Clarke caminaba de un lado a otro. Octavia y Raven reían abiertamente ante su intranquilidad y Maddi sólo miraba por encima de su libro para decirle que Lexa estaba también como un flan. Aún eran las cuatro y cuarto y no había abierto la tienda.
Tuvo ganas de escribir a Lexa y cancelarlo todo unas veinte veces aquella mañana y cuanto más pasaba el tiempo, cuanto más corrían las manecillas del reloj más ganas tenía de cancelarlo todo.
—Relájate por Dios. Son unas cervezas ahí al lado y unos nachos ¿vale?
—Exacto, informal. Y ya habéis hablado mil veces, ya habéis ido a tomar una copa...
—Chupitos —añadió Raven jocosa.
—Hamburguesas —se sumó Maddi.
—Otra cerveza...
—En realidad no es vuestra primera cita, ni mucho menos.
—Es la primera porque las otras no eran citas.
—Lo eran... Raras, sí, pero en el fondo sabes que lo eran —dijo Raven—. Y lo mejor de todo es que te encantaron o no estarías así.
Clarke bufó ante la afirmación porque sabía que en el fondo su amiga tenía razón.
—¿Qué me pongo?
—Dijiste que informal —dijo Octavia—. Vaqueros, convers y camiseta... como vas siempre.
—Sí, pero...
—Pero quieres gustarle.
—Ya lo haces. Le gustas mucho, Clarke —dijo Maddi que volvía a levantar la vista del libro.
—¿Lees de verdad?
—Puedo hacer dos cosas a la vez —rio la niña y ella no pudo evitar sonreír. Era cierto, Maddi era muy lista y siempre estaba a todo. A lo suyo, a lo de Clarke, a lo del mundo entero—. El vestido de flores.
Clarke tragó saliva. Lo tenía en el armario, pero lo ponía muy poco. Desde Finn, desde aquella discusión la primera noche que les presentó a sus compañeros, no había vuelto a ponerlo.
—Hazme caso, verás que Lexa es distinta —añadió Maddi.
—Finn también lo era. Nunca le molestó ese vestido cuando me lo ponía para él.
—Y después te dijo que no debías vestir con escote ni con faldas. Clarke, empieza a desprenderte de su recuerdo. A olvidarte de él y de sus estúpidas normas y sus tontas reglas. Puedes ponerte lo que te dé la gana, y sé que lo haces, pero ese vestido no lo has puesto nunca desde entonces —dijo Maddi dejando a un lado el libro—. Es tu primera cita con Lexa y puedes ponerte lo que quieras y empezar a rehacer tu vida como tú quieras.
—Ya lo he hecho. Contigo, con mi cafetería y mis pinturas —repuso. Maddi sonrió.
—Lo sé, pero aún te queda esto por hacer.
Clarke desvió la mirada. Sabía que, con sus diez años, Maddi era más sabia que muchas personas. Suspiró y cogió el vestido de flores. Se lo probó ante las sonrisas aprobatorias de sus tres celestinas.
—De acuerdo, me lo llevo. Intentaré cerrar diez minutos antes. Es un poco raro salir después de estar rodeada de café y chocolate.
–—Bueno, es informal —dijo Raven.
Ella asintió y preparó todo para llevarlo a la tienda. Lo dejó en su pequeño baño donde se cambiaba y abrió la cafetería. Pasó la tarde algo distraída y mirando al reloj. De vez en cuando se encontraba a sí misma sonriendo tontamente y pensando en ella, en su risa, en su cuerpo, en su mirada... en sus labios y en aquel beso. Varios clientes tuvieron que llamarla un par de veces porque estaba con la cabeza en las nubes.
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Hasta que llegó ella
Fiksi PenggemarClarke se muda con Maddi en un intento de dejar atrás un pasado doloroso. Jamás creyó que pudiera cerrar las heridas de su corazón ni encontrar su lugar. Hasta que llegó ella. Hasta que una sexy, dulce e increíble Lexa se cruzó en su camino.