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Al despertarme, lo primero que pensé fue que la alarma no había sonado y que íbamos a llegar tarde; por eso me incorpore de un golpe y dije un ronco:

— ¡ Hay que despertar a los niños!

Después, parpadee y me quede mirando la chimenea. Mi mente tardo un buen de segundos en deshacerse de la neblina que en nuestra casa, no teníamos chimenea ni paredes en madera natural.

Un musculoso brazo me llevo de nuevo hacia la cama y un agradable y familiar peso se coloco sobre mi.

— Vacaciones... — murmuró una voz grave en mi oído antes de colocar un par de tibios besos en mi mejilla.

— Ah...—  recordé, volviendo a cerrar los ojos.

Rodee el cuerpo desnudo de Jungkook con los brazos y gruñí con un profundo regusto de placer. El sol ya entraba a raudales por las puertas acristaladas y ventanas, llenando el salón de una luz cálida y brillante; al contrario que por la noche, cuándo el fuego de la chimenea había sido la única iluminación en la casa.

Había sido idea de Jungkook mover la mesa y hacernos allí un pequeño nido con sabanas y almohadas tras la cena ligera. Había sido increíblemente romántico compartir una botella de Chateau de la bodega de Liam, cenar una bandeja de quesos y terminar desnudos entre las sabanas para tener sexo suave de enamorados.

Noa quedamos allí adormilados durante un poco mas, hasta que el señor Jeon empezó a darme suaves besos en el cuello, frotando la entrepierna casa vez mas cura contra mi abdomen. Cuando separo el rostro, me miro con ojos adormilados y puso una mueca de puchero. Con una sonrisa, me incline para darle su beso de buenos días. El sonrió, pero no me dejo escapara; volvió a besarme, en ocasión con lengua, y gruño a la vez que empezaba para hacerse un hueco entre las mías.

¿Tener sexo antes de dormir y al despertar? Uff, me dolía pensar en lo raro que se había convertido aquello en nuestra vida. Algo tan común antes de los niños, era ahora un evento reservado solo a ocasiones especiales y escapadas románticas.

Jungkook termino de besarme en los labios y empezó a descender por mi cuello y mi cuerpo, dejando pequeños besos tibios sobre mi piel cálida, arrancando bajos jadeos de placer. Mire el techo de la casa y me lleve las manos tras la cabeza, decidido a disfrutar de cada segundo de aquello.

Tener tiempo para buen sexo también se había convertido en una especie de privilegio para nosotros. Cuando éramos veinteañeros, no nos importaba pasarnos el día trabajando y llegar a casa para follar como animales antes y después de dormir; pero el tiempo pasaba y a los cuarenta la vida empezaba a pesar demasiado. La empresa, las responsabilidades, las celebraciones, los eventos, los viajes, los niños... demasiadas cosas para no llegar a la cama y caerte de bruces con la esperanza de no tener que despertar en 36 horas.

Jungkook me beso el vello del pubis y se mojo los labios antes de hacer lo mismo en la cara interior de mi muslo, después lamio el mismo punto que antes había besado, provocando un leve escalofrío por toso mi cuerpo, desde mi espalda a mis labios, donde salió con forma de un pesado gemido.

— Jungkook...

El señor Jeon retrocedió un poco mas y, colocando los brazos alrededor de mis piernas, me presiono ligeramente las rodillas contra el abdomen para poner mi trasero en pompa; con un gruñido de satisfacción m esculpió justo en el ano.

Yo no era de esas personas que se quejaban de que su vida hubiera cambiado por culpa de sus hijos. En el momento en el que Jungkook y yo habíamos hablado en serio sobre el tema, ya le había advertido que habría consecuencias: la gente que se creía que podría tener hijos y mantener sus antiguas costumbres, se mentía a si misma. Muchos de nuestros conocidos millonarios — como la queridísima tía Sarah y su marido Thomas — , podían permitirse el lujo de seguir haciendo lo que quisieran, porque habían contratado a gente que cuidara de sus hijos por ellos. 

El AsistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora