La Carta

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Jungkook me llevó a un salón del Andaz Tokio, uno de los cinco o seis que tenía, en esta ocasión el Lord Mayor's Lounge, especialmente preparado para las celebraciones o la Hora del Té de media tarde. Estaba repleto de sillones antiguos, mesas redondas, música de piano en vivo, buena iluminación y colores pastel. Era un poco extraño ver a dos hombres adultos allí, ya que la mayoría de personas que había eran mujeres de mediana edad en reducidos grupos alrededor de las mesas, o acompañadas por, quizá, sus novios o maridos. Una camarera muy elegante y muy educada nos guio a nuestra mesa reservada en una esquina discreta con un solo sillón frente a la ventana. El señor Jeon se sentó primero y esperó a que yo hiciera lo mismo, pegándome mucho a él y pasando una pierna por encima de la suya como hacíamos normalmente cuando tomábamos el café.

-Una vez dijiste que sería muy bonito tener una cita en una sala del té -me dijo al oído.

Tardé un momento en recordarlo, porque había sido hacía un tiempo y casi había borrado de mi mente todo lo que tuviera que ver con Lana y sus cenas o citas románticas.

-Es verdad -respondí, inclinándome para alcanzar la carta sobre la mesa antes de recostarme y pasar mi brazo por encima de los hombros de Jungkook-. ¿Te gusta el té? -le pregunté, abriendo el menú para que él también pudiera verlo.

-Madre siempre se toma un early grey a media tarde -respondió, acariciando mi pierna sobre la suya-. Odio ese olor, me recuerda a cuando era pequeño y me obligaba a sentarme frente a ella mientras leíamos. Lo pasaba muy mal sin poder moverme y me aburría mucho.

-Nada de early grey, entonces -concluí, echando un rápido vistazo, aquí se toma te de verdad Jungkook-. ¿Qué te parece un matcha para empezar? Es bastante bueno y no está especiado.

-Lo que tú quieras -respondió, ladeando el rostro para darme suaves besos en la mejilla, en el menton y en la sien mientras yo seguía leyendo. Cuando volvió la camarera para preguntarnos qué deseábamos tomar, respondí:

-Tráenos un matcha, un Sakura, un Genmaicha , un Kukicha , un Houjicha y un Tokio , por favor -le pedí, y como se quedó un momento sorprendida, añadí con una sonrisa-: Mi prometido va a decidir cuál le gusta más, nunca ha tomado té.

Ella miró a Jungkook, no demasiado interesado en prestarle la más mínima atención, y después reaccionó rápida y precipitadamente.

-¡Por supuesto! -dijo en un tono alto, parpadeando y recogiendo la carta que yo le estaba entregando antes de darse la vuelta e irse. Giré el rostro para ver al señor Jeon y darle un par de besos cortos en los labios. Yo sabía cómo mimar a mi hombre y lo que le gustaba, así que moví la mano que mantenía en su ancho muslo para acercarla más a su entrepierna, usando tan solo el pulgar para rozar el bulto que allí había.

Jungkook empezó a sonreír, hasta que le mordisqueé el labio inferior y gimió por lo bajo. "¿Te gusta?", susurré.

Él asintió, recostándose un poco más sobre el sofá de época para acomodarse y dejarme total acceso a su cuerpo. Le desabotoné un botón más de su camisa beige y le acaricié suavemente los pectorales y la pronunciada hendidura entre ellos; algo más cariñoso que explícitamente sexual. Lo hice durante todo el tiempo que tardaron en traernos todos los tés e infusiones que había pedido, junto con dos Wagashi.

Llenaron por completo la mesa redonda frente a nosotros y nos desearon buen provecho antes de desaparecer; entonces fuimos probando los tés uno por uno, yo lo preparaba, en la misma taza y ambos le dábamos un par de sorbos, intercalándolo con besos y los pequeños aperitivos que, por supuesto, yo le daba al señor Jeon mientras él se limitaba a estar recostado y sonreír. Algunos pensarían que mimaba demasiado a mi prometido: tenían razón. Pero yo no estaba haciendo nada que no hubiera hecho ya en el pasado, con la excepción de que, como él me había pedido, no apresuraba la situación ni la interrumpía con quehaceres que nos habían detenido en las anteriores ocasiones.

El AsistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora