Como todos los días desde que llegué aquí la alarma suena a las ocho de la mañana, mi primera clase es a las nueve lo que me da tiempo de tener unos minutos más de sueño y estar lista, odio los lunes, siempre lo digo, y no es porque sea el primer día de la semana y tenga clases lo digo es porque justo hoy veo la peor de las clases, combate físico, odio eso, siempre me bloqueó así que terminó recibiendo los ataques, lo único bueno es que no quedan moretones.
Tomo una ducha algo perezosa con agua fría, necesito despertarme no debí quedarme hasta tarde viendo películas en Netflix, pero es algo inevitable si me gusta lo que estoy viendo, me visto rápido con el uniforme de entrenamiento, es para lo único que tenemos uniforme designado, una comisa manga larga negra con un fénix como logo en el pecho del lado izquierdo, y no, el fénix no es rojo es gris, lo de abajo es una pantaloneta del mismo color, unas rodilleras y unos guantes negros, ato mi cabello en una cola de caballo y es todo, salgo corriendo a la cafetería en busca de una manzana como desayuno no doy descanso, es tarde para eso, camino al área de entrenamiento mientras saludos a todos mis conocidos, lo bueno de crecer en este lugar es que conoces a prácticamente todo el mundo, creo que con los únicos que no doy pie de plática son con los de último año, los de bachillerato y los de nuevo ingreso.
No es que los de bachillerato me parezcan irrelevantes, solo que no compartimos ninguna clase, además están muy por debajo del nivel de entrenamiento, también está el hecho de que evitan a los mayores, y más que todo a mí por ser amiga de Dixón suelen ver cómo si fuera uno de ellos.
Los pasillos y escaleras están repletos de estudiantes de distintas edades, tamaños y razas, desde cabellos indomables hasta ojos rasgados, pañuelos y pelos de colores, distintas personas, distintas personalidades y muchos estilos.
Sigo mi camino hasta salir de la escuela, el campo de entrenamiento que nos corresponde queda cruzando el invernadero, tiro el centro de la manzana al cruzar por el abono del invernadero es mi manera de contribuir todos los lunes, al llegar al airea de entrenamiento veo a mas de cincuenta estudiantes uniformados revueltos en el área, el profesor no a llegado así que tenemos tiempo, busco con la mirada a mí otra mitad y no lo encuentro.
¿Qué tan difícil es encontrar a un Salvatore hoy en día?
Sigo buscando pero no lo consigo, camino rodeando el área preguntándole a dos personas si lo han visto pero al parecer aún no llega, cosa que es muy extraña, otra cosa que identifica a los Salvatore es la puntualidad.
Otro punto que diferencia a Dixón de los demás Salvatore es la impuntualidad que aveces se carga.
Dejó de moverme por el lugar cuando el profesor llega y debemos tomar nuestros lugares, nos ordenamos en filas de diez personas, cada una en sus equipos designados, al mío le falta un integrante.
-----Muy bien chicos, el día de hoy solo será lo básico, resistencia y velocidad.
Respiró aliviada con esta información, el profesor se encuentra frente a las filas con su uniforme, el profesor Ezequiel antes de estar aquí fue capitán de una de las formaciones de los Salvatore pero por su edad y una lesión decidió declinar y dedicarse a dar clases, en su aspecto puedes notar que su vida no fue nada fácil, una cicatriz cruza parte de su espesa ceja derecha, sus manos se ven toscas y con varios cortes, su mirada es dura y fría.
----Señor Salvatore me alegra que se allá dignado a venir a mi clase.
El tono de desapruebo y el sarcasmo en su voz me hace apreciar de que Salvatore habla.
-----Lo siento señor.
----A tú lugar.
Las ganas de mirar mis espaldas me carcome, pero eso significaría un regaño el cual no quiero.
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Bienvenidos a la escuela Salvatore
FantasiaBienvenido a la casa Salvatore o como todos en el exterior le suelen llamar la casa de los prodigios, una casa inmensa de color blanco que es el corazón de un gran pueblo en las afueras de una ciudad, casa que fue construida para un propósito, alber...