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Taeyong.

Al entrar al estacionamiento de mi edificio, me recordé a mí mismo respirar. No fue una hazaña fácil, considerando todo lo que había aprendido desde la noche de los premios.

Había estado de tan buen humor esa noche, emocionado de pasar tiempo con Jaehyun fuera de los confines de mi casa. Había estado curioso y nervioso por presentarlo a mis colegas de trabajo, porque a su alrededor no había ideas preconcebidas sobre él. Alrededor de ellos, además finalmente pude ver al verdadero Jaehyun -y guau- me gustó lo que había visto.

—No puedo creer que no hayas vuelto aquí desde esa noche.

Yo tampoco. Pero había sido muy difícil volver a una casa vacía llena de fantasmas. A cada paso habría visto o escuchado a Jaehyun. Sin mencionar que ahora tenía la ventaja adicional de saber que Carl Frankel había estado ahí dentro merodeando en varias ocasiones. Eso fue suficiente para que se me pusiera la piel de gallina.

Al apagar el motor, miré a mi pasajero. Cuando le ofrecí una sonrisa tensa, negó con la cabeza. —No te estoy engañando ni por un segundo, ¿verdad?

—Si te refieres a hacerme creer, que te encuentras bien como pareces en este momento, entonces no.

Entrecerré los ojos. —¿Cuándo te volviste tan bueno para leerme?

—Es un talento natural. Una especie de ventaja en mi campo.

Sí, supuse que lo sería. Dejé escapar un suspiro. —No sé porqué sigo estando tan jodidamente nervioso. Es frustrante. Lógicamente sé que Frankel se ha ido, que lo que pasó ya pasó y que debería poder dejar todo esto atrás, pero...

Jaehyun se giró y puso su mano en el respaldo de mi asiento. —Pero no se siente así. Lo sé. Te va a llevar algo de tiempo superar todo esto.

—¿Cuánto tiempo?

—No puedo decirte eso. Una cosa que sí puedo decirte es que estaré aquí, no importa cuánto tiempo tome.

—Gracias.

Jaehyun extendió la mano y pasó los dedos por la línea de mi mandíbula. —De nada. Ahora vámonos.

Cruzamos el estacionamiento en silencio, y cuando llegamos a mi ascensor privado, Jaehyun extendió su mano. Le entregué mis llaves, y cuando las puertas se abrieron y entramos, me acerqué a él y le tomé la mano.

Cuando el ascensor empezó a subir, Jaehyun dijo: —¿Decidiste dónde me llevarás a almorzar después de esto?

—¿Adónde yo te llevaré a ti?

—Sí. —Sonrió con suficiencia—. Tenemos que celebrar mi regreso a los alimentos sólidos. Si tuviera que beber un tazón más de caldo, las cosas se habrían puesto feas.

—Me dijiste que era la cosa más deliciosa que habías probado.

—Tal vez después de veinticuatro horas de no comer. ¿Pero una semana después? No necesito más en mí de eso.

No era el momento ni el lugar para que ese comentario hiciera que mi cerebro se fuera. Pero no había forma de evitarlo, y cuando Jaehyun chocó su brazo con el mío y me guiñó el ojo, me reí.

—¿Chistes de sexo? ¿En serio, Jaehyun?

—¿Quién está haciendo bromas sexuales?

—Ni siquiera intentes actuar como si no supieras lo que acabas de decir. Ese barco ya ha zarpado.

Los ojos de Jaehyun bajaron hasta mis labios. —Estaba haciendo un comentario sobre lo hambriento que he estado esta semana. Eso es todo.

Si estaba tratando de distraerme, lo estaba haciendo muy bien. Mi mente se había cerrado a todo, excepto al hecho de que estábamos muy cerca el uno del otro en mi ascensor privado.

2 | Hallucinate | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora