00:08. Shibuya

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La mejor opción para hacer frente a algo que te molesta es ignorarlo. En ello tenía que darle créditos a Jun Anderson y su capacidad inhumana para el olvido.

Debía hacerme a la idea que la noche anterior no había sucedido nada y que las ojeras en mi rostro solo eran producto de mi mala costumbre de trasnochar. Sin embargo, mi orgullo pedía por su sangre mientras la última reunión oficial de nuestro periplo en Japón llegaba a su fin.

—Ha sido un placer compartir estos días con ustedes. Gracias por su esfuerzo y dedicación.

Fueron las palabras de clausura y una parte de mí se sintió liberada.

—¿Pensaste en mi propuesta?

La sonrisa de Yuta Sakaki me recordó que aun poseía aquella tarjeta dorada con la invitación al club en el barrio de Ginza. Intenté componer una expresión sincera cuando era consciente de la mirada gélida del hombre a mi derecha.

—No creo que pueda realmente. Hoy es el último día y quería aprovechar la tarde para explorar el centro de la ciudad.

Yuta solo ensanchó la sonrisa.

—Eso solo lo hace más fácil. Necesitarás un guía que te ayude a conocer los lugares correctos.

El pelinegro enfatizó lo último provocándome una extraña impresión. El carraspeo ronco de Jun nos hizo reparar en su presencia.

Realmente le imploré con la mirada que me salvara del absurdo coqueteo del jefe de Universal pero Jun solo me ofreció una mirada vacía antes de despedirse y comunicarme de que disponía del resto del día libre.

Ni para salvarme del peligro sirves. Cobarde.

—Entonces no veo ningún impedimento para que la hermosa dama pase de mí. A menos claro, que mi actitud sea malinterpretada.

—No es eso, señor Sakaki.

—No lo parece, pero para que estés más tranquila, yo solo sería el guía asignado. La verdad es que tengo una hermana menor muy energética de casi tu edad. Quizás tres años más joven y no ha dejado de molestar por la apertura del club. Mientras yo superviso eso, las dos pueden salir de compras y en la noche nosotros arreglamos cuentas en el buen sentido de la palabra  ¿Qué opinas?

Solo inventa alguna excusa y sálvate de ese lobo con piel de cordero.
Era lo que debía haber hecho pero estaba más atenta a la reacción de Jun a solo unos metros de nosotros. Aun cuando estuviera hasta el cuello en una conversación con uno de los gerentes del hotel bajo el umbral del salón de reuniones, aun me dolía su frialdad por lo de la noche anterior.

Ya pueden ir condenándome por ser una mujer rencorosa pero como ya he dicho, mi orgullo traía las banderas arriba y tontear con Yuta no iba a matar a nadie.

—Realmente eres insistente. Está bien, supongo que podré ir de compras con tu hermana… si es que existe…

Creí haber sido más discreta con lo último pero el japonés solo convirtió la sonrisa en una limpia carcajada que le dibujó hoyuelos. De hecho era realmente adorable con el largo flequillo ocultando su afilada mirada y la piel dorada como un amanecer.

—A Nagisa le encantará saber que tiene un cómplice. Pasaremos por el hotel a las tres, si te parece bien. Hasta entonces, hermosa dama.

Un beso en la mejilla que todavía intento procesar y lo único que vi del otro lado del salón fue el ceño fruncido de Jun. Pero qué me importaba. Si era sincera me estaba encantando verlo tan preocupado por mis conversaciones con Sakaki.

Aun cuando fuera una fantasía retorcida de mi parte, darle un poco de su propia medicina para variar alimentaría mi lastimado ego. Así que desechando más preocupaciones me retiré a la habitación. Ya tenía medio equipaje hecho.

•TODO x JUN•BDW#1#PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora