El coche en el que circulamos alrededor de tres horas se detuvo frente a lo que yo catalogaría como un castillo. Aún cuando los dos pisos de Villa Calais no fueran compatibles con tal apreciación, los pórticos en piedra blanca, la glorieta en medio del jardín o el hecho de que dos pequeños torreones sobresalieran del resto de la construcción, agregaban la denominación de palacete que mi caprichosa mente le había dado.
—Hogar, dulce hogar.
Canturreó Michael y pude comprobar cómo Jun se esforzaba por no contestarle con algo cáustico.
—Whoa... es realmente... parece una casa de cuentos de hadas ¿No lo crees, Em?
Alice ya estaba fuera del coche mientras Jun rodeaba el vehículo para sostener la puerta para mí. En otra ocasión me habría obsesionado con ese gesto pero la construcción que se levantaba frente a nosotros no me lo pondría tan fácil.
Aún cuando tuviera razones para despreciar a Amber Styles y su reputación de ninfa devoradora de hombres, la residencia de la heredera de los Styles en Dover me estaba hechizando.
—Es una imagen vaporosa de lo que debió ser una casa de nobles ingleses.
Jun enarcó una ceja ante mi comentario. En los últimos kilómetros que nos separaban de nuestro destino se había vuelto a blindar con su armadura de arrogancia. Michael contestó por él mientras trabajaba en bajar el equipaje.
—Estoy seguro que a la anfitriona le encantará saber de esa apreciación. La abuela de Anne era francesa.
—Ah...
Me limité a ofrecerle un ligero asentimiento al rubio. Alice me miró con complicidad antes de unirse a Michael en la tarea de liberar el maletero. Yo también pensaba unirme hasta que un tirón en mi codo derecho me obligó a mirar atrás.
—Ven conmigo.
Fue todo lo que él dijo antes de sacarme de allí como si la vida le fuera en ello. No comprendía mucho. Pero quién podría predecir qué pasaba exactamente por la mente de Jun la mayoría de las veces.
De una suave promesa en el coche, mientras me acariciaba la rodilla con parsimonia, había pasado al ostracismo y ahora a la agresividad. Casi tropecé cuando estuvimos bajo el arco de la glorieta que había llamado mi atención desde la entrada.
Un marco de glicinas y fragantes madreselvas, abrazaba los pórticos tallados en la piedra blanca. Yo no me había equivocado, aquel sitio era mágico y por alguna extraña razón estaba atrapada con Jun cuando debería unirme a Alice y Michael.
Resignada a seguir a mi captor me conformé con observar su ancha espalda hasta que la carrera que habíamos emprendido se detuvo justo frente a un sofá de mimbre y una mecedora llena de cojines. Arqueé una ceja cuando el rostro de Jun estuvo nuevamente a mi disposición.
—¿Por qué... tú...?
Fui interrumpida por su codicia. Su pasión contenida por devorarme los labios y arrancar los hilos de mi cordura como si de una dócil marioneta se tratara. Casi me voy de bruces contra la mecedora cuando sus manos se cerraron sobre mis caderas.
—Estás loco...
Escuché mi voz como si se tratara de alguien ajeno. La sonrisa de él me cosquilleó en el cuello.
—Fue una mala idea traer compañía. Fue una mala idea venir a Dover por negocios. No te voy a compartir.
Un escalofrío se propagó por mi columna al escuchar aquello. Mis ojos buscaron los suyos mientras intentaba mantener el equilibrio apoyando mis manos sobre sus bíceps.
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•TODO x JUN•BDW#1#PGP2024
ChickLit"Del uno al diez Emma sabe que lleva un once de ganas de asesinarle. De hecho ese pensamiento ha estado en su cabeza desde la primera vez que lo vio. "Aceptable Pierce, pero aun no llega al estándar que queremos ¿Segura que quiere especializarse en...