Scorpius corría de un lado a otro en la habitación de Zero, recogía cosas y las dejaba caer.
—Va a matarme… él me va a encontrar y me matará.– lloriqueo haciéndose bolita y rodando por el suelo, ante la mirada indiferente de Zero.
Yagari estaría furioso con ellos, eso era más que obvio. En su defensa no estaban muy seguros de que el Alpha Dominante iba a sucumbir a sus instintos y a violar y marcar al Omega.
Eso sí fue un plus.
Pero ahora los dos se habían estado escondiendo. Zero había escuchado que la beta y Yuuki habían ido a la mansión de los Kuran a pedir ayuda para localizar a Kaien Cross.
—¿Qué crees que harán?
—No tengo idea. Lo que sea que quieran hacer, estará de más. El divorcio es la única opción.
—¿Divorcio?
—Los matrimonios beta/Omega o beta/Alpha son una broma Scorpius. Un Omega siempre va a reaccionar a las feromonas de un Alpha y viceversa. Si un Alpha marca y reclama al Omega, aunque esté este casado con un beta. El reclamo que vale es el del Alpha.
—¿Exactamente para qué nos tomamos está molestia?
—Yuuki debe ser aplastada. Destruida y reducida a mierda. Lo primero es la separación familiar. Lo segundo la humillación y el escarnio público y lo tercero el tiro de gracia.
Scorpius elevó la ceja.
—Esa perra lastimó a mi hermano, lo humilló, lo amedrentó y lo expuso. Ahora ella va a pagar mil veces más todo el sufrimiento de Ichiru. Cuando esté desesperada haré que mi hermano la vea arrastrándose por piedad.
—Ichiru es capaz de perdonarla y pedir piedad para la pequeña perra. Es una alma inocente, pura, limpia y buena. Esa sucia ramera no tiene derecho respirar ni siquiera el mismo aire.– dijo molesto el rubio asesino.
Zero estuvo de acuerdo con eso. Ichiru era puro como un ángel y ahora que lo tenía a su lado iba a cuidar de él, protegerlo y desde luego aplastar a los gusanos asquerosos que se habían atrevido a dañarlo.
—¿Ichiru?– una suave voz llamó desde afuera de la puerta
Scorpius abrió la puerta y un guapo Omega con un increíble parecido a Kaname entro.
—Hola cariño, ¿cómo te encuentras?
Zero lo miró asombrado.
—Disculpa que no hubiera venido antes. Es solo que debía hacer algo importante.– la atractiva cara se llenó de rubor. —Pero en cuanto he podido salir de la casa he venido inmediatamente. ¿Dónde estuviste?
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Cuando los Monstruos se Enamoran.©
Fiksi PenggemarLa familia Kuran poseía el abolengo, poseía una reputación, poseía un buen nombre, todo lo contrario a los Kiryuu que siempre habían estado envueltos en escándalos y mala fama por sus cuestionables negocios. Rido decidió que su hijo, Kaname, se casa...