se detuvo en un callejón y se apoyó en la pared de ladrillos a su mano izquierda llena de vegetación y polvo, no le importaba ya descuidar más su aspecto.

Pidió otra vez.

"La quiero devuelta, Dios Santo.
Quiero sonreír egoístamente solo con ella y solo por ella.

Porque cuando escuché lo que le sucedió por voz de sus padres dejé de hacerlo, mis músculos faciales no sirvieron más. Me arrebató el alma pese a seguir viva y consciente en este mundo.

No había más propósito para seguir haciéndolo (sonreír). Porque incluso si obtengo lo que más quiero en el mundo, esa sonrisa no volvería a iluminar mi rostro.

No si eso no eres tú".

☆.

"Teacher Park" (Sahyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora