“Eres lo único que deseo.”
Aquellas palabras seguían latiendo en la mente de Jun Anderson mientras sus dedos se paseaban por la espalda desnuda de Emma. Si alguien le preguntaba qué lo había llevado a cometer aquella locura, irónicamente culparía al alcohol solo para resguardar su orgullo, cuando en realidad se había visto encadenado a la nube de pasión que desde hace meses lo hacía cuestionarse acerca de la castaña.
Con decir que la impaciencia les impidió llegar al dormitorio suntuosamente equipado de la suite y en una especie de derroche la ropa se fue quedando en el camino.
No pudo evitar una sonrisa maliciosa al recordar como ambos habían competido por el control de una situación a toques de fuego y lujuria. Tampoco cuando las primeras estrellas se dejaron ver en la mirada ambarina de ella y todas las reglas no escritas que tenía sobre sus amantes se borraron al escuchar su nombre en los labios ajenos.
Emma no solo le había entregado sus formas finas y elegantes. Jun había visto su alma en el último instante mientras le exigía una silenciosa oportunidad y ella confesaba que era lo único que deseaba.
Ahora, después que la neblina de placer se disipara lo suficiente como para recapitular, se preguntaba si sería correcto alargar aquel encuentro en un fin de semana que apenas comenzaba.
Jun volvía a divagar mientras se deshacía del largo flequillo que casi le cubría los ojos con una sacudida de cabeza. Solo contaban con unas horas antes de que su vuelo fuera anunciado pues el jet privado había regresado a Londres en fechas atrás.
Solo unas horas en una madrugada en la que no habían conciliado el sueño mientras las caricias o los besos prohibidos construían el itinerario. Como un niño pequeño que está a punto de cometer una travesura, se aferró más a la delgada cintura de ella.
—Mocosa… ya sé que estás despierta.
Un beso en la unión del cuello con la oreja izquierda de ella y pudo comprobar como el menudo cuerpo entre sus brazos se estremecía. Lo intentó más en serio, trazando un círculo sobre el plano vientre de la chica. Emma suspiró dándose por vencida para ofrecerle su rostro adormilado y un ceño levemente fruncido.
—Me duele la cabeza por tu culpa.
Se quejó pero no pasó mucho tiempo para que se refugiara en el pecho de él. Jun terminó de colocar su cuerpo sobre el suyo y le besó el cabello, aspirando aquel aroma que a partir de ahora asociaría siempre con ella.
—No dirás eso cuando nuestro vuelo nos deje. Vamos, mocosa, solo abre tus hermosos ojos y mírame.
La orden seguía sonando arrogante pero a Emma parecía no importarle. Tal como él había dictado su mirada color ámbar se encontró con los risueños ojos de Jun. Para Emma era como descubrir a un niño pequeño cuya sonrisa le calentaba el alma.
Aun cuando estaba segura que para él solo había sido algo de una noche y que en cuanto abandonara Japón el sueño se convertiría en recuerdos solo quería disfrutar más de aquella imagen adorable que era Jun Anderson acabado de despertar.
***
Era como si en cualquier momento alguien saliera detrás de la puerta y gritara: ¡Corten! Confirmando que lo que había experimentado en las últimas horas era producto de mi fecunda imaginación.
Aun cuando quería achacarle al alcohol, y a los sentimientos encontrados mis pensamientos, sabía que no podía ir tan lejos como para engañarme a mí misma. Mientras la regadera de la ducha lavaba mi cuerpo podía sonreír como una tonta recordando cada segundo en sus brazos.
Mi peor enemigo, mi temido tutor, la razón por la que estaba segura que perdería el sentido, no había reparado en quejas ni peros para llevarme a un sitio que no conocía realmente. No iba a enumerar las experiencias amorosas con las que contaba.
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•TODO x JUN•BDW#1#PGP2024
ChickLit"Del uno al diez Emma sabe que lleva un once de ganas de asesinarle. De hecho ese pensamiento ha estado en su cabeza desde la primera vez que lo vio. "Aceptable Pierce, pero aun no llega al estándar que queremos ¿Segura que quiere especializarse en...