XXVI. Ahora Gime.

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Ven, que vamos a llenar de gemidos todos nuestros silencios
—El chico de cuadros.

Elizabeth

Besar.. besar nunca se sintió tan bien como cuando lo hacía con el, era algo tan atrayente, algo que simplemente nos pasaba y nada era forzado, sus labios querían los míos y viceversa.

La forma en la que me sujetaba, no importaba si estábamos al borde de caer, no tenía miedo, sabía que no me dejaría caer, él era mi seguro de vida, mi bote salvavidas, no tenía que pensar en nada más, solo éramos él y yo haciendo de este lugar un recuerdo mejor y ya no uno triste.

Y se sentía agridulce, a través de nuestro besos sentía su perdida, sentía su dolor, sentía la ausencia de su papá, sentía la necesidad de alguien que no lo viera y solo pensaran en su padre, por eso me necesitaba, porque yo lo miraba por ser Adriel y no por Asher...

El beso terminó, como todo lo bueno que termina, él me miró y con sus dedos comenzó a remover un poco de maquillaje de mis mejias y reí internamente, el miraba con gusto partes de mí que odiaba y eso lograba que a mí me gustaran un poco, solo para eso, solo para que él las mirara.

—claro que no—dijo serio.

—¿que?—cuestioné sin entender.

—claro que no moriría por ti pfff—dio un paso hacia atrás con una risa de burla—¿estás loca?—se ríe sarcástico y comienza a caminar hacia la salida.

Aveces no lo entendía, pero me gustaba, era tan impredecible, me sentía bien con el... me sentía limpia...

Llegamos hasta abajo y yo agradecí a los dioses por no dejar caer ese lugar con nosotros a dentro.

Se subió atrás en la camioneta y sacó una botella de lo que parecía tequila y tocó con su mano a su lado para que yo me sentara.

Subí a la tina de la camioneta y me senté con él a ver el cielo, él le dio un trago a la botella y vi como arrugó un poco la cara, para luego extenderme la misma.

—yo no tomo—le digo haciendo una cara de asco.

— ay! Ya vas con lo de niña buena y perfecta—habla en su tono burlón—por Dios no te vas a morir...

Le arrebato la botella y le doy un gran trago y él se queda callado observando, siento el tequila quemar mi garganta, ¡carajo esta mierda es horrible! Estoy segura que me voy a arrepentir mañana.

Terminé el trago y arrugué la cara, me dio un escalofrío en mi cuerpo y Adriel me miraba con una ligera risa en su rostro.

—¿contento? Ahora ya cierra el pico—le extiendo la botella aún con una mueca amarga.

El solo niega riendo e iba por otro trago cuando sonó su celular.

—¿que?—contesta—¿es enserio?....mierda....ahora voy.... Estoy algo lejos okey!? Hagan algo!—cuelga. —debemos irnos.

Se baja rápido y yo lo sigo igual, nos montamos a la camioneta y arrancó sin previo aviso, íbamos muy por arriba del límite de velocidad y él estaba tomado y drogado.

—Adriel ten cuidado—dije tratando de que bajara la velocidad pero no me escuchaba, ni siquiera se inmutaba con mis palabras, creo que ni siquiera le importaba mi presencia.

El viaje largo de venida, se sintió en segundos de regreso, se parqueó en su casa y bajó, yo me quedé en la camioneta inmóvil, no sabía qué hacer, cuando él notó que no iba a su lado miró hacia atrás.

—¡ven desastre!—me dice en un tono fuerte y frustrado.

Me bajo sin preguntar ni protestar y lo sigo adentro de la casa, sus pasos largos eran como tres míos, prácticamente iba corriendo. Subimos las escaleras y comencé a escuchar voces y algunos quejidos de mujer.

𝐀𝐃𝐑𝐈𝐄𝐋 © [Bilogía "Trastornos" #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora