I V

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Taeyong.

—¿Necesita que lo lleven, detective? —Con una sonrisa en la cara, miré por la ventana abierta del todoterreno de Jaehyun hasta donde estaba sentado en una silla de ruedas en la entrada del hospital.

Con un par de pantalones grises, una camiseta azul marino y una gorra de los Chicago Bulls que Doyoung le había traído, Jaehyun casi parecía el de siempre. Si no se tenía en cuenta la palidez de su piel o el ligero apretón de sus labios cuando Wendy le ayudó aponerse de pie.

Después de aparcar el todoterreno, salí para ir a ayudar, y con Wendy sujetando la puerta de par en par y mi brazo alrededor de su cintura, Jaehyun se las arregló para entrar en el vehículo sin problemas. Una vez dentro, Wendy me dio la bolsa con sus pertenencias y otra más pequeña con sus medicinas.

—Gracias, —le dije, e hice una nota mental para enviarle algunas flores para hacerle saber lo mucho que apreciaba todo lo que había hecho por nosotros.

—De nada. Voy a echarlos de menos a los dos.

—Creo que te vamos a extrañar más. —Y esa era la verdad. Wendy había sido un salvavidas.

—Vas a estar bien. —Me apretó suavemente el brazo—. Pero asegúrate de cuidarte a ti mismo también, ¿de acuerdo? Has pasado por mucho esta última semana y no has tenido mucho tiempo para procesarlo.

—Estoy bien.

—Lo estás en este momento porque tienes otras cosas en las que concentrarte. Pero asegúrate de darte tiempo para adaptarte.

—Lo haré —dije, y desplegué mi más brillante sonrisa—. Gracias de nuevo.

—En cualquier momento. Lo veré en las noticias, Sr. Lee.

Ella saludó a Jaehyun mientras me dirigía al lado del conductor y me subía al volante. Una vez dentro, miré a Jaehyun y le dije: —Es hora de abrocharse el cinturón.

Miró por encima del hombro al cinturón de seguridad y luego se volvió hacia mí. —Me duele un poco al girar para agarrarlo. ¿Te importaría?

Por supuesto que sí. Dios, era un idiota.

Con cuidado de no apoyarme en él, lo alcancé y fui a tirar del cinturón a través de su pecho. La mano de Jaehyun en mi brazo me detuvo, y me di cuenta de lo cerca que estábamos el uno del otro.

—Hola —dijo, sus ojos recorriendo toda mi cara.

—Hola.

Jaehyun inhaló profundamente y cerró los ojos, y yo apreté los dedos alrededor de la correa de nylon.

—Hueles jodidamente bien —dijo.

—Jaehyun... —Se sintió como una eternidad desde que había estado tan cerca de él, desde que lo toqué. Alcé la mano y le pasé los dedos por la mejilla—. No puedo creer que ya te vayas a casa hoy. Cuando la semana pasada...

—Shhh. —Jaehyun puso una mano sobre la mía y giró su cara en mi palma, y la sensación de sus labios hizo que mi corazón golpeara un poco más fuerte—. Gracias por ofrecerte a ser mi guardián.

No necesitaba agradecerme. Había sido la mejor manera que se me ocurrió de tenerlo a solas. Pero antes de que pudiera decir eso, un claxon sonó desde atrás de nosotros.

Me sobresalté y me solté del cinturón. Jaehyun se retorció para agarrarlo, y yo me enderecé y entrecerré los ojos. —No necesitabas ayuda con eso, ¿verdad?

Mientras me abrochaba el cinturón de seguridad, Jaehyun se rio.

—Culpable.

No pude evitar fruncir los labios porque eso fue un movimiento de Jaehyun. —Me alegra ver que te sientes mejor.

2 | Hallucinate | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora